𝗣𝗋𝗈̀𝗅𝗈𝗀𝗈

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— Esto debe ser un error, esto es estúpido —dije al ver a mí madre sentarse en una de las sillas del comedor.

— Nicholas... por favor.

Dijo Angel cansada de mi actitud o probablemente de su trabajo, o las dos cosas al mismo tiempo.

— Tú puedes ir, yo no, mamá. Tú sabes lo difícil que fue para mí acostumbrarme aquí... a este entorno—me cruze de brazos con clara molestia a la situación— no me quiero ir, mamá... no quiero pasar por lo mismo otra vez.

— No tenemos otra opción, Nick —hablo con un tono calmado, me relajo un poco y me senté frente a ella— en Virginia conseguí una mejor oferta de trabajo, es un buen hospital y nos dará una mejor oportunidad de vida.

Tomo mis manos y me vio a los ojos, esperando que me calmará y dijera algo— Nos mudamos hace dos años de ahí... dijiste que venir aquí nos daría una mejor oportunidad de vida.

— Lo sé —suspiro— pero las cosas jamás son como uno quiere, cariño. Y por algo pasa las cosas.

Sonrió levemente y se levantó para darme un reconfortante abrazo, yo igual la abracé— Te amo mucho, mi niño.

Sonreí al escuchar eso y la mire con una sonrisa tierna— Yo también te quiero mucho, mamá.

Dejo un beso en mi frente para después separarse de mi, me acomodo el cabello y camino a la cocina.

— ¿Tienes hambre? —me pregunto y yo asentí— Haré pasta y unos sandwiches.

— Buena elección, Chef —rei y me levanté de la mesa— voy a estar en mi cuarto.

Subí las escaleras hacia mi habitación y cerré la puerta, me tumbe en la cama aún molesto por la noticia de mi pronta mudanza. Nos habíamos mudado de Virginia a Arizona cuando yo tenía catorce, mis padres se habían divorciado un año antes y mi madre estaba buscando mejores ofertas laborales en hospitales fuera del estado. Ella es una buena doctora y pediatra, que tuvo que estar con un porquería como lo es mi otro parental.

Me quede pensando en como era mi vida en Virginia mientras miraba el techo de mi habitación y a mí mente vino un nombre Larissa.

Ella era mi mejor amiga desde los diez años, íbamos a la misma escuela y nuestra madres eran amigas. Pero, no sabía nada de ella y su familia desde que me mudé y comencé a sentirme como un imbécil por olvidar a una chica tan importante para mí, mi recuerdo de Issa es que era tan dulce y amable como era su madre.

Me paré rápidamente de la cama y me acerqué al armario, abajo había una caja de recuerdos que comencé hacer junto Issa seis meses antes de mudarme. Saque la caja y me senté en el suelo abriéndola y ver lo que había guardado en ella.

Lo primero que saque fue una foto de Larissa y yo cuando nos conocimos, estábamos disfrazados igual que Dipper y Mabel Pines, como ellos lo estaban en el especial de Halloween. Me reí al ver la foto y recordé cómo nosotros habíamos convencido a nuestras madres para disfrazarnos así, la siguiente cosa que saqué fue mi antiguo teléfono y llegó un recuerdo a mí que en su momento no me dejaba dormir.

𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 ᵇʸ ᵃˣᵉˡᵉᵗᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora