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Dua y yo estábamos en casa, mientras discutíamos, había pasado un mes desde la celebración de nuestro primer año de matrimonio, después de eso, Dua me hizo el amor a más no poder, me sentí querída, pero era una idiota, pero como siempre, lo lindo termina pronto.
Hace unas horas la había acompañado al estudio, saludé a Taylor y eso le molestó, pero luego me restregó como ella podría coquetear con su secretaria, no aguante y salí molesta, salió detrás de mi y ahora nos encontrabamos peleando a gritos
— ¡Entonces ve y follatela, maldita sea! — Dije frustrada mientras sentía como mi respiración estaba muy acelerada, me sentía muy molesta
— Deja de decir estupideces — Dijo mientras me tomaba de los brazos, para estamparme con la pared
— Suéltame Dua — Dije molesta mientras intentaba quitar su agarre de mis brazos, pero era más fuerte
— Dices tantas estupideces — Susurro molesta, su rostro estaba rojo del coraje
— ¿Oh sí? — Reí un poco y sonrió — ¿Acaso no te follaste a Kendall? — Su sonrisa se borró — Por favor, Dua — Dije mientras la miraba — Si no me amas, puedo darte le divorcio — Negó
— Tu eres mía, nadie importa — Reí mientras intentaba controlar mi respiración
— Claro, puedes ir a follar con cualquier mujer cuando se te dé la puta gana — Apretó mis brazos
— Cállate — Dijo molesta
— ¿Porque lo haces? ¡Eres una maldita imbécil! ¡Te odio Dua! — Mis ojos se cristalizaron — Odio a verme casado contigo ¡Te odio! — Le di un empujón haciendo que me soltará
— ¡Tu no irás a ningún lado! — Dijo mientras me tomaba de la cintura
— Eres una maldita enferma, Taylor es mi mejor amiga — Dije mientras la veía — No voy a follar con cualquiera que me sonría, no soy tu idiota — Me tomo de la quijada haciendo que la mirara
— ¿Que dijiste? — Sonreí y mordí mi labio
— ¿Sabes que? — Iba a arriesgarme — No eres una buena esposa y esto... — Apreté su miembro por encima de sus pantalones — No sirve ¿No te corres al minuto? —Hizo una mueca
— Claro, como si no gritaras como una perra loca — Apretó mi quijada
— Suéltame — Susurre al sentir el dolor
— No lo haré, eres mía — Susurro mientras suspiraba
— No soy tuya Dua, suéltame — Flexione mi rodilla dándole en su intimidad, cayó de rodillas y se sujeto
— Eres una maldita perra — Me tomo del pie antes de que pudiera salir, caí contra el suelo y gemi al sentir el dolor en mi labio
— Y tú eres una idiota, maldito el día en el que me fijé en ti, tuve que hacerle caso a mi madre — Sentí como mis lágrimas comenzaron a bajar
Mamá siempre tendría la razón
Y a mi madre nunca le agrado Dua, a mi padre sí.
Me levanté del suelo y sentí el líquido correr por mis labios, toque mi labio al notar que estaba sangrando, una gota cayó sobre la alfombra blanca.
— ¿Porque me haces esto? — Dije mirándola, aún se veía molesta — ¿Porque me obligas a tener relaciones, porque me engañas? ¡Contesta! — Grite frustrada
— Eres mía — Negué, Dua tenía un problema con los celos
— Eres una enferma, no soy tuya y nunca lo seré — intenté levantarme con algo de dificultad, pero se aferró a mi, impidiendo que me parará