CAPITULO UNO

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Londres \ 1963

Era una noche tranquila en Londres. El cielo estaba despejado y la primavera estaba terminando, todo parecía ir perfectamente normal.

Sin embargo, en el hogar de los Darling estaba apunto de suceder un acontecimiento que cambiaria sus vidas por completo y no estoy hablando precisamente de lo cerca que estaba el cumpleaños número quince de la hija mayor de la familia, Wendy.

La dulce niña de precioso cabello rojizo que disfrutaba de la literatura y de contarles cuentos a sus hermanitos: John y el pequeño Michael, quien era extremadamente apegado a su hermana mayor.

Pero para su mala suerte, la hora del cuento de los hermanos Darling terminaría en breve. Al cumplir quince años, Wendy sería una mujer y no tendría tiempo para esas niñerías.

O al menos eso era lo que su padre, George, solía decirle.

-George querido, date prisa que llegaremos tarde -lo apresuró la señora Darling mientras se colocaba su joyería-

El señor Darling refunfuñó de un lado a otro buscando algo por toda la casa.

-Ya te escuché, Mary ¡Escúchame tú a mí! No encuentro mis botones de oro y sin ellos no iremos a ningún lado -continuó refunfuñando sin detener su búsqueda - ¿Con qué cara iré a la oficina mañana si no nos presentamos en la fiesta? ¡Los botones por un demonio!

Por otro lado, en la habitación de los hijos de la familia Darling, John y Michael jugaban enérgicamente a ser el capitán Garfio y Peter Pan, quienes eran los protagonistas de las historias que Wendy les contaba.

Por toda la residencia se escuchaban a John y Michael gritando mientras saltaban de una cama a la otra haciendo un duelo de espadas de cartón.

Nana, quien era la niñera se adentro a la habitación cargando sobre su cabeza el jarabe para dormir de los dos niños.

Nana era una perra de la raza San Bernardo. una encantadora, perfeccionista y distinguida perra que se encargaba de cuidar a los hijos de aquel matrimonio.

-¡Niños, niños! No hagan tanto escándalo-el Señor Darling irrumpió en la habitación para buscar los dichosos botones y al entrar tiro los bloques de juguete que Nana había ordenado previamente - ¡Oh Nana! ¡Ten más cuidado!

La mencionada aulló molesta y se dispuso a ordenar nuevamente mientras los más pequeños seguían jugando aún con su padre buscando los dichosos botones.

-¡Atrás bacalao apestoso! -exclamo Miguel apuntando a su hermano con su espada de cartón-

- ¿¡Cómo!? ¡Michael esa no es forma de hablarle a tu padre! -lo reprendió el señor Darling frunciendo su ya arrugado ceño-

-no te lo dijo a ti papá, se lo dice a él capitán Garfio, estamos jugando -explico John acomodando la percha que sostenía su mano derecha simulando ser el garfio de dicho pirata -

-jugando - refunfuñó su padre gruñendo cuando la señora Darling volvió a apresurarlo- ¡Que no nos vamos si los botones!

Los hermanos se miraron y dejaron de jugar al instante.

-¿hablas de tus botones de oro, Papá?-pregunto John acercándose rápidamente a Michael -

-sí, John. De esos botones hablo.

The Never CurseWhere stories live. Discover now