1. Oficial.

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El sonido de teléfonos sonando, sirenas, llamadas de alerta por intercomunicador me recibía como cada mañana al igual que el olor del alcohol.

Llevaba un vaso desechable de café para despertarme, tenía mal humor, su enfermera asistente lo habia abarrotado de carpetas explicandole que llegaron varias persona heridas esa mañana por un accidente automovilístico que, por obra y gracia divina, yo venía de camino para aca cuando me tope con el embotellamiento teniendo que auxiliar a los máximos heridos posibles además de pedir un aventón a una de las ambulancias.

—Martha, avisa al piso cinco que se encargue de supervisar a las personas que se le darán de alta de inmediato para internar a los nuevos pacientes tanto del choque de esta mañana como los que vinieron aquí por cirugías de emergencia, que rayos exis tenga lista todas las placas y que comiencen a operar antes de que yo termine de bajar de mi oficina —hablo lo suficientemente rápido bebiendo un sorbo del café que por obvias razones, estaba frío.

Suspiré tomando todo de un sorbo, por mucho que no me gustará el café de esa forma, no podía menospreciar el trabajo de aquella mujer que lograba aguantar mi humor de mierda los lunes, exactamente los lunes desde que me ascendieron y también solicitando el divorcio para separarse de la víbora de mi ex mujer.

—Entendido señor, ¿desea algo más?

—Un café caliente para cuando salga del quirófano, si todavía sigue siendo de mañana un desayuno si no es mucha molestia, si no vez que llego aqui para antes de las 10, pide el almuerzo de una vez y bebidas energizantes, será un día bastante largo.

—Entendido señor.

—Ah, y, Martha —la detuve antes de que saliera—. Come bien, las enfermeras tendrán un duro día de trabajo hoy asistiendonos.

—Por supuesto señor.

Sin decir otra cosa ella se fue dejándome a mi cambiarme a gusto, no tarde tanto en hacerlo, eso abajo está vuelto un caos tremendo.

Deje los expedientes más importantes a mi mano derecha, los de problemas de salud mental a la izquierda, pediatría en el centro y odontología en una esquina.

Ser el nuevo jefe de cirujanos me estaba reventando las pelotas, no soy un hombre de decir malas palabras, ni siquiera en mi mente, pero esto estaba siendo mucho estres para mi.

Después de una hora de mirar los expedientes, bajé al piso principal entregándolas a las enfermeras correspondientes de cada grupo de internos.

Verifique la información de cuántas personas faltan por operar, no era lo suficientemente rápido como desearía que fuera, pedi asistencia médica, un quirófano o habitación disponible yéndome con el resto de enfermeros y otro doctor a salvar vidas.

(...)

— ¡El que sigue! —Levante la voz.

Me movía de una habitación a otra a medida que avanzaban las horas, estaba cansado, ya quería irme a casa y jugar con Yuuji hasta que se quede dormido en mi pecho de tanta energía quemada o que yo me quede dormido primero mientras él me pinta la cara como un gato porque piensa que es gracioso.

—Itadori-san —llaman a mis espaldas.

Yo me gire encontrando a Nojiko, una de las doctoras veteranas del hospital, una anciana dura de roer que ejerce su profesión con orgullo.

— ¿Sucede algo malo Akijama-san? —Pregunte, tal vez mi tono de voz no era el tono dulce de siempre, pero estaba cansado podía notarse.

—Ya la situación está controlada hijo, ve a comer que no lo has hecho desde la mañana.

Conviviendo con Toji | ToJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora