veinticinco

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Las manos de JiMin comenzaron a sudar sin poder evitarlo, tenía el presentimiento de que, finalmente se unirían cuerpo a cuerpo como tanto lo había estado esperando. La vió dejar la copa en un mueble antes de acercarse a él con pasos cautelosos, lentos, sensuales, los únicos sonidos entre ellos dos era la respiración pesada de JiMin y el golpeteo de los tacones cada que Lilith daba un paso. Tragó saliva cuando la tuvo en frente suyo, no pudo evitar estirar una mano y jugar con uno de los rizos que caía por el costado de su rostro, amaba su cabello, era tan distinto al que veía en todas sus compañeras que lo volvía loco, una de las tantas cosas de ella que la hacía diferente al resto. Acarició su mejilla luego de dejarle el mechón detrás de la oreja, sintiéndose nervioso de repente, habían hecho cosas antes pero tener sexo, intimar al 100%, era distinto. Suponía que Lilith lo guiaría, aunque terminará siendo más inercia propia, pero se sentía muy nervioso por no satisfacerla como tenía pensado.

Tomó una fuerte respiración, debía recordar que al fin y al cabo estaba con la mujer que amaba, ninguno vería algo del otro que antes no vió, y lo único nuevo sería la penetración, no era la primera actividad sexual que tenían, por ende sabría jugar con su zona íntima para lubricarla como es debido, y ella también iba a saber tocarlo. Lo que lo ponía muy nervioso era el hecho de que él jamás había tenido sexo, nadie nace sabiendo, y siempre quiso que su primera vez sea con Lilith porque era su primer amor, y esperaba que sea el último. Sería la primera vez de muchas, lo intuía, y con el tiempo comenzaría a saber manejarse por si solo sin necesidad de ayuda de ella, pero de igual manera lo hacía sentirse nervioso. ¿Y si Lilith tenía muchas expectativas en él que no terminaba cumpliendo por no saber hacer las cosas bien? No quería decepcionarla ni hacer que se aburra, y aunque siempre dicen que la primera vez es vergonzosa y preferiblemente olvidarla, él no quería eso, quería que sea espectacular.

Pero la realidad era que Lilith no le tenía expectativas altas, estaban hablando de un chico de quince años (cosa que prefería ignorar mientras suceda el acto), ningún chico de su edad podía tener las mismas experiencias que los hombres con los que se acostaba, aunque tampoco eran la gran cosa. En ningún momento pensó que él podría hacerla tener dos orgasmos seguidos, que la dejaría exhausta en la cama, con un satisfactorio dolor de piernas que le impida caminar al día siguiente y demás, sabía que lo que harían era más para satisfacción de JiMin que suya, y era porque, muy en el fondo de su mente, se sentía culpable por haberse enredado con su padre sabiendo que el menor está enamorado de ella. Sí, Lilith puede ser muy ambiciosa, no le importa el precio que debe pagar con tal de cumplir aunque sea uno de los tantos sueños que tuvo de pequeña, y en el momento que estuvo con el señor Park tampoco se mostró muy negada a hacer las cosas, pero ahora, viendo a JiMin ahí con ella, un sentimiento de culpa la atacaba.

JiMin no es malo, es muy molesto, intenso, y no se rendía jamás, eso no lo iba a negar, tampoco significaba que por sentirse culpable le daría la oportunidad de ser pareja formal, se hubiera acostado o no con su padre, Lilith y él no serían novios ni en un millón de años, no solo por la diferencia de edad, sino por no sentir nada, y eso no lo podía forzar ni aunque quisiera. Nuevamente, el menor no es malo, dejando de lado la gran diferencia de edades, era alguien compañero, amable, atento, detallista, y cariñoso, podría ser el candidato perfecto si tan solo Lilith sintiera algo, en caso de tener sentimientos por él, hubiera esperado a que sea mayor de edad para formalizar una relación, pero no es el caso. No sabía si no podía sentir nada porque se llevaban once años, porque ella estaba muy rota como para tener pareja de nuevo, o vaya a saber por qué, quizá si un hombre de su edad tiene las mismas características que JiMin tal vez podría darle una oportunidad...no lo sabe, realmente no sabe interpretar sus motivos y sentimientos.

Dejó de pensar en cosas cuando unos pequeños dedos deslizaban el tirante de su vestido por el hombro, miró a JiMin, quien estaba con las mejillas rosadas y no sabía si era por la vergüenza o por el corto trago que le dió al champán. Suspiró silenciosamente, en su mente disculpándose con Leonel por haberle prometido que no cometería más crímenes, no podía arruinarle tanto la vida acostarse una sola vez con un menor de edad, ¿no?

Illegal| pjm. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora