Tres.

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—¿De qué plan? —pregunté, pero él tan solo me ignoró.

En los pocos años de experiencia que tuve en la Universidad, sabía que la mayoría de los criminales prefieren ponerlo todo en papel. Por alguna razón, ese no fue el caso de este tipo. Hablaba como si estuviera en el hecho y tan solo lo estuviera relatando mientras lo hacía todo.

—Ella me había dado la llave de su casa, así que pude entrar sin problemas. Las vi a las dos desnudas, en la cama que nosotros compartíamos cuando nosotros dos nos encontrábamos. Creo que en ese momento algo salió en mí, eso que había estado reprimiendo desde que, cuando era pequeño, aquel doctor le dijo a mi mamá que tenían que internarme, pero ella solo lo ignoró y nos mudamos. Fui a la cocina, saqué uno de los cuchillos y una soga. Regresé, las amarré en dos sillas y las torturé hasta matarlas.

>>No lo voy a negar: disfruté mucho matándolas. ¿Sabe de ese dolor inexplicable qué sientes cuando alguien te lástima? Pues yo se lo devolví, pero aún peor. Maté primero a su amante, con ella viéndolo todo. Como fui carnicero en una parte de mi juventud gracias a mi padre, sabía cómo despellejar un cuerpo, además de como mutilarlo. Lo que él no me enseñó fue como hacerlas sufrir más, eso lo aprendí por mi cuenta. Corté cada extremidad lo más lento posible, oyendo sus gritos y saboreando todo su dolor. Las personas son más expresivas cuando están sufriendo que cuando son felices. Tal vez porque la felicidad la envidian, pero el sufrimiento lo compadecen.

>>Luego le hice lo mismo a ella. Y luego lloré. Si, lo disfruté, pero después del momento no es lo mismo. Vienen los remordimientos. Aún más cuando sabes por qué razón eras parte de un plan.

Hablé.

—¿Y cuál es esa razón?

Él sonrió. Y yo deseé huir de allí.

—Cuando ya las dos estaban muertas y despedazadas, me quité los guantes y delantal que me había conseguido. Y el teléfono sonó.

>>Tuve miedo de quién podría ser, pero igual atendí. Un hombre me dijo 'Buenos días, nuero'. Yo ni sabía que Blanca tenía un padre, o al menos que lo conocía, siempre cambiaba de tema cuando se lo preguntaba. Excepto por una vez, qué me dijo que era una importante figura política. Tan solo sé qué jamás olvidaré lo que me dijo. En verdad, ni siquiera me creo capaz de decirlo. ¿Podría darme el bolígrafo y papel?

Lo deslicé por la mesa. Comenzó a escribir de inmediato.

Después de escuchar por un rato el sonido del bolígrafo moverse contra el papel, me entregó la hoja. La leí sin pensarlo.

"Mi querido nuero, no creas que no sé todo lo que acabas de hacer. Pero tranquilo, no irás a la cárcel. Tal vez al infierno, pero no a la cárcel. Aunque no lo creas, todo esto fue algo fríamente calculado por mí. Pensaras, ¿qué clase de padre quiere matar a su hija? Pues yo soy del que cree que el fin justifica los medios. Mi hija sabía demasiadas cosas sobre mí. Sabía sobre el narcotráfico de aquí a México, sabía del dinero que yo robaba, sabía hasta de mi plan para asesinar al presidente. Pero fue demasiado estúpida como para delatarme; en vez de eso, tan solo me pidió dinero a cambio de su silencio.

Fue muy fácil deshacerme de ella. De hecho, ni siquiera lo hice yo. Lo hizo "el amor de su vida", hasta sin yo ordenarlo. Gracias por este favor, Steven. Te juro qué jamás lo olvidaré".

Ahí colgó.

Muere, Blanca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora