Capitulo 1

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-¿Estás segura de que es aquí? - me pregunta mi hermano Rosco cuando llega al restaurante.

- Sí. No abre hasta dentro de una hora, pero me dijeron que llegara temprano. - le explico mientras busco mi bolso.

Me toma la mano y me quedo mirando la pulsera de cuero que lleva en la muñeca. El cordón negro lleva ahí tanto tiempo que los bordes se han desteñido, pero Rosco nunca se la quita.

- No me estarás mintiendo, ¿verdad?

No hago contacto visual mientras me zafo de su agarre. - Por supuesto que no. Gracias por traerme. Date prisa o llegarás tarde.

- Bien. Estaré aquí cuando termines. No me hagas esperar. - me ordena mientras salgo del coche.

Siento sus ojos clavados en mí mientras camino hacia la entrada del restaurante y llamo a la puerta de cristal. Hay un cartel que indica que está cerrado, pero, por suerte, alguien viene de la parte de atrás y abre la puerta. Probablemente tenga cerca de mi edad, lo que me alegra. En mi experiencia, los adultos hacen demasiadas preguntas.

- Lo siento, está cerrado. - dice el tipo, y saludo a Rosco.

- Escuche, sé que no está abierto, pero mi hermano cree que trabajo aquí. ¿Podría dejarme entrar hasta que se vaya? - Le dedico al tipo mi mayor sonrisa con ojos suplicantes. - Por favor.

El tipo mira el coche de Rosco y luego vuelve a mirarme. - ¿Estás metida en algún problema?

- No, solo es sobreprotector. - Sonrío de nuevo y, al cabo de un segundo, el tipo abre la puerta y entro.

Veo por el rabillo del ojo que Rosco se aleja de la acera y se marcha. Respiro aliviada, le doy las gracias y me voy.

- ¿Segura que estás bien? - me pregunta, y asiento.

- Absolutamente.

Una vez afuera, empiezo a caminar en dirección a las tiendas que hay al otro lado del restaurante. No está demasiado lejos, pero lo suficiente para que Rosco no sospeche. Siempre me ha rondado desde que tengo uso de razón, pero ha empeorado desde que cumplí dieciocho años. Es como si ahora que tengo la capacidad de irme, apretara su agarre más fuerte que nunca.

No sé por qué le preocupa tanto que me vaya, porque ¿adónde iría? Es varios años mayor que yo y la mayoría de la gente cree que es mi tío. Solía preguntarle qué les había pasado a nuestros padres, perolo único que me decía era que se habían ido, así que dejé de preguntarle. Siempre hemos sido nosotros dos, y él es todo lo que conozco.

No ayuda que esté enojado porque he conseguido un trabajo, pero no puedo seguir dejando que pague todo. No sé exactamente a qué se dedica, pero sé que trabaja para alguien muy importante, y cuando la gente nos ve por la calle, se aparta. Nunca he tenido miedo de Rosco, pero hay una verdadera sensación de peligro que acecha bajo la superficie.

Cuando veo el lugar más adelante, respiro hondo y me recuerdo que no pasa nada. Lo hago por dinero y para que Rosco no tenga que trabajar tanto.

El timbre de la puerta suena cuando entro, y el tipo que está detrás del mostrador deja su libro y me mira fijamente.

- ¿Tienes identificación? - me ordena, y asiento.

En realidad, no es mi identificación, sino la de mi mejor amiga.
Shelby y yo tenemos dieciocho años, pero quería que supieran mi verdadero nombre. A veces, cuando la gente lo ve, ponen mala cara o se queda muy callada, así que decidí que la mejor manera de conseguir este trabajo sería hacerme pasar por Shelby.

- Aquí. - Se la entrego y el tipo lo mira durante un buen rato antes de devolvérmela.

- ¿Vienes a trabajar o a comprar? - Su tono no ha cambiado desde que ladraba órdenes, así que supongo que es su forma de hablar.

- Trabajo. - le digo, y asiente.

- Bien. Soy Tony. Sales dentro de quince minutos. - Mira lo que llevo puesto. - ¿Tienes algo más que ponerte?

Asiento y levanto mi bolso. - ¿Hay algún lugar donde pueda cambiarme?

Señala una puerta de madera con la etiqueta oficina y me dirijo hacia ella. Por el camino, paso por unas estanterías llenas de todo tipo de cosas que nunca había visto. Quiero pararme a leer los paquetes, pero sigo adelante e intento no pensar en lo que estoy a punto de hacer.

Hace unos días, Shelby me envió un mensaje y me dijo que había ganado quinientos dólares en efectivo después de trabajar una noche en Secret Pleasures. La tienda de juguetes para adultos no solo vende todo lo necesario para el dormitorio, sino que también tiene un pequeño escenario en la parte de atrás. Me dijo que lo llaman el peep show y me explicó lo que tenía que hacer.

Cuando estoy en la oficina, saco la ropa que he traído para cambiarme e intento recordar todo lo que me ha dicho Shelby. Después de cambiarme y volver a meter la ropa normal en el bolso, salgo y veo a Tony de pie junto a la puerta.

Echa un vistazo a mi atuendo y suelta un silbido bajo. - Joder, chica, juega bien tus cartas y me aseguraré de que no vuelvas a casa con las manos vacías.

Ya estoy nerviosa, y él no ayuda, pero hago lo que puedo para ignorarlo mientras. Mira todos los lugares donde se me ve la piel desnuda.

- Como es tu primera vez, repasaré las normas. Número uno:los espectadores te pagarán por hacer cosas. Si te pagan, lo haces. No hay devoluciones. ¿Entendido? - No espera a que responda, así que escucho.

- Número dos, no pueden tocarte sin tu permiso. Número tres, la tienda se lleva el veinte por ciento de tus ganancias.

Por suerte, todas estas son las mismas cosas que dijo Shelby, así que al menos estoy algo preparada para lo que me ha contado.

- Número cuatro. - continúa, pero Shelby no me dijo que había una cuarta regla. - Si quieres follar, puedes llevarlos a la oficina donde hay una cámara. La gente tiene que pagar más para mirar.

Tony se acerca a una cortina pesada en la parte trasera de la tienda y yo me quedo ahí pensando en cómo me desnudé en su oficina. Supongo que la gente va a verlo todo de todos modos, así que le sigo.

¿En qué me he metido?

Peep show Donde viven las historias. Descúbrelo ahora