Capítulo 4

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Cinco, seis, siete...

El siete fue el último número que escuchó a su hijo contar a la lejanía, antes de sentir que una mano fue colocada sobre su boca. Su cuerpo fue apretado contra otro con fuerza mientras era arrastrado hacia el establo.

Miles de pensamientos pasaron por su cabeza en un instante, intentando entender quién lo estaba atacando. Forcejeó en un intento de soltarse, pero todo lo que logró fue ser apretado más contra su atacante. La adrenalina del momento hizo que no dudara en tomar la daga que había acostumbrado a llevar en su cinturón como su esposo le había dicho, con intenciones de apuñalar a su atacante en la pierna, sin embargo, este pareció haber previsto sus movimientos ya que lo esquivó, no obstante, fue suficiente distracción para que lograra soltarse, sin embargo, cuando estaba por huir, todos sus movimientos se detuvieron.

—Joon Ho —susurró.

Veinticinco, veintiséis, veintisiete...

Gian observó una pequeña sonrisa aparecer en los labios de su esposo, pero eso no fue lo que llamó más su atención, sino lo cansado que estaba el rostro de Joon Ho. Su barba parecía no haber sido cortada en varias semanas e inclusos su ropa lucía un poco descuidada, lo que le recordó que su esposo acababa de regresar de otra misión enviada por el rey.

Gian no había esperado que su esposo regresara en ese día, ya que nadie en el pueblo habló sobre la llegada del ejército, aunque tampoco muchos sabían de su partida, sino que fueron soldados seleccionados los que tuvieron que partir, entre ellos Joon Ho, que hace algunos años atrás había sido nombrado comandante de una pequeña tropa.

El doncel sabía que muchas familias estaban felices de que sus miembros subían de categorías dentro del ejército, pero él no lo estaba, ya que eso significaba más responsabilidades y menos tiempo en casa con su familia, lo que hacía que extrañara tanto a su esposo, que en ese día aceptó jugar a las escondidas con su hijo, en un intento de no pensar demasiado en Joon Ho y lo mucho que quería que regresara a casa.

—Quería tanto verte —Joon Ho dio un paso más cerca del doncel —te extrañé, los extrañé a todos.

—También nosotros te extrañamos —habló Gian.

El doncel no pudo contener la sonrisa que se formó en sus labios y terminó de acortar la distancia con su esposo, lo abrazó con fuerza, sin importarle si su ropa no lucía muy limpia. Era como si Joon Ho hubiera acabado de llegar y olvidó cambiar su ropa antes de ir a casa.

Gian sentía que los dos meses en los que su esposo no estuvo en casa fueron eternos, más cuando temía que algo pudiera sucederle, aunque ese era un temor con el que estaba familiarizado de cada vez que tenía que irse, porque si iba a volver a casa era algo incierto, cuando todo lo que tenía que ver con las misiones del rey era peligroso.

—Do Jang estará feliz de verte —habló Gian.

Tomó la mano de su esposo y lo haló hacia la salida del establo, sin embargo, el cuerpo del soldado no se movió.

—No.

Gian se giró y miró a su esposo con el ceño fruncido.

—Mi misión todavía no terminó.

Joon Ho observó la felicidad de su esposo poco a poco disminuir.

—Estoy en el pueblo porque tenía que hablar con el rey, sin embargo, esta noche debo volver a irme.

Gian apretó sus labios entre sí para no reclamarle a su esposo que no quisiera ver a su hijo si esa misma noche partiría otra vez, pero también podía comprenderlo, ya que Do Jang era quien más sufría con cada misión que su papá tenía que cumplir.

Reconstrúyeme (Continúa en Dreame y Joyread)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora