2. Doctor.

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— ¿Ese es el hombre que salvó al doctor Jin?

—Sí, es el espectro de la policía, dicen que ha rescatado a más de 500 personas cuando apenas inició siendo el récord más grande en toda la historia policial.

— ¡¿500?! Ese hombre debe ser una bestia.

—Lo es, puede levantar cargas bastante grandes con esos músculos.

—Y si que los tiene bien puestos —canturreo una enfermera babeando por Toji—, como desearía que aplastará mi cara con esas tetas.

Martha, la enfermera asistente de Jin, tosió con descontento ante el grupo de hormonas que tenían tanto internas como veteranas reunidas en la puerta. 

El hospital ya estaba lo suficientemente lleno de oficiales de policías para tener otra aglomeración más.

—Señoras, señoritas, entiendo que no tenemos a un bello espécimen de la humanidad como Fushiguro-san todos los días, pero es hora de que vuelvan al trabajo.

La mayoría de las enfermeras palidecieron, justo tenía que llegar Martha para darles un sermón.

—Mo~ no es justo —se quejó una de las internas con un puchero.

— ¿Qué no es justo Aoi-chan? —Pregunto ajustando sus lentes mientras recibía las carpetas que tenían las recepcionistas para el señor Jin el día de hoy.

—Es que... bueno —Sumiko, una chica pelirroja un tanto tímida tomó la palabra—, como pasas tanto tiempo al lado de Itadori-sama nosotras...

—Creemos que es la oportunidad perfecta para degustar a este bombón nosotras está vez —Aris, una chica baja de cabello blanco y ojos marrones termino por su compañera.

Martha subió una ceja incrédula, ciertamente Jin-san era un hombre bastante cortejado en el hospital, pero no le interesaba en lo más mínimo su jefe. Actuaba con total responsabilidad y profesionalidad sin ver a ambos lados ya que no tiene ese tipo de sentimientos por él.

—Sí, Fushiguro-san e Itadori-san son hermosos, guapos hombres que seguro tienen una fila interminable de mujeres babeando por ellos, pero no vengo al trabajo a babear por cada paciente o doctor que pase por el frente.

Las tres chicas internas hicieron un mohín, Martha sobo su frente al ver la cara de disgusto que tenían puesta las chicas pero es cierto todo lo que estaba diciendo, si no son capaces de controlarse no durarán mucho en este negocio.

—Vamos, vamos, Martha-san —Fumi, una de las veteranas aquí más vieja puso un hombro encima de Martha con una sonrisa pasiva—, ciertamente siempre has sido más discreta que ellas a la hora de que te guste un paciente o doctor, pero no seas tan dura. Claro, siempre y cuando sea solo mirar y no tocar, ¿no es así chicas? —La mujer de 50 años les regaló una mirada severa a las tres jóvenes que asintieron despavoridas—. Ahora, ya zanjado el tema, vuelvan al trabajo que hay mucho por hacer.

Cuando las chicas se fueron, la bella enfermera miro a una de sus internas con una sonrisa cínica a ceja alzada ya que, hace un rato habia pasado por aquella habitación degustando visualmente aquel hombre.

— ¿No que sin complicidad?

La doctora se encogió de hombros con una sonrisa igual de amplia que la suya.

—Se debe jugar y ser firme también, solo hice lo de siempre.

—Claro, como digas.

Ambas mujeres soltaron una pequeña risa, Martha terminó de recibir las últimas carpetas, despidiéndose de la otra mujer, ya habia llevado el café y el desayuno antes de salir encontrándose con la escena de hace un momento.

Conviviendo con Toji | ToJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora