[1] Mateo

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Era un nuevo día, donde Mae se levantaba lentamente por la claridad que desprendía el sol por la ventana.

- Uhg, he dormido fatal.
Se dijo mientras miraba el reloj, marcaban las 13:34. Un 3 de julio cualquiera, esperándose así un día aburrido como otros. Tampoco le emocionaba mucho que fuese verano, ya que, en ese momento estaba en el periodo vacacional donde tenía que estar con su madre y su hermano con su padre. Entonces siempre se quedaban en la ciudad.

Se levantó de golpe, sin efectos ni instantáneos ni lentos sobre el movimiento brusco de estar sentada a estar de pie en el suelo frío. Cada paso descalzo transmitía un paso aburrido y pesado, encorvada se dirigía a la cocina.

Al llegar allí, agarró un paquete de galletas para desayunar, luego de eso se ducho y rápidamente se sentó en la orilla de su cama cuando estuvo lista.
Dejo escapar un pequeño suspiro, para luego mirar por la ventana.
Así de aburrido transcurrió el día de Mae, a veces se ponía a dibujar o a jugar en su tablet, pero ese día era más aburrido que los otros, la razón la desconocia.

Luego de unas horas, su madre llegó de trabajar y comieron.

- ¿Qué tal el día, Mae? ¿Habéis hecho algo? - Dijo su madre mirando a Mae y al tío de Mae, quién se quedaba al cuidado de ella.
- Nada.
- Yo he estado copiando cosas para el curso que viene.- Dijo el tío.
- Ah, que bien.
Mae terminó la primera, y fue a dejar el plato y cubiertos al lavavajillas. De nuevo, se dirigió y encerró en su cuarto. Su tío y madre se miraron intercambiando miradas, algo preocupadas.

- Está más aburrida de lo normal, no crees? - Dijo la madre.
- Sí, pensé que podríamos salir a algún sitio
- ¿Últimamente quería ver a su mejor amigo, no?
- ¿Cuál amigo?
- Ya sabes, Mateo. - Dijo mi madre, haciendo una mueca.
El tío y madre de Mae estuvieron hablando por un rato más hasta que decidieron que iban a salir.

Se escuchó tocar la puerta de Mae, quién respondió con un "Pase usted". Su madre abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, lo que hizo despertar la curiosidad de Mae y hacer que levantase una ceja.
- ¿Quieres ir a Lupux a visitar a tu amigo?
Mae, incrédula, se incorporó rápidamente en la cama
- ¡¿A Mateo?! - Dijo emocionada. Al ver que su madre asentía sin quitar la sonrisa de su rostro, se levantó emocionada, todo su aburrimiento se había esfumado.

En pocos momentos, Mae ya estaba arreglada y lista para ir a Lupux, emocionada y nerviosa, más nerviosa que nada. Volver a ver a su amigo después de meses, le ponía el corazón a mil.
En nada, se montaron en el coche su tío, madre y ella para partir hacia Lupux. Por el camino, Mae le estuvo haciendo un dibujo a Mateo.

Cuando llegaron, Mae no paraba de dar mini botes, pareciendo un perrito entusiasmado. Aunque ya fuese una adolescente de 15 años, seguía teniendo 7 años mentales.

- Bueno, ¿A dónde vamos?- Dijo la madre de Mae mientras veía que está escribia rápidamente en su móvil, deduciendo que le estaría escribiendo al chico.
- Por allá -Dijo Mae señalando unas escaleras.

Cuando ya llevaron un rato andando, Mae escribía al chico mientras este le respondía los mensajes de por donde iba, ayudándose con imágenes. Hubo un momento donde Mae se fijó que prácticamente estaban muy cerca, se quedó mirando un punto fijó y al fin vio asomar por ahí a su amigo. Ambos sonrieron cuando se vieron y empezaron a levantarse la mano a modo de saludo, cuando Mateo pasó a la otra calle donde estaba Mae, se quedó medio paralizado pero luego empezó a correr para darle un gran abrazo a Mae, aunque no pudo correr mucho ya que Mae lo estaba abrazando ya, porque se lanzó a él con una rapidez increíble a pesar de los metros que habían de distancia entre ellos.

- Creo que estoy llorando. - Dijo Mateo mientras se secaba una lágrima
- ¡A mí me tiemblan las piernas!- Dice Mae, efectivamente con un visible temblor en las piernas que no era tan grave.
Ambos estaban emocionados, después del gran abrazo empezaron a andar, la madre de Mae dejó que ella se fuese con Mateo, a solas. Ellos dos se fueron a unos bancos cerca de un parque, no tan lejos de donde se quedaron el tío y la madre de Mae.
- No me creo que estoy aquí, contigo.
- ¿Esto es un sueño? - Dice Mae, sin aún poder creerselo.

Luego de una hora, volvieron a donde estaban los adultos ya que Mae tenía toque de queda. Por suerte, la cara entristecida de Mae se esfumó en cuanto la madre ofreció de dar un paseo por el pueblo ya que eso significaba más tiempo con Mateo, que él también estaba emocionado y agradecido.
Dieron una vuelta por el pueblo, Mateo y Mae siempre hablando mientras que los adultos se paraban a mirar el lugar.

Pero ya llegó el momento de irse, aunque no quisieran era lo que había
Así que, se dieron un gran y largo abrazo, luego de eso Mae se fue en el coche mientras Mateo observaba como se iban.

Al llegar a su casa, Mae se dejó caer en su cama, sonriendo agradecida por el día de hoy. Luego, se puso con su tablet pero esta vez a investigar sobre mitos griegos. Pero como no le interesaban mucho lo dejo de lado, apagando la tablet y mirando al techo. Tenía unas estrellas dibujadas y un póster de un océano, algunos dibujitos de pescados azules y un tiburón de mismo color. La adolescente los miraba mientras pensaba en el día de hoy, no podía evitar sacar una sonrisa recordando a su amigo y lo bien que lo pasaron allí.
Empezó a recordar las primeras quedadas con Mateo, la primera vez estaban muy nerviosos pero pronto, ese mismo día agarraron confianza entre ellos y el día fue desarrollándose bien. Mae recuerda con cariño cada palabra y cosa que le dijo Mateo, siempre que podía hablar con él no desperdiciaba la oportunidad.

Aunque estuviesen lejos, se querían igual. Mae y Mateo se querían como los mejores amigos del mundo.

Nací Con Los Pies En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora