Capitulo uno: La ciudad sin alma

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Bajó de la camioneta con la espalda entumecida, Sadie la había pateado todo el camino al puerto y no habían hecho una sola parada. Con la mochila en la espalda y los ánimos hasta el suelo subió a ese bote, lleno de gente y de equipaje. Los encargados estacionaron la camioneta en un claro en medio del bote, siendo imposible no reconocer a los dueños. Una 4x4 en pleno bote llamaba demasiada atención, demasiadas miradas, más aún si su familia tenía toda la pinta de turistas citadinos.

Sin darse cuenta ya habían llegado, el clima caluroso y el fuerte viento fueron lo que primero llamaron su atención.

El ruido, las voces de los habitantes y sobre todo el paisaje, todo eso deslumbró a la joven.

Un cielo azul prácticamente despejado, viento suficientemente fuerte como para volar sus prendas, el agua que rodeaba al lugar era completamente cristalina y la inexplicablemente escasa cantidad de personas conformaban el paisaje de Warren.

Un gigante letrero con las letras “Bienvenidos a Warren, fundada en 1896” los saludaba en la entrada al puerto, que al parecer era el único acceso y salida a la isla, varios turistas más se tomaban fotos con el anuncio, y hacer lo mismo le interesaba, pero según su padre “no había tiempo”

Tal vez este lugar no sea tan malo”


El clima tan bueno que impresionó a la chica se desvaneció de la nada, como si nunca hubiese estado ahí. De la nada el cielo oscureció, las pocas nubes se tornaron en montones, grises nubes cargadas de lluvia. El viento aumentó y el frío los golpeó, esas eran todas las señales que necesitaban para montarse en el auto, escondiéndose de las gruesas gotas cayendo del cielo, listas para empaparlos.

La familia entró al vehículo lo más rápido posible, aquel ambiente tranquilo y soleado se esfumó más rápido que la luz, ahora solo había oscuridad, un cielo gris oscuro, nubes cubriendo cada espacio posible y gotas cayendo. El sonido del agua golpeando el metal del auto era calmante y arrullador, aunque a Ellie le parecía insoportable, contrastando con el ambiente visual.

La señora Dawson frenó en seco veinte minutos después, enfrente de un edificio de apartamentos. Las paredes verdes musgo del edificio de cuatro pisos agradaron a Ellie, a ellas acompañaban demasiadas ventanas como para ser contadas y un jardín inmenso lleno de flores.

— ¡JANIE! —. Gritó su abuela en forma de bienvenida.

— ¡MAMÁ! —. Chilló de vuelta a su madre, mientras bajaba del auto, empapando a la abuela June con un gran abrazo.

Mientras bajaban las maletas (sin ayuda de su madre, para variar), Ellie notó la mirada de dos mujeres en el apartamento consecutivo al suyo. Una chica de su edad y quien parecía ser su madre o al menos familiar suya, una siendo la copia de carbón de la otra. Después de lo que parecía un pequeño desacuerdo entre ellas, la menor bajó las escaleras desganada para llegar hasta su familia. Su presencia era imponente, de rasgos asiáticos, al menos cinco centímetros más alta que Ellie, mullet negro y desordenado, con ropa igual de oscura y tres tallas más de lo que Ellie asumía que era.

—Hola, ¿necesitan ayuda? —. De cerca era más linda y su voz era más dulce de lo que esperaba—. Soy Diana, Diana Kasemsuk—. Diana extendió su mano hasta la castaña, quien la recibió y saludó con entusiasmo.

—Ellie Dawson, mucho gusto. Y, sí, necesitamos ayuda. Mi madre parece estar más ocupada poniéndose al día con mi abuela—. Juntas las chicas levantaron bolsos, maletas y hasta cajas llenas de cosas hacia el apartamento 22B, en la quinta puerta a la izquierda del segundo piso de aquel condominio que June Dawson manejaba desde hace veinte años.

Entre los cuatro, (su padre, su hermana, Diana y ella) llevaron las cosas a los respectivos dormitorios. El departamento era más pequeño de lo que creía, y su habitación era la mitad de lo que tenía en Georgia, pero era aceptable. El apartamento 22B constaba de un baño, una sala de estar/comedor, cocina diminuta y dos habitaciones con balcón, para el agrado de Ellie no tuvo que compartir cuarto con Sadie, tenía aquel pequeño espacio para sí misma por al menos tres meses mientras que la menor dormía con sus padres. Mientras observaba la habitación cruzó miradas con Diana, quien dispuesta a irse en silencio caminaba hacia la puerta, deteniéndose ante la mirada de la castaña.

—Uh, creo que debo irme, si necesitas algo mi balcón choca con el tuyo, a la derecha. Adiós—. Se despidió con un pequeño gesto y básicamente escapó en silencio hasta su departamento, sin importar el poco tiempo que habían pasado juntas y las pocas palabras que intercambiaron ya le caía bien, al menos ya conocía a alguien de su edad en la isla.

El día pasó rápidamente acomodando cosas y sacudiendo el polvo, y cuando dieron las 9:00 p.m. toda la familia estaba cansada. Ellie se lanzó a la cama ya bañada y cambiada, aún con el cabello mojado. Le dolían los brazos por cargar cosas, su madre había empacado muchas más cosas de las necesarias para unas vacaciones de tres meses y no se había molestado en ayudarlos a acomodar, parecía que se estaba mudando. Miró el reloj; eran pasadas las nueve y media, los ojos le pesaban. Sin darse cuenta se quedó dormida profundamente, aunque pequeño, aquel lugar se sentía como un hogar, tan rústico como en las fotos de la entrada.


✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧♡₊˚ 🦢・₊✧₊˚♡⊹ ࣪ ˖

primer capítulo¡!
este es un proyecto en el que llevo trabajando por bastante tiempo, y por fin ha tomado el rumbo adecuado. <3

Entre olas y casas abandonadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora