Capítulo 6

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De los veinte hombres que pertenecían a la Armada Kinkaku, ahora solo había tres completamente vivos, respirando y de pie frente al hombre que estaban emboscando, dejando con un total de diecisiete bajas al grupo liderado por los Hermanos de Oro y Plata, que miraban al Nidaime Hokage sin demasiada sorpresa en su mirada. Habían anticipado que el Hokage podría llegar a ser una molestia y vieron las formas de mantener las bajas al mínimo. Y aquel había sido el mínimo estándar que los hermanos vieron más viable.

Por supuesto, aquella lucha fue pareja en todos los sentidos, salvo en el de la experiencia. Los diecisiete muertos a los pies de los tres miembros de la Armada Kinkaku restantes demostraban la habilidad que poseía, pese a su edad, el Nidaime Hokage de Konohagakure no Sato, quien estaba al otro lado del río de cadáveres mostrando la falta de aliento, heridas visibles y un desgaste en su chakra. El Senju había usado todo su arsenal para mantener a los traidores de Kumo peleando con él y no se había rendido en ningún momento, reduciendo los huevos y fallos humanos a lo mínimo en todo momento.

Tobirama siempre fue un hombre calculador, de mente táctica sobre el terreno y con los pies en la tierra, algo que su hermano mayor Hashirama nunca supo lograr y su mente siempre fue demasiado enfocada en encontrar la paz entre las aldeas, algo que incluso Tobirama nunca tuvo en su agenda. Para obtener dicha paz, haría falta de un poder demasiado enorme para mantener al resto de los líderes completamente bajo control, y eso solo lo volvería como un sueño, un período que terminaría cuando la figura o figuras de poder murieran.

Gracias a sus pensamientos enfocados en el momento y la realidad y gracias a su mente táctica y analítica, el segundo de los Senju empezando por arriba pudo mantenerse al día con los hombres y mujeres de la Armada Kinkaku el suficiente tiempo como para que sus compañeros pudieran escapar de la zona de conflicto, incluso cuando su viejo cuerpo ya estaba lleno de heridas y desgastado por los diecisiete shinobi muertos a los pies de los Hermanos de Oro y Plata.

―Debemos felicitarte por tu actuación―Kinkaku admitió, mirando a Tobirama todavía de pie, con un kunai en el estómago y otro siendo sujetado por él mismo con su mano derecha―. Has mantenido el tipo incluso contra nosotros, que estuvimos en el estómago del Kyubi por un tiempo y obtuvimos más fuerza. Matar a diecisiete de nuestros hombres, es un mérito que sin duda no cualquiera puede lograr.

Kinkaku chasqueó los dedos y el último subordinado con vida se movió para terminar con la vida de Tobirama, quien estaba al borde de la muerte, en la orilla frente a las puertas del otro lado, sintiendo el frío aliento del Shinigami.

"No importa si muero. No importa si no soy recordado. El futuro ha sido garantizado"

La sangre brotó de la boca del Senju cuando este gritó, atravesando el cuello del subordinado de los Hermanos sin pestañear siquiera, sintiendo a su vez como el kunai que llevaba atravesaba su cuerpo, cortando su piel e hiriéndolo, quedando incrustado en su abdomen izquierdo, entre sus costillas.

Tenía un pulmón perforado.

―¡Gha!

La sangre chorreó, roja, hacia el suelo cuando el Senju se inclinó hacia adelante dando un paso tembloroso, vomitando un río rojo que se extendió en un charco bajo sus pies mezclándose con la sangre de sus enemigos.

―El viejo ya está muriendo, hermano―señaló Ginkaku, mirando a Kinkaku―. Dudo que el hombre de un paso más. Ya está por caer como un árbol talado.

―Si...eso es cierto, hermano―Kinkaku descruzó los brazos y comenzó a caminar hacia el herido Tobirama, sorteando los inertes cuerpos de sus compañeros―. Deberías haber muerto ya hace unas horas, viejo. Pero has usado tus clones, tus movimientos y has intentado causar desorden entre nosotros. Diría que eres un buen shinobi, si me permites decirlo. Y has acabado con todos los shinobi rango A de nuestro grupo. Lamentablemente, nosotros somos rango S.

El brazo de Kinkaku se movió y el grito lacerante, lleno de dolor, escapó de la boca de Tobirama. El shinobi de Kumo había tomado el kunai en su costado y lo había arrancado sin miramiento alguno, provocando que más sangre emergiera del cuerpo del líder de Konoha y que manchara el suelo que pisaba. Algo que el líder de la hoja no pareció darle mucha importancia a pesar del dolor, pues devolvió el golpe asestando un jab contra el rostro de Kinkaku antes de caer sobre sus rodillas, sintiendo la humedad de la sangre.

―¿Incluso vas a pelear ahora? ¿Medio muerto?―Kinkaku limpió la sangre de su mentón y miró sus dedos manchados. El tipo estaba siendo incluso mucho más duro de lo que había pensado y seguía luchando contra ellos al borde de la misma muerte―. Voy a admirar eso, Nidaime Hokage Senju Tobirama. Eres demasiado testarudo para aceptar una muerte y demasiado cabezota para simplemente caer sobre tu sangre y morir―la mano de Kinkaku tomó el cabello de Tobirama y le obligó a levantar la mirada―. Pero ahora te estas ahogando en tu propia sangre y vas a morir. No importa lo que pase. Tu ya no protegerás Konoha y Kumo seguirán las hostilidades porque la firma de la paz nunca ha sido tramitada y tu aldea pensará que fue la nube quien te asesinó. Muere sabiendo que serás el causante de más muertes, Senju Tobirama.

El trueno rugió y el cielo se iluminó con una luz azulada intensa. Las gotas de agua comenzaron a caer, diluyendo lentamente la sangre sobre las rocas, fundiéndose con la misma y volviéndola más clara de lo que era al inicio.

"Todos terminan muriendo" Tobirama miró el cielo. Sentía el agua helada cayendo sobre su piel y el dolor no arremetía, creando un conjunto de sensaciones incómodas y que, al mismo tiempo, le impedían cerrar los ojos y partir hacia el otro lado. "Mi padre y mis hermanos murieron. Ahora, es mi turno. Pero debo admitir...que no fue una mala vida y he dejado el futuro en buenas manos...¿verdad, Hashirama?"

Todos los shinobi terminaban abrazando a la muerte en algún punto de sus vidas. Aquel era el momento de Tobirama, quien estaba observando el rostro de su hermano en el cielo sobre su cabeza, con la sonrisa más grande que alguna vez había visto. Parecía estar feliz, incluso para estar muerto y no haber logrado la paz.

"Lo siento hermano, no pude obtener la paz y dudo que alguna vez se logre. Espero que Hiruzen y los demás...sigan con tu legado"


*Nota de Autor: espero hayan disfrutado, nos vemos por el amplio universo de las letras

Senju TobiramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora