Dos.

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Todavía estaba perplejo. Acababa de entrar, de decir unas cuantas palabras estúpidas, y el al parecer asesino ya estaba confesando. Iba a preguntar algo, pero el hombre siguió hablando.

—¿Sabe ese sentimiento de no solo amar a alguien, sino saber que es lo mejor que te pudo haber pasado en la vida, venerarlo, y querer darle todo aquello que deseara? Pues eso era lo que yo sentía por ella. Eso y mucho más.

>>Ella se llamaba Blanca, y la amé como usted no tiene idea.

Lo miré aún más impresionado. Esperaba que mis compañeros estuvieran anotando todo*. Desde hace un rato había vuelto a su posición inicial, la de mirar a la mesa y hacer como que nada ni nadie estaba a su alrededor, por lo cual no podía ver sus ojos.

—La maté anoche. Había sido un buen día, o al menos para ella. Supongo que de esos días buenos para morir, aunque no sé si exista un día bueno para morir, ya que igual no sabrás que es el día en que vas a morir. Perdón, me estoy saliendo del tema. Volviendo, había sido un buen día para ella, pero malo para mí. Ayer era nuestro aniversario, cumplíamos cuatro años de noviazgo. Ella me había dicho que estaba de viaje por su trabajo. Era abogada, una muy buena. También dijo que estaría en la noche, que fuera a su casa, que tendríamos una cena romántica como las de nuestro primer año. Me pareció la mejor idea que pudo haber tenido. Nuestra relación estaba de mal en peor, cada vez nos veíamos menos y peleábamos más. Ella por su lado en su trabajo, y yo por el mío en la Universidad. Ah, era mayor que yo por cinco años.

>>Esa noche, cuando fui a visitarla, escuché gritos desde su casa cuando caminaba por el patio. Pensé que la estaban asaltando. Pensé en un loco queriendo violarla. Pensé en un imbécil queriendo matarla.

>>Pensé en todo, menos que tenía una amante. Todo menos que yo sería su asesino. Y todo menos que era parte de un plan.

*En la época de esta historia no habían cámaras.

Muere, Blanca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora