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Yuji está obsesionado con aquella mujer, llegando a tomar nota de hasta el más mínimo detalle de ella: su gusto por usar tacones pequeños, su sentido del humor tan raro que le encanta, su amor/obsesión por los dulces...


No tiene ni idea de cómo captó su interés, pero de alguna forma, le consta que todo esto es real, más real que nunca. Tampoco sabe con exactitud quién hizo el primer acercamiento (bastante accidental, por cierto). Los cordones de su bolsa de papel se reventaron por el gran peso de las prendas que cargaba, y en cuanto vio el incidente se ofreció a ayudarla. Ella accedió, diciéndole que de todas formas su auto estaba cerca, así que sería fácil que cargara todo entre sus brazos. A partir de ahí, notó que le gustaba conversar bastante, pero también era buena escuchando las tonterías que tenía para decir, curvando los labios cada vez que se le escapaban.


-Eres adorable -dijo, tocando su cabello con total confianza-. Gracias por ayudarme, Yuji-kun. No sé de qué forma podría compensarlo.


-¡No es necesario! F-fue un gusto...


Tartamudeando y todo, desvió la mirada, demostrando sus obvios nervios. Cumplía con absolutamente todas las características de su tipo de chica -bueno, no todas- que sentía derretirse bajo esos preciosos ojos. El asunto empeoró cuando ella se acercó con total confianza, posando la punta de uno de sus dedos debajo de su mentón, alzando su vista de inmediato.


-Mm... A mí me parece que estás siendo modesto -como si se tratara de una especie de secreto, murmuró, tan cerca de su cara que su aliento chocó con él-. ¿Qué te parece si te invito a un café? Puedes pedir lo que tú quieras.


-¡T-tu nombre!


-¿Hm?


-Sólo... dime tu nombre... ¿Por favor?


-Tan educado -Chilló-. Trato hecho. Mi nombre y un café.


-¡Eso no es lo que...!


-¿Harás que una dama se repita?


-...No.


-¡Buen chico!


Y así es como terminó enredado en una cita que pronto pasó a ser dos, tres... Y no hay día en el que no se emocione por verla una vez más. Satomi-san es encantadora. El único detalle que le detiene de dejar que sus sentimientos se desborden de más es la diferencia entre sus edades. Se dejó llevar por su aspecto joven y bien cuidado, pero en cuanto le admitió que estaba más cerca de los 30 años de lo que aparentaba, un ligero pánico floreció en su pecho. Y no, todavía no sabe cómo lidiar con él. Está manejando de forma pésima las cosas, permitiendo que Satomi tome su mano sin razón aparente, que le mime con esas caricias en el cabello que tanto adora... La primera vez que le robó un beso, también lo permitió. Su cerebro hizo combustión en el momento, pero eso no evitó que recordara el suave sabor a uva de su bálsamo.


Alcanzó el punto de no retorno desde hace tanto que le es difícil controlarse. Sus nervios de maldita colegiala sacan lo peor de él, obligándolo a darle protagonismo a esa parte de su personalidad que no esperó conocer pronto. A duras penas es capaz de sostenerle la mirada, de devolverle las sonrisas. Casi siente que su pecho no aguantará más, pues unos cuantos sustos bastarán para que le llegue el corazón hasta la garganta.

Wicked | Goyuu [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora