˚ ꕨ 𓈒 𝐃𝖾𝖺𝗋 𝐓𝗈𝗐𝖾𝗋 - sᴏᴏᴊᴜɴ

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Soobin estaba sentado en la esquina de la cama mientras Yeonjun se encontraba detrás suyo, haciendo ciertos arreglos en la camiseta.

Desde su transformación, el pelinegro solo portaba unos holgados pantalones cortos y una camisa completamente rota por la espalda para que sus alas pudieran estar libres. También tenía una capa con capucha guardada, pero esta la usaba cuando salía a buscar cosas para Yeonjun. Sería un problema para él si alguien se da cuenta de que es un familiar búho.

Yeonjun, al ver que no tenía más que eso, rápidamente sacó varias camisas del armario —las que le quedaban más grandes— y ahora se encuentra adaptándolas para que Soobin las pueda usar sin que molesten a la movilidad de sus alas.

—Listo —dijo una vez terminó de coser. Como las alas son muy grandes, lo que hizo fue cortar por la mitad, dejando un gran agujero donde están las alas y coser algunas trabas en la parte de arriba y abajo de este. La idea es que Soobin se pusiera las camisas como si fueran chaquetas del revés—. Vamos con otra.

El pelinegro se quitó la prenda, y al momento se puso la que faltaba.

Cuando el rubio cortó con cuidado dejando expuesta la espalda del contrario, se quedó algo ensimismado admirando el inicio de las alas de Soobin. Era como un difuminado de pequeñas plumas negras que recorrían una pequeña parte de su espalda.

Dios, Yeonjun se siente como si viviera con una especie de celebridad. Incluso si él es el príncipe de un reino, Soobin se ve mucho más llamativo y único, como un ser superior, alguien que puede perfectamente estar encima de la realeza. Quizás como una de esas criaturas omnipotentes de las leyendas.

Aunque sabe que no es así, no puede evitar pensar de esa forma. Probablemente sea debido a que nunca llegó a ver un familiar, ¡ni siquiera ha escuchado de su existencia cuando vivía en palacio! ¿Qué tan raras eran estas criaturas? ¿O tal vez son más comunes de lo que parece y no lo sabía? Yeonjun sentía muchísima curiosidad al respecto, pues a pesar de ser un fiel seguidor de la magia y lo fantástico, nunca imaginó que pudieran existir personas como Soobin.

—¿Yeon? —escuchar su nombre lo devolvió a la realidad.

—Oh, sí, ¿qué pasa?

—Llevo rato llamándote —soltó divertido.

—Disculpa, estaba ido en mis pensamientos.

Soobin se giró un poco para poder verlo con una linda sonrisa en su rostro—. ¿Qué tanto piensas? —no puede ocultar su felicidad ahora que es humano. Principalmente por lo fácil y rápido que es la comunicación hablada, ya estaba cansado de escribir con el pico.

—Pensaba en lo genial que eres —respondió con honestidad, haciendo que Soobin volviera a darle la espalda para poder ocultar el rubor de su rostro.

—T-Te quería preguntar qué opinas sobre todo lo que dijo Namjoon — regresó al tema del que quería hablar para desviar los nervios.

—Si te soy sincero... se me hace extraño —pausó para tomar aguja e hilo —. ¿Por qué llegaría tan lejos por unos rumores? De por sí ya habían muchos cuando vivía allí, casi nadie les daba importancia. Y con respecto a mi madre, es una arpía, pero no la veo capaz de llegar a matar a alguien, incluyéndome —argumentó mientras cosía con cuidado los botones. Aunque no pudiera verlo, Soobin había sonreído satisfecho al saber que Yeonjun se molestó en analizar bien todo—. Pero lo que más me hace alzar la ceja es que él y yo nunca llegamos a ser lo suficientemente cercanos como para que él tuviera tanta preocupación hacia mi persona. Tal vez es muy empático, no lo sé. Es raro.

—¿Confías en él?

—Realmente quisiera no confiar, pero debo hacerlo.

Con esa respuesta, su sonrisa satisfecha desapareció—. ¿Por qué?

—Piénsalo. Me dejó en una torre en medio de la nada, en un lugar que solo él conoce. Tanto mi libertad como el que me encuentren o no depende de Namjoon. Y, honestamente, no quiero ser encontrado. Por eso, al menos voy fingir que confío en él y seguir lo que sea que esté haciendo para algún día ser completamente libre.

Soobin se quedó meditativo. Yeonjun tenía un punto, y por mucho que le molestara, Namjoon es un pilar importante para su futuro, uno donde Yeonjun podrá decidir dónde vivir y qué hacer sin que nada ni nadie pueda impedírselo.

—Listo —dijo Yeonjun al finalizar de coser—. ¿Quedan más camisas?

—No... —respondió bajito—. ¿Y en mí confías? —preguntó por curiosidad. Aún se sentía mal por haberle ocultado algo tan importante como que puede ser humano, y después de eso duda que Yeonjun...

—Por supuesto —fue una respuesta que no esperaba. Casi se ahoga con su propia saliva al escucharlo.

—Pero te estuve engañando mucho tiempo...

Yeonjun frunció el ceño—. ¿Y? Revisando todos los momentos que pasamos juntos, siempre demostraste ser un fiel y leal compañero. Además, llevamos tantos años conviviendo que me cuesta dudar de tí, sobre todo sabiendo que ya te disculpaste.

Soobin no pudo evitar sonreír ampliamente por esa respuesta—. Dices que yo soy genial —se inclinó hacia atrás, dejando caer su espalda en la cama hasta lograr ver a Yeonjun—, pero ahora mismo tú estás sonando como el más genial de todos.

El rubio sintió sus propias mejillas calentarse. No sabía porqué ese comentario le había causado esa reacción, él sólo se llevó las manos a las mejillas instintivamente en un intento de rebajar el calor.

Desde el punto de vista de Soobin, estaba siendo bendecido con la imagen de un adorable Yeonjun desaliñado apretando levemente esos adorables mofletes sonrojados, haciendo que sus labios se abultaran como consecuencia, esos apetitosos labios rosados que Soobin se muere por probar.