-¡Nuria! ¡Nuria!
Cathy levantó el brazo para que Nuria la viera, todo lo alto que pudo, pero no fue suficiente.
La última clase nocturna del instituto Son Pacs terminaba demasiado tarde, a las nueve y media de la noche. Volver a casa sola no le apetecía nada a Cathy, en cambio bajar entre la hierba reseca de los márgenes de la autopista para ver como Nuria pintaba sus obras con enormes letras doradas a una velocidad de vértigo era algo flipante, sobre todo cuando tenían que irse corriendo porque un coche de la bofia les ponía las luces. Los maderos nunca intentaban detenerlas, solo querían que se largaran de los lugares donde les veía la gente que iba en los coches, pero las grafiteras tenían que pintar donde se viera, joder, no debajo de los puentes donde se metian a dormir los vagabundos de Ca l'Ardiaca. De todas formas, Nuria solía obedecer, o simplemente cambiaba de lugar. Le convenía llevarse bien con la bofia.
-¡Nuria!
La chica de la gorra calada hasta las orejas la oyó, por fin. Llevaba una mochila en la espalda que debía pesar una tonelada. Se detuvo junto a la entrada de la cárcel nueva y la esperó con las manos en los bolsillos de la sudadera.
Cathy aceleró el paso. Ahora ya podía bajar la guardia. Últimamente estaba de moda el rollo ese de "camina sola por la noche" y "quiero poder volver a casa borracha". ¡Y una mierda! Las feministas lo usaban como eslogan, pero Cathy pensaba que no servía para nada, porque había tíos, y ella conocía a más de uno, que se cagaban de miedo por la noche en una calle solitaria. Así que no era solo cosa de mujeres, ahí se equivocaban las feminazis.
-¿Porqué no me has llamado, tía? - gritó, antes de darle un beso en la boca. A Cathy le encantaba asustar a Nuria, hacer como si estuviera muy cabreada y después empezar a morreársela.
-No iba a salir - dijo ella, mirándola extrañada mientras intentaba averiguar si de verdad Cathy tenía un mal día. -Pero no aguantaba más a mi viejo. Todo el día calentándome la cabeza, tía, de verdad.
Mientras tanto, Cathy le olisqueaba el cuello. Le encantaba su olor. Los coches pasaban por su lado y ellas dos ahí, sobre la acera. El tiempo parecía haberse detenido.
-Me estoy meando - dijo de pronto, y luego se echó a reír.
Nuria se rió también. Sin decir palabra, Cathy se dirigió hacia la valla metálica que delimitaba la autopista y la apartó por un lugar que alguien previamente, no se sabía ni quién ni cuándo, había cortado con una cizalla. Pasaron las dos con cuidado, las puntas de alambre sueltas podían joderte la cara, le había pasado a más de uno. Antes de bajar por la pendiente de tierra que conducía a la base del puente Cathy se bajó los pantalones y las bragas y se agachó.
-¡Espera, viene alguien! - gritó de pronto Nuria. Cathy se levantó enseguida, subiéndose los pantalones.
-¡Joder, menos mal que no había empezado!
Su amiga se echó a reír a carcajadas.
-¡Mierda! ¡No me jodas!
-¡Lo siento, tía! - dijo. -¡No he podido aguantarme!
Cathy volvió a agacharse de nuevo.
-Como venga alguien de verdad no pienso levantarme. Me van a ver bien el culo...
Al terminar siguieron el camino de tierra alumbrándose con los móviles. Era una noche sin luna, la menos adecuada para pintar, pero cuando a Nuria le entraba la fiebre nada le impedía salir, solo la lluvia, lloviendo era imposible.
Nuria era All-city, en el argot grafitero la mejor de la ciudad, y eso le confería el status de poder hacer beef a quien le diera la gana, tapar las obras de otros writers para dejar la suya.
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THE BLACK BOOK. UNA HISTORIA DEL METAVERSO
AventuraUn black book es un cuaderno donde l@s grafiter@s realizan los primeros esbozos de sus dibujos. Generalmente se enseñan para mostrar su estilo a otr@s grafiter@s. También es como una especie de "diario de graffitis" de manera que se puede ver cronol...