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Satoru es una persona que rara vez pierde la compostura. Su posición en el mundo de la hechicería lo limita. Tiene que sacar adelante las cosas sin involucrar demasiado su humanidad.


Por alguna razón, esos principios no están funcionándole con Yuji.


Las luces del departamento están completamente apagadas, pero la mala iluminación no es impedimento para él. Satoru enreda uno de sus brazos en la cintura baja de Yuji, y la otra en la nuca para que no se escape. Besa la unión de su mentón y cuello, su mejilla; todo lo que le es posible. Está desesperado desde antes de escuchar aquella súplica, pero finalmente rompió personaje al notar el cambio en Yuji. Cómo su tacto no se quiso despegar de la piel de su cuello, y la fugaz mirada nerviosa que pronto pasó a ser curiosidad.


—Satomi-san-


Está avergonzado. Las insistentes manos de Satomi están alrededor de él, y no parecen detenerse. No puede ver nada, pero se siente envuelto en el agradable perfume que se impregna en sus ropas, en una agobiante calidez que más que asfixiarlo, lo contagia.


Yuji no es tonto. La diferencia en sus alturas está muy marcada: por eso las personas los ven extraño al estar juntos. Incluso si puede resultar vergonzoso para un hombre promedio, Yuji está encantado. Satomi, la misma mujer que grita lujo y presencia por todas partes, lo sostiene como si fuera a abrir la puerta e írsele de las manos. No parece ser la misma de siempre, y lo peor es que le encanta.


Por eso coloca el seguro a la puerta. Cuando Satomi lo escucha, sus manos se detienen un breve segundo.


—Yuji...


Satoru baja la mano que está en la parte trasera de su cabeza. Prefiere tomarlo del cuello y redirigir su rostro hacia él. Yuji lo deja, brindándole el control con una facilidad que le hace cuestionarse su verdadera preferencia. La forma en la que tiembla ante alguien más grande que él, y cómo no se molesta ni un poco por asumir una posición dócil, intoxican a Satoru. Y más que intoxicarlo, lo incitan a reclamar su boca con un afán que no sabía que tenía acumulado.


Yuji tiene problemas para mantener la fuerza en sus piernas. El peso de Satomi junto con su desesperación lo dejan débil. Intenta corresponder con el mismo entusiasmo, pero Satomi no quiere iniciar ningún ritmo: está inspeccionando el interior de su boca como si quisiera grabárselo en la cabeza hasta cansarse. Su lengua es inesperadamente larga, haciéndolo lloriquear sin pensar. Quiere rogar por piedad y un poco de autocontrol, pero Satomi, ensimismada, le muerde la lengua. Es leve, rápido, pero no menos estimulante.


Yuji siente que la erección le está apretando.


Satoru no está muy lejos de hacerle segunda. Por eso aleja su pelvis, concentrándose en la oportunidad que tiene delante: Yuji dispuesto, indefenso, y distraído; parece ser que un poco desesperado, también. Empieza a respirar más fuerte, sus manos vagan para curiosear. Satoru, consciente de que tiene algo que esconder, aprieta la mandíbula de Yuji.


—¿Adónde llevas tus manos, Yuji-kun? —murmura contra la boca deseosa de recuperar el aliento, sonriendo—. ¿Te he dado permiso de tocarme?

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⏰ Última actualización: Jan 15 ⏰

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Wicked | Goyuu [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora