Era raro que Enzo se levante antes que yo. Aunque era bastante madrugador cuando quería, la verdad era que Enzo sin una alarma no se levantaba. Amaba dormir tanto como yo lo amaba a él.
Por eso me pareció rarísimo que, al despertar, él no estaba al lado mío en la cama. Casi siempre era yo la que lo levantaba con un desayuno o a los besos, y aun así le costaba salir de la cama.
─¿En?─ lo llamé, pensando que capaz estaba en el baño de la habitación. Pero sólo recibí silencio.
Me envolví en la sábana, sintiendo mis huesos crujir un poco. Busqué con los ojos mi ropa, que había terminado tirada por todos lados luego de la noche anterior, cuando Enzo me demostró lo mucho que me había extrañado luego de algunos días de viaje por entrevistas.
Si me concentraba podía sentir sus besos sobre mi piel o sus manos sosteniendo mi cintura.
Sonreí como una boluda al acordarme y me estiré para agarrar mi ropa interior y ponérmela, luego hice lo mismo con el pijama y finalmente me dirigí fuera del cuarto.
Mientras caminaba hacia la cocina, escuchaba cada vez más cerca el ruido de ollas, las quejas de Enzo y el sonido del aceite fritando algo. Una vez que llegué me encontré con un enorme quilombo sobre la mesada, y con Enzo de espaldas picando algo de fruta.
─la puta madre─ se quejó cuando el cuchillo le pinchó el dedo. Todavía no me había visto pero yo sí que lo había mirado. Estaba perdida en la piel de su espalda desnuda y en lo bien que el pantalón de jogging le abrazaba el culo.
─¿te cortaste?─ le pregunté con algo de preocupación y recién ahí se dio cuenta de mi presencia. Al toque se dio vuelta y me miró con sorpresa y algo de pena. Me parece que acababa de arruinarle algo.
─fo, amooor─ alargó la palabra mientras caminaba hacia mí, sosteniéndose el dedo índice herido ─quería hacerte un desayuno sorpresa─
─es una sorpresa ─ afirmé mirándolo mientras me acercaba hasta tener su mano entre las mías, mirando su herida de cerca. Apenas era un cortesito superficial ─me re sorprende ver que te levantaste temprano─
Enzo rodó los ojos y yo aproveché para darle un beso mientras me reía.
─yo siempre me levanto temprano─ rezongó y yo negué con la cabeza. Era al pedo discutir con él.
─te voy a buscar una curita, ya vuelvo─ fui hasta el baño y saqué una curita del botiquín. Volví con él en cuestión de pocos minutos y me lo encontré revolviendo los huevos en la sartén ─vení, En─ lo llamé y al instante me dio su dedo, por lo que lo cubrí con la curita y me lo llevé a los labios para darle un beso.
Él me miró suspirando.
─¿qué cocinas? ─ pregunté con curiosidad, observando la variedad de cosas sobre la mesada.
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❝𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦❞ ENZO VOGRINCIC
أدب الهواة「 𝗘𝗻𝘇𝗼 𝗩𝗼𝗴𝗿𝗶𝗻𝗰𝗶𝗰 ─ 𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 」 Historias cortas sobre el uruguayo más lindo, salidas exclusivamente de mi imaginación.