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CAPITULO CINCO
LUGAR ABANDONADO PT. 1

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UNA SEMANA PASÓ Y LLEGÓ el día acordado para explorar el lugar abandonado.

Todos se reunieron en casa del uruguayo cuando el sol se ocultó y esperaron unos minutos para detallar las normas que habían hablado para que las únicas mujeres fueran con ellos. Estas se simplificaban a: no alejarse de ellos y, si algo pasa, regresar y encerrarse en la casa. Eran las únicas peticiones a ambas chicas.

Cuando Los Cazamisterios estuvieron listos, salieron de la casa de Fede y se dirigieron hacia la entrada del túnel. El primero en entrar fue el uruguayo, y al final entraron Adriana y Montserrat, siendo la castaña la primera en entrar, ayudada por el uruguayo e Iván.

A Adriana le costó un poco más entrar, pero logró llegar sin ninguna herida. Arenovitz e Ian fueron quienes ayudaron a la pelinegra a bajar por la inestable escalera de madera. Cuando todos estuvieron reunidos, se miraron uno a uno, comprobando que todos estuvieran bien y de acuerdo en seguir.

El uruguayo, de nuevo, encabezó la fila, teniendo a la castaña detrás de él agarrando su mano con fuerza. Después le seguían Ian, Oscar del Rey, Boom, Iván, y al final estaban Adriana y el rizado. Arenovitz, igualmente, sostenía la mano de la pelinegra, no solo para hacerle saber que estaba ahí, sino también para darle ánimos y hacerle saber que él estaba ahí y no se iría a ninguna parte.

Adriana agradecía esto, ya que lo que más necesitaba era ese sentimiento de cariño y calidez que solo el rizado sabía proporcionarle.

En el camino, escucharon un par de ruidos, y la pelinegra volvió a escuchar cómo susurraban su nombre. Pero eso no impidió que el grupo siguiera avanzando hacia la entrada al lugar abandonado.

Claramente, todos estaban en shock. Pero, en cuanto Adriana puso un pie dentro, sintió cómo su cuerpo se congelaba y un frío le recorría la espalda, causándole escalofríos. Era idéntico al lugar donde había despertado en su sueño.

Todos notaron esto, asumiendo que Adriana ya había estado ahí en alguno de sus sueños. Aunque Arenovitz trató de tranquilizarla, la pelinegra revivió vívidamente la sensación que había sentido en aquel sueño donde el rizado la había apuñalado.

Logró regresar a la realidad cuando todos mandaron a callar a Boom por hablar demasiado alto. Adriana ni siquiera se había dado cuenta de que la voz del editor resonó por todo el lugar.

—Es que es una puta locura.—susurró esta vez, al argentino y al uruguayo.

Pero, Adriana realmente no estaba prestando atención a la discusión que estaban teniendo sus amigos, ya que su mente estaba centrada en la horrible sensación de ser observada y en que algo malo iba a pasar.

𝐃𝐄𝐄𝐏 𝐖𝐄𝐁 | ᵃʳᵉⁿᵒᵛⁱᵗᶻDonde viven las historias. Descúbrelo ahora