—Prometo que estaremos mejor, cuidaré de ti y muy pronto te sacaré de toda esta mierda —decía mientras me sostenía con ambos brazos, dirigiendo su mirada constantemente hacia mí, asegurando que siguiera consciente mientras caminaba apresurado a algún lugar del cual no tenía idea.
Me dolía cada parte del cuerpo, sentía asco de mí misma y mi mente me torturaba. Era como si estuviera agonizando y cayendo lentamente en un vacío en vida.
—Basta, no cierres los ojos. Te lo pido.
Cada palabra la escuchaba a lo lejos, trataba de mantenerme consciente y mirarlo, pero mi mirada se desviaba y me costaba seguir. Estaba cansada, solo quería dormir.
Hasta el momento, solo había sido la perra de Pavel.