El privilegio del bufón es la capacidad y el derecho de un bufón a hablar y burlarse libremente sin ser castigado; pues nada de lo que dice parece importar.
Hanma Shuji no es una buena persona. Nunca lo ha sido. A lo largo de sus veintinueve años de vida, nunca ha hecho algo por lo que se pudiera categorizar como un santo. Nunca ha dado una limosna a un pobre vagabundo. Nunca le ha sonreído a un niño en el autobús. Nunca ha donado a una caridad incluso si tiene dinero de sobra para vivir como un rey durante lo que le queda de vida y la que venga después. Nunca ha hecho nada porque sí, por la bondad innata de su corazón, sin recibir algo que le beneficiara a cambio. Ha peleado. Ha robado. Ha sobornado. Ha matado.
Ha mentido.
Ha mentido tanto que siempre duda cuando abre la boca, pues no sabe si es capaz de decir una verdad.
Está seguro de que cuando muera y vaya al Infierno, su castigo será revivir esta misma vida que le ha tocado y cometer estos mismos errores que ha cometido. Deberá de decir las mismas tonterías que le llevarán a este mismo lugar y no podrá hacer nada al respecto. Tendrá que observar cómo ocurre lo mismo una y otra, y otra, y otra vez, y no podrá evitarlo.
Hanma pasó gran parte de su vida pensando que, de hecho, le daba igual si su penitencia para la eternidad es vivir en un bucle temporal en el cual siempre pasan las mismas desgracias. De alguna retorcida y malévola manera, a Hanma le gustaba esa vida.
Le gustaba ser malo.
Él no estaba hecho con material de héroe; A él le iba la oscuridad. A él le gustaba provocar el terror y sembrar el caos, y se regodeaba en aquellas expresiones de puro pánico que su nombre ocasionan. Le gustaba que le tuvieran miedo. La violencia le estimulaba más que cualquier droga, la sangre le hidrataba más que cualquier bebida y soñaba con carnicerías que le ponían tan ansioso como un niño antes de Navidad.
A Hanma no le gustaba pensar que sus acciones tienen consecuencias. Incluso si sabía que las tenían, no le importaba lo suficiente como para preocuparse por ellas. Fue ese uno de los principales motivos por los cuales Kisaki se interesó en él: Su oscuridad, su lealtad y la poca consideración que tenía por cualquiera —por la gente a su alrededor, por el mundo, por Kisaki o hasta por él mismo.
Tratando de buscar en su memoria el momento exacto en el que sus emociones cambiaron, Hanma siente un frío copo de nieve caer sobre su mejilla y sus ojos se abren con sorpresa, como si fuera la primera vez que ve la nieve. Es de noche y se encuentra tan alejado del centro de la ciudad que hasta puede ver un par de estrellas, apunto de ser ocultadas por las nubes que teñirán las calles de blanco y helarán las aguas del río que le acompaña. Con la espalda clavada en el pavimento, Hanma trata de alzar una mano en dirección al cielo para así coger uno de los copos, pero su extremidad está tan dolorida que apenas es capaz de moverla.
Ah, sí. Recuerda. Lo han dejado ahí.
Porque los perros deben morir como perros.
Hace frío y Hanma no sabe si es porque se está muriendo o porque ha llegado el invierno.
Supone que es porque se está muriendo, porque de pronto está viendo pasar toda su vida por delante de sus ojos. La traumática infancia en la cual desarrolló todos esas depravadas emociones que aún le condenan. La vida en la calle que le siguió una vez su familia se hartó de él. Cuando le dio nombre a sus manos —todavía siente los dedos de Castigo, pero Pecado dejó de funcionar junto con el primer tiro. Sus años como pandillero en solitario hasta que Kisaki se presentó ante él con una propuesta que su aburrido yo adolescente no pudo rechazar. Moebius, Valhalla, ToMan. El Halloween Sangriento. El renacimiento del Grupo Tokyo Manji bajo las indirectas órdenes de Kisaki Tetta y los años venideros cargados de matanzas y corrupción. Su maníaco desenfreno.
ESTÁS LEYENDO
El Privilegio del Bufón | HanFuyu [Tokyo Revengers]
FanfictionHanma Shuji nunca se tomó la vida en serio porque cuando se nace en desgracia, se muere en desgracia, así que no valía la pena intentarlo. Al menos, hasta que Chifuyu se entrometió en su camino. Los personajes pertenecen a Ken Wakui. Contiene spoile...