Capítulo 12

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¿Cómo se puede curar un corazón roto? ¿se podía rechazar un lazo que ella misma había pedido al universo?

Jisoo no sabía como responder a estas preguntas. Su pecho estaba acongojado y su corazón latía como una locomotora devocada. La razón, una chica alta y rubia que no habia visto desde hace exactamente cinco años. No entendía que hacía allí, en medio de toda la gente como un hada llena de luz llamándola como si fueran una abeja a la miel.

Era tan extraño verla ahí, en su entorno, más aún después de haber jurado que no volvería a Corea y mucho menos a Jeju. Encontrarla así, sin más fue como un golpe en el estómago. Por Tanit, hasta se había quedado sin aire para respirar.

Quiso salir de ahí sin que la viera, pero si algo tenían ambas era una conexión extraña y sus cuerpos se sentían incluso antes de mirarse. Para cuando sus ojos se cruzaron, Jisoo supo que estaba perdida.

Incluso cuando su hermana volvió y la invitó a irse con ella y con Lisa, decidió quedarse para no hacer mal tercio con ellas, pero también porque no quería parecer una cobarde delante de la rubia. Aunque incluso se le había bajado la presión. Eso era tan exagerado. ¿Cómo es que con tanto tiempo lejos, aun no podía controlar su cuerpo?

— Así que... ¿quién es Lisa? — oyó su voz y aunque fue bajo, no pudo moverse.

— ¿Por q-qué? ¿Acaso t-te importa? — respondió intentando recuperar su voz dentro de toda la gente que rodeaba a la rubia pidiéndole autógrafos, había olvidado que ahora era considerada la "flor nacional"  después de haber ganado varias medallas y haberse unido a la selección para los olímpicos.

Ahora tenía lo que quería. Fama, dinero y patrocinadores qué darían todo por una campaña con ella como rostro. Más que una deportista ya era una celebridad. Por fin había vuelto su sueño realidad.

—Por un momento creí que ya no tartamudeabas

—Qué desilusión ¿no?

—Chu...

—¿Te-te hubiera gustado más si dejara de tartamu-mudear? ¿Eh?

—Yo no he dicho eso —se defendió ella—. Lo que pasó en Londres…

—No hablo de Lo-Londres. Hablo de ti. A ve-veces, no hace falta hablar. Aunque, n-no es c-como si la gran Roseanne Park p-pudiera estar interesada en a-alguien como yo.

Rosé la miró sorprendida y también algo dolida. Jisoo nunca antes le habia hablado así. Pero todo era su culpa y no podía discutir. — Creo que tu y yo tenemos cosas pendientes.

— yo no lo creo — La tensión era palpable.— pero fue bu-bueno verte s-supongo.

Empezó a caminar tomado toda su fuerza de voluntad y aunque vió su amago de seguirla, agradeció que sus fans no la dejaran.

Ella solo quería correr a la playa. Meterse al agua para calmar a su absurdo corazón y así lo hizo. Tomo su auto y prácticamente se lanzó hacia el lugar que desde niña había sido su refugio. La playa cerca de Seongsan Ilchulbong en las faldas de la colina donde estaba su casa y sin meditarlo más se introdujo en las olas para refrescar su mente y su aturdido corazón.

El contacto con el mar siempre había sido una buena terapia para ella. El problema era que incluso ese lugar, su lugar. Le recordaba a Rosé. Porque ahí se habían conocido. Ahí había iniciado todo, con un maldito hechizo de amor, hace más de dieciocho años y aun lo recordaba como si hubiera sido ayer.

Cada momento. Cada verano compartido. Hasta el último antes de que se fuera a Inglaterra después de la muerte de su madre.

Si las cosas hubieran quedado ahí, tal vez no habría tanto dolor en su corazón. Porque al margen de todo ese día se había cumplido su deseo. Su hada le había dado su primer beso real... Y ese era su recuerdo más precioso.

 BRUJAS DE SAL | PARTE 1 | JENLISA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora