Capítulo 02: La guerra

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Bosque de Savernake, Wiltshire, Inglaterra, Dodbringende.

Tiempo presente:

08 de diciembre de 2004.



Estefanía Dankworth estaba acurrucada en la cama. Ya no se encontraba en el cuarto del sótano. Su tía le había asignado la habitación más grande de la casa para que su estancia fuera agradable. Aunque su tía le ofrecía todas las comodidades, la infanta no se sentía a gusto en esa casa. Ella extrañaba su hogar en los acantilados de Moher, pero, sobre todo, extrañaba la presencia de sus padres.

Anhelaba escuchar una vez más las notas del piano de su madre y sentir las melodías de la primavera junto a los jazmines del jardín. ¿Por qué la vida era injusta? Todo pasó muy drástico, aún no asimilaba su nueva vida. Estuvo en un estado de hibernación por mucho tiempo y despertó en una era diferente a la que vivió. Pero ¿por qué fue sometida en ese sueño profundo?

Los toquidos de la puerta retumbaron entre las paredes del cuarto, alertando a la infanta. Estefanía se tapó con una sábana, simulando que aún estaba dormida por los tranquilizantes que le habían administrado los médicos. No quería ver a nadie, ni siquiera a su tía. De todos modos, la puerta se abrió. Estefanía contó del uno al diez para que el sonido de las pisadas desapareciera, pero sintió el colchón hundirse en su lado derecho. La mano de su tía acarició su cabeza, desprendiendo la sábana que estaba encima de su rostro.

Lucy Kavanagh la observó dormida, con los ojos hinchados de tanto llorar. La conocía perfectamente; solo estaba fingiendo para no hablar con ella, pues su sobrina siempre se dormía boca abajo, igual como lo solía hacer su madre.

—Estefanía, tenemos que hablar —dijo sacudiéndola por los hombros—. No puedes invadir el tema...

—¿Invadir el tema? —objetó, sentándose en la cama—. Al contrario, quiero saber qué sucedió. Sin embargo, no sé si estoy preparada para oírlo. ¡Solo soy una niña! ¡Una niña de siete años que se ha quedado huérfana y que no sabe la verdad de su familia!

—¿Verdad? ¿Cuál verdad, cariño?

—Mi madre me enseñó ser analítica —la mencionó con dolor, aguantando las ganas de llorar—, o bueno, algo parecido a ser analítica. Ayer, cuando me citaste en la biblioteca, escuché términos que desconozco.

Lucy Kavanagh se puso seria y apartó su mirada. La situación la preocupó, pues su hermana decidió ocultarle la verdad a su hija, en especial sobre sus orígenes por parte de su madre biológica. Luisa no quería que su hija se involucrara en asuntos de fuerza mayor, inclusive del lugar en donde su padre, Arthur Kavanagh, había gobernado.

—¿Términos?

—Así es —respondió segura—. ¿La Atlántida? ¿Lideresa de los guardianes de Dodbringende? ¡¿Qué significan?!

Lucy suspiró, mirando hacia los ojos de la infanta. Pensó si era conveniente en decirle la verdad. Por un lado, estaba decidida a respetar la decisión de su hermana, pero, por el otro, estaba fascinada en contarle sobre el fantástico lugar que lideraba. Lucy Kavanagh era consciente de que Estefanía Dankworth, algún día o cuando fuese mayor de edad, descubriría la verdad por su propia cuenta. Su futuro era inevitable. Así que se colocó en los zapatos de su sobrina y le habló con la verdad, pues las dos odiaban las mentiras y las detestaban a muerte.

—Primero, antes de explicarte todo, debes prometerme de que no le dirás a nadie sobre esta plática. Las personas comunes no saben la existencia de este lugar. Si los mortales logran saberlo, esto podría traer terribles consecuencias, como las guerras, el caos y muchas muertes.

Los Secretos de Skógarfors: El Collar Sagrado de Skógarfors [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora