𝗘𝗦𝗧𝗢𝗖𝗢𝗟𝗠𝗢 - 𝗕𝗢 & 𝗩𝗜𝗡𝗖𝗘𝗡𝗧 𝗦𝗜𝗡𝗖𝗟𝗔𝗜𝗥

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Algunos estarían triste y llorando desconsoladamente con lo que estoy cargando en este momento. Mi padre siendo sepultado, y mi madre en el hospital en un coma por un quiste que tiene en la puta cabeza. Una persona normal estaría sufriendo y adolorida por perder a dos personas factores en su vida, sin embargo yo no.

Yo solo deseo que ambos se pudran en el mismísimo infierno, y que allí pagen las consecuencias de sus horribles actos hacia a mi y mi hermana. Que tengan sus merecidos castigos con el diablo.

El padre dirigí su mirada a mi y me pregunta si tengo algunas palabras que decir por lo que le respondo que no, y que mejor prosiga con el entierro. Me deleitó con la escena frente a mi, Liam Taylor fuiste un hijo de puta de padre, es más ni mereces ser llamado "padre". Quería paz y tu muerte me lo a dado, ahora solo me falta desaserme de los cabos sueltos.

Tomo la pala que me ofrece uno de los hombres que bajo el cajón del abogado a la tumba, tomo un poco de tierra y la lanzo al fondo donde yace el cuerpo de mi repugnante progenitor, repito la acción cuatro veces y le devuelvo la pala al hombre. Le hago una señal a mi secretaria para que se acerque a mi sitio, ella llega hasta mi y me entrega la copa de vino la cual levantó y miro el ataúd con desprecio. Me importa un carajo los que las demás personas presentes en el funeral piensen o digan de mi, ellos no están al tanto de lo que sufrí bajo la responsabilidad de mis padres. Mi padre fue un tirano, un monstruo, un abusador. No sentía nada de pena por él, solo alivio de que por fin se había ido.

-Por fin te has muerto, viejo maldito -dije en voz alta, sin importarme las miradas de los demás -. Has hecho de mi vida un infierno, pero ahora soy libre. Libre de tus golpes, de tus gritos, de tus humillaciones. Libre de ti.

Me rió con amargura y bebo un sorbo de vino. Luego me acercó al ataúd y escupo sobre él.

-Esto es lo que mereces, basura. Ni siquiera te voy a llorar. Al contrario, voy a celebrar tu muerte. Voy a hacer todo lo que tú me prohibiste, voy a vivir como yo quiera, voy a ser feliz. Y tú no podrás hacer nada para impedirlo. Porque estás muerto.

Arrojó la copa a la tumba y me alejó de ahi con mi secretaria detras y me dirigió a la salida. No me importaba nadie más, solo yo misma. Era mi momento, mi venganza, mi triunfo.

-Adiós, padre - dije con una sonrisa malvada mientras me ponía los lentes oscuros -. Que ardas en el infierno mal parido.

Entro a mi auto en el asiento trasero mientras clara, mi secretaria, ingresa al auto en el asiento del conductor, pone el auto en marcha y salimos del cementerio.

-¿La viste por algun lado?-pregunto clara y se muy bien a que se refiere

-No, y tampoco esperaba verla. Algo me dice que ni siquiera sabe que Liam está muerto. -bajo el vidrio del auto y saco un cigarro de mi bolso, lo prendo y le doy una calada larga, contuve un rato el humo y luego lo solté.