Era soleado, un día tranquilo y agradable para todos los habitantes de Heavenhold.
El aire era fresco, la temperatura no era ni muy alta ni muy baja, incluso se podía ver a algunos niños correr con un helado en sus manos.
Los locales recreativos de Heavenhold se la pasaban de maravilla. Los cafés y restaurantes estaban llenos de parejas, los arcades no dejaban de emitir las luces y los sonidos de todos los juegos que tenían dentro.
Dentro de las tabernas se podía escuchar como varios aventureros disfrutaban de un buen vaso de cerveza, incluso podías encontrarte a una bella elfa vestida de pirata contar varias historias en una mesa apartada, siendo que ella era cuidada por un elegante sabio de nueve colas.
Las plazas y parques no se quedaban vacíos, siendo que en estas habian varias familias que disfrutaban del agradable clima.
Los saunas no se quedaban fuera, varias personas que solo querían relajarse no desistían en visitar estos baños termales.
Era un ambiente realmente agradable, cualquier persona estaría mas que encantada con poder vivir en este lugar.
Una isla flotante dispuesta a aceptar a cualquier persona. No importa el estatus o la raza, Heavenhold está dispuesto a abrir sus puertas a cualquiera.
Un lugar maravilloso....... O eso era lo que ella pensaba.
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-- había olvidado...... Lo tranquilo que era este lugar --.
Diría ella con un tono nostálgico, este sitio era su hogar después de todo.
Los cafés, los restaurantes, los cines, las plazas, los arcades...... Ver todo esto ocasionaba un gran sentimiento de nostalgia en ella.
Pero lo que mas le agradaba, era la paz que había en el ambiente.
Sin luchas, ni gritos, ni armas, sin la suciedad..... Todo esto era un espectáculo que ella solo podía ver en sueños. Incluso se pellizco el brazo tratando de despertar.
Pero era real, al igual que las pequeñas y finas lágrimas que recorrían sus mejillas.
-- mami, ¿Por qué esa linda chica está llorando? ¿Es por su ropa sucia?--
-- no la molestes hija --
Ella solo se reiría, mientras se limpiaba las lágrimas y empezaba a caminar por las calles.
-- es tan tranquilo... --.
Las risas de la gente, los regaños de los padres, el sonido de los locales atendiendo. Ella no podía evitar sonreír al ver todo esto.
Incluso cuando caminaba un pequeño niño choco con ella.
Aquel infante pidió disculpas, mientras seguía corriendo y ella solo podía soltar una pequeña risa.
