Las personas a mi alrededor solían hablar de la existencia de un hilo rojo, no uno cualquiera, sino un hilo que el destino colocaba en dos personas destinadas a encontrarse. Dos almas gemelas.
He conocido muchas personas que creí eran mi alma gemela, pero nunca he logrado sentir algo tan fuerte como lo que suelen describir es el amor. Mi mundo siempre era aburrido, lleno de silencio y soledad cubierta por el vapor de la cocina y mis intentos por sentir algo.
Eso fue hasta que Rody llegó a mi vida. Siempre he sido tan estricto con mi personal, pues no suelo contratar a cualquiera porque no deseo gente incompetente en mi restaurante. Pero este hombre se veía tan desesperado, y esos ojos brillosos que rogaban el puesto no me permitieron dudar ni un segundo en contratarlo.
Rody es algo torpe, le es difícil atender a las personas a veces cuando es demasiado. Pero lo ha estado haciendo bien, o eso creo, no puedo dejar de enfocarme en la inmensa alegría que me da simplemente verlo.
Me encantaría poder tener una conversación cotidiana con él, pero siempre me pone tan nervioso y termino actuando cortante. Aún así, él es muy dulce conmigo. El día de hoy estoy sentado afuera del restaurante, son las ocho y media de la noche cuando doy una calada a mi cigarrillo.
Me siento ansioso, pero no encuentro la respuesta a “¿De qué estás ansioso?”.
— ¿Estás bien?
Doy un pequeño sobresalto ante la voz de Rody, siempre ha sido suave, pero realmente no esperaba verlo en este momento. Mis mejillas se sonrojan levemente y asumo que es por la vergüenza.
— Claro qué lo estoy. ¿Qué haces aquí? Pensé qué te habías ido a casa.
— Ah, no tengo dinero para ir en bus y estoy muy cansado para caminar.
A veces me pregunto si este chico siquiera tiene de comer, es algo que honestamente me preocupa. He notado que no le agrada el olor del humo, por lo que apago mi cigarrillo y lo miro, intentando verme desinteresado.
— Si quieres, te puedo llevar en mi auto.
Ahí están esos ojos brillantes y resplandecientes que me hacen derretir, ese sentimiento inexplicable de sudor y nervios que me causa.
— ¿Lo harías?
— Si no quisiera, no te lo hubiera dicho.
Respondo con sarcasmo, pero él se acerca y me abraza. No puedo decir si me está apretujando y duele o si realmente se siente como en casa al estar en sus brazos. Inconscientemente mi cuerpo se relaja y cierro los ojos unos segundos, Rody se ve ligeramente sorprendido.
— Creí qué no te gustaban los abrazos.
Me tensé y alejé por la vergüenza qué sentí, acomodando mi uniforme.
— Solo…entra al auto y ya. Estoy cansado, quiero irme a casa también.
Pasaron unos minutos y ambos nos encontrábamos en mi auto, lo observo discretamente mientras se abrocha el cinturón y me sonríe dulcemente cuando lo nota. No puedo quitar mi mirada de él.
Mis manos tiemblan levemente en el volante. Estoy comenzando a sentir que realmente me gusta este hombre, y no se qué hacer al respecto. Trago saliva y niego con la cabeza para relajarme, arrancando el coche y comenzando a conducir en esta preciosa noche.
— Hey, Vincent. ¿Te dijeron alguna vez que eres bonito?
Casi desvío el auto ante el comentario, mi corazón se acelera repentinamente y me doy vuelta rápidamente a mirarlo como un búho atento.
— ¿Te parezco bonito?
— No me pareces, yo pienso que eres lindo. Es un hecho.
Noto un pequeño sonrojo en sus mejillas y siento que me voy a derretir de la emoción, nunca había visto a alguien hacer de una expresión cualquiera una especial. Al menos, es especial para mí si viene de él.
— …Yo también pienso que eres bonito.
Él parpadea sorprendido y luego da una pequeña risita, lo cual me llama la atención mientras sigo conduciendo, pero lentamente. Quiero que esté momento dure para siempre.
— Eres tan lindo que no puedo evitar reírme de como me siento, ¡mi corazón va a explotar!
Mis mejillas se colorean igual que las suyas, y sonrio como un idiota mientras rio junto a él. Lo que siento no es una simple alegría, siento un fuerte sentimiento enlazado a Rody, un sentimiento qué solo él puede generar en mí con simplemente estar aquí.
Él es tan precioso, es el hombre más precioso que he visto. Esto no es una fase, nunca va a cambiar, estoy completamente hechizado por Rody y lo estaré siempre. Pero adoro estarlo, adoro sentir que mi corazón le pertenece a alguien tan dulce. Al finalizar de reír, él sonríe e inclina su cabeza
— Vince, ¿no crees que en otra vida también nos hemos conocido? Siento qué llevo años sin sonreír tanto hasta que te conocí.
Su pregunta me sorprende, pero siento chispas entre mis dedos.
— Estoy seguro de eso, Rody.
Mi mano suavemente acomoda un mechón de mi propio cabello, y siento un pequeño tirón que llama mi atención. Al ver a Rody, él está haciendo exactamente lo mismo que yo. Hay un hilo entre nuestros dedos que se mueve lentamente cuando Rodi voltea a verme curioso.
— ¿Qué pasa, Vince?
— ¿Siento tu energía recorrer mi cuerpo. Suena extraño?
Rody me mira algo sorprendido, luego ríe tímidamente y es pequeñas palmadas en mi hombro.
— No lo sé, ¡pero yo siento lo mismo! Debemos ser dos raros, pero juntos.
Mi corazón se emociona ante la palabra “juntos”, solo él y yo, solo nuestra rareza entrelazada.
— Adoro saberlo.