04. Primer encuentro.

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John se encontraba practicando con total tranquilidad en medio del bosque. Apolo había tenido una gran idea, era mucho mejor alejarse del caos de su hogar para poder estar más concentrado al momento de lanzar sus flechas, ya que no le gustaba eso de fallar porque su tía estaba discutiendo con su tío.

La flecha salió disparada de su arco, pero algo pareció chocar con ella en el aire y su rumbo cambió repentinamente, perdiéndose entre otros árboles que se encontraban más allá de lo que había recorrido en el bosque. John intuyó que esto se trataba de una señal de Apolo, quien le indicaba que fuese en esa dirección, aunque no sabía para que, pero estaba por averiguarlo.

El camino se iluminó a su paso, así que el miedo quedó a un lado. Solo después de unos metros pudo notar el brillo de su flecha, la cual había quedado encajada en una rama. No habría tenido tanto problema con ello, de no ser porque había un individuo extraño sentado en esa rama, con cara de haber visto un fantasma.

Intentó abrir la boca para reclamar su flecha, pero se quedó mudo cuando cruzó miradas con el chico de cabellos negros. ¿Acaso se había desmayado de nuevo? creía estar frente a alguna ninfa de aquellos cuentos que su madre le había contado cuando aún era un niño pequeño.

Por eso no tienes pareja.

—Apolo —se quejó en voz baja, tomando la decisión de acercarse para señalar su flecha. —Oye, eso es mío.

—Esa cosa casi me atraviesa una pierna —dijo el pelinegro, agitado. —Llévatela, shu.

—¿Qué haces ahí arriba? —preguntó John, tomando su flecha para poder guardarla. —¿Cuál es tu nombre, niño?

—Doyoung —el chico bajó del árbol con cuidado, acercándose para extender su mano a manera de saludo. —Escribía poesía.

—John —correspondió. —Es raro encontrar escritores en estos días, todo mundo en la capital quiere entrar al ejército y convertirse en un martir.

Ambos se observaron cuando sus manos quedaron juntas. Doyoung se rió y John se sonrojó, sintiendo como su estómago comenzaba a producir esas mariposas que solo había sentido con una sola persona en su vida.

Era extraño, pero le estaba gustando.

—¿Tu eres del ejército?

—No —John sonrió. —Estoy estudiando medicina, solo practico el arco porque soy devoto de Apolo, le gusta que lo honre de esa manera.

Lo dijo porque era bastante normal encontrarse con varios devotos por ahí.

—Me lo suponía, no es normal que la luz del sol se mueva siempre a la dirección donde caminas. Apolo, no eres discreto.

Me gusta hacerme notar.

Nunca esperó que ese chico tan lindo fuese a comprender a lo que se refería. ¿Podía haber combinación más perfecta? belleza e inteligencia.

—Es un presumido —se burló John, sacándole otra risa al pelinegro.

Muestrale lo que escribiste, lo vas a encantar, así como me encantaste a mi.

Doyoung miró al suelo y entrecerró sus ojos, no sabiendo que intenciones tenía Hades detrás de esto. Puede ser que muchas veces haya llorado porque nadie querría estar con el príncipe que se escapaba para poder ser libre un par de horas, pero no sabía que su deidad lo había estado escuchando todo este tiempo.

Que vergüenza.

—¿Quieres ver los poemas que he escrito? —preguntó Doyoung en un tono gentil. —He escuchado que los devotos de Apolo aprecian mucho el arte, así que pensé que tal vez... no sé, querrías leer un poco.

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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