—Fuiste muy rudo, Kacchan—decia el pecoso con con una cara un tanto molesta.
—¿aún te duele, Deku?
—si...el culo me duele mucho...—decia Izuku con mucha sinceridad.
—¿entonces porque carajo te sentaste justo cuándo quite la silla?—puso los ojos en blanco recibiendo un gruñido de parte del pecoso.
—¡Kacchan! ¡Ni que tuvieras ojos en la espalda!
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