Álvaro había escuchando perfectamente la advertencia de Ricardo, pero no le tomó importancia, quería relajarse y divertirse, así que no se limitaría.
Los constantes pensamientos que giraban al rededor de su trabajo y aquel sentimiento de soledad recorrían su ser, así que, confiando plenamente en el hecho de que su mejor amigo estaría ahí si dejaba de actuar coherentemente, se dejó llevar.
Intentó controlar un poco el deseo de perder la consciencia por el alcohol, pero la sensación de anestesia que le generaba cada gota que ingería lo enganchó de inmediato.
Escuchaba de vez en cuando la voz distorsionada de su acompañante, algo perdida entre sus mismos pensamientos, la cual le repetía que dejara de pedir trago tras trago, sin embargo, en ningún momento la escuchó con toda claridad ni le prestó el cien por ciento de atención.
Por su parte, Ricardo estaba bastante estresado, supuso que no contaría con el apoyo de su amigo puesto que estaría muy sumergido en los efectos de los alcohol esa noche, el ambiente tan abrumador lo estaba torturando internamente y para colmo, su hermano estaría seguramente chapándose con Santiago, cerrando sus mentes a aquella acción, cosa que no le extrañaba a nadie, más no le beneficiaba a Ricardo del todo.
Su cabeza había comenzado a doler.
Aquellos ambientes tan agresivos con sus sentidos siempre lo hacían estresar, la mezcla de ruidos fuertes y los susurros de la gente que se escuchaban como gritos sin control en su cabeza le taladraban la tranquilidad. En su adolescencia, los chicos del liceo siempre lo llamaron raro por no asistir o no disfrutar de la misma forma las fiestas o eventos que organizaban, claro que estas opiniones no le importaban mucho, aunque, en la soledad de su habitación y sin tener nada concreto en lo cual pensar, se castigaba a sí mismo con insultos cuando se daba cuenta de la extrañeza y peculiaridad que rodeaba su forma de ser.
—La puta madre... —Susurró para sí mismo. O al menos eso suponía, pues Álvaro logró escucharlo, formulando una pregunta en su garganta.
—Che, se ve que no disfrutás esto, ¿Querés que busquemos a los demás e irnos?
A Ricardo le bastaron esas simples palabras para sentir un nudo en la garganta, el cual él mismo sabría que no iba a desaparecer pronto, sin embargo, no quería arruinar la noche de su amigo, así que tomó la poca fuerza y paciencia que le quedaban para responder de la forma más tranquila que pudo. —No... ¡No!, estoy bien, solo... pienso de más. —Finalizó con un tono casi inaudible. Álvaro sabía que esto no era cierto, sobre todo por lo que había ocurrido en el estudio, si de por sí una situación que desconocía lo estaba jodiendo mentalmente, llevarlo a un lugar estresante para él muy probablemente ya lo estaba matando, pero a la vez, sabía que no saldría de ahí por más que le insistiera, conocía aquella terquedad del chico de lentes...
Estaría más interesado en hacer feliz a la persona que quería que a él mismo.
Ricardo recibió un simple "ajá" dicho en un tono sarcástico, lo cual supuso que sería la única respuesta, pero no fué así. —¿Relájate conmigo, sí? No quiero abrumarte más de lo que ya. —Continuó Álvaro mientras rodeaba el cuello de su amigo con su brazo y sacudía levemente el vaso con licor en su mano, invitando a Ricardo a pedir uno igual.
—Sabés que no me gusta mucho tomar, estoy bien así Alvin, solo ignórame, no quiero arruinarte la noche.
—No me arruinarías la noche así te quitaras la remera y comenzaras a bailar sobre una mesa, solo quiero verte alegre, olvídate de todo un rato y después solucionamos lo pendiente, aceptás? —Álvaro pensó que esto no bastaría para que Ricardo cediera, pero al escuchar un suspiro pesado y un "está bien" como respuesta se alegró de inmediato y pidió un trago no tan fuerte para su amigo.
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"𝗘𝘀𝘁𝗮𝗿𝗲́ 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗴𝗼" - 𝘍𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤 𝘈𝘭𝘷𝘪𝘬𝘪
Fanfiction𝘓𝘢𝘴 𝘥𝘶𝘥𝘢𝘴 𝘦 𝘪𝘯𝘤𝘦𝘳𝘵𝘪𝘥𝘶𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘢𝘭 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘪𝘳 𝘵𝘶𝘴 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘵𝘦 𝘪𝘮𝘱𝘪𝘥𝘦𝘯 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘳𝘳𝘰𝘭𝘭𝘢𝘳𝘭𝘰𝘴 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘺 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘵𝘦 𝘤𝘢𝘱𝘢𝘻 𝘥𝘦 𝘮𝘦𝘳𝘦𝘤𝘦𝘳 𝘰 �...