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—Qué codicioso, solo la quieres para ti — Reían tan alto que, aunque las paredes fueran lo suficientemente gruesas, aún así dejaban escapar esos comentarios tan repugnantes, perforando mis oídos

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—Qué codicioso, solo la quieres para ti — Reían tan alto que, aunque las paredes fueran lo suficientemente gruesas, aún así dejaban escapar esos comentarios tan repugnantes, perforando mis oídos.

Le agradecía tanto a Ryu por haberme sacado de Rusia. Sé que él hubiese preferido desaparecer cualquier rastro de mí dentro de Pavel, pero era obvio que no era sencillo hacerlo. Aun así, habló con altos cargos y pudo llevarme consigo a Corea.

Justo ahora nos encontrábamos de nuevo en un almacén en las calles menos concurridas de Rusia, la zona más deplorable, lo que se escondía detrás de una simple fachada.

Ryu podía llegar y reunirse para hablar sobre acuerdos y contratos que aún tenía con ellos. Admito que era horrible llegar y que cada recuerdo que tuviese fuese uno donde me tenían peor que una presa, un maldito trapo al que usar cada vez que se les daba en gana.

La puerta se abrió, el miedo volvió a mí como si fuese una bofetada, esos ojos tan oscuros llenos de perversidad recorrieron mi cuerpo.

Me sentí tan insignificante.

—¿Qué tenemo...?

Sus palabras fueron cortadas por el golpe repentino de la puerta. Esta vez sentí mi alma volver.

—Nos vamos —declaró al dirigirme una mirada y seguir su camino, esperando que fuera tras de él.

Sin sentimientos.

Sin vínculos.

Sin familia.

Así era Pavel.

Si Ryu demostrara algún vínculo más allá, sería mucho peor; quizás justo ahora ni siquiera estaría viva.

—Te dije que no era necesario que vinieras —murmuró hacia mí lo bastante alto para que solo yo pudiese escucharlo

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—Te dije que no era necesario que vinieras —murmuró hacia mí lo bastante alto para que solo yo pudiese escucharlo.

Era cierto, pude ahorrarme la escena tan desagradable, pero sabía que sería misterioso para ellos no tener información mía e investigarían. Nadie puede huir.

—Lo siento.

Acercó su mano lentamente, pero tan pronto reaccionó ante mi incomodidad, la alejó sin más.

La conversación finalizó, y esperamos a que el próximo vuelo a Corea estuviese listo.

No me alejé porque le tenga miedo a Ryu Shi-oh, solo que no era fácil mantener contacto físico. Me aterrorizaba. Rusia no es un recuerdo lindo, solo recuerdos de manos recorriendo cada parte de mí sin mi consentimiento, lágrimas y golpes. No era fácil.

Era un miedo constante.

—Abordemos.

Se levantó y tomó lo poco que llevábamos de equipaje. No eran vacaciones, ni mucho menos un plan de una semana, solo íbamos y veníamos.

El avión despegó.

Una vez así, mi calma volvió. Ya nos íbamos y lo agradecía.

Volteé a la par de él, y aunque lo miré detenidamente, me era imposible ver detrás de sus ojos. Se mantenía tranquilo. Aun así, no leía ninguna expresión. Él era todo lo contrario. Estoy segura de que leyó mi expresión con tanta facilidad sin necesidad de preguntar.

—Duerme un poco —desvió su vista de mí antes de ofrecerme una manta para cubrirme del frío.

La tomé, me costó conciliar el sueño, pero poco después lo logré.

Abordamos un vehículo en movimiento hacia la salida de abordaje; no tenía mucho que, de nuevo, estábamos pisando tierra surcoreana

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Abordamos un vehículo en movimiento hacia la salida de abordaje; no tenía mucho que, de nuevo, estábamos pisando tierra surcoreana.

—La lista quizá llegue más tarde.

Esta vez me di el lujo de mirarlo.

Ryu Shi-oh es como un código imposible de leer si solo tienes 5 minutos para observar, pero si te tomas el tiempo de hacerlo, lo descubrirás. Él, en cambio, podría leerte como si fueras alguna oración en un libro de infantes, observando cada detalle, cada movimiento en un minúsculo tiempo.

Su mano se acercó hacia mi rostro, se detuvo y esperó alguna señal de aprobación mía. Accedí con un movimiento, y tocó mi mejilla acomodando los revoltosos mechones caídos.

—Lamento tanto no poder sacarte de esto —retrocedió inconscientemente y terminó.

Sabía perfectamente que Ryu se atormentaba constantemente, pero nunca hablaba de ello.

El suelo empezó a moverse, como si de un temblor se tratase. Los exasperantes gritos de terror no tardaron en hacerse escuchar en todo el lugar; por el ventanal, se podía ver un avión en aterrizaje fallido.

Me levanté y desvié la mirada hacia donde él la tenía puesta: un halo de luz envolvía la llanta de aterrizaje del avión. Era difícil de distinguir, pero juraba ver a una chica intentando detener el avión con sus propias manos.

Pasó justo al lado del vehículo en movimiento y poco después se detuvo. Una azabache salió sonriendo debajo del avión, como si no hubiese sido nada fuera de lo normal.

El vehículo se detuvo, y él salió.
 

 

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Seguiré si me dejan su opinión 😿

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ʀʏᴜ ꜱʜɪ-ᴏʜゝ⁠◡。゚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora