5

4 0 0
                                    

Él se acerca y me abraza fuerte. Yo levanto lentamente los brazos y se lo devuelvo con mucha fuerza.

—Hace mucho que no te veo—lo suelto—¿Qué haces aquí?

Él me sonríe haciendo que las pecas de su cara se muevan ligeramente, mientras me muestra esa típica sonrisa coqueta que tiene haciéndome sentir de la misma manera que en ese tiempo.

—¿Cómo es eso? ¿Acaso no me extrañaste? —me río ante tal ocurrencia, claro que lo extrañe.

Manuel es mi amigo de habitación, estuvimos en la del hospital. Los dos sufrimos el mismo día un accidente y nos acompañamos durante mucho tiempo y otras personas más, pero nosotros mantuvimos el contacto.

—Pero tienes razón, volví para quedarme—eso me tomó por sorpresa, porque por lo que me ha dicho él y su familia son del sur.

—Pero... ¿Cómo? ¿Estás arrendando un piso, te quedas con un familiar o qué?

—Nono, tenemos un departamento acá en Santiago, además queda cerca de tu casa—lo miro confusa— Está en la granja, literal a nada de La Pintana.

Está cerca el chiquillo, nos podremos ver más.

—No sé qué decirte, además de que bueno volver a verte. Juntémonos un día de estos para presentarte a mi amigo.

—¿Tu amigo Robin? ¿Acaso sabe de mí?

—Obvio que sí, le hablé de ti después de salir del hospital. —lo vuelvo abrazar—pero de verdad que bueno verte otra vez.

—Lo mismo digo, aunque esperaba verte en otras pintas no con tu pijama—me suelta y le saco la lengua, mientras siento como las mejillas comienzan a calentarse.

—Bueno si me hubieras avisado estaría vestida mucho mejor—este se ríe y niega, él vuelve a abrazarme, mientras me da un beso en la frente.

—En verdad te extrañaba María.

Sus palabras hacen que se me acelere el corazón y sienta como mis mejillas comienzan a calentarse. Después de nuestro abrazo nos despedimos, y él se aleja mientras yo lo veo desde la reja como se va. Cuando ya no soy capaz de divisarlo entró nuevamente a la casa, mientras me froto las manos porque hace mucho frío y el viento que corre empeora, Robin está apoyado en el marco de la puerta mientras me mira con una sonrisa traviesa, ruedo los ojos al saber que piensa.

—No es lo tu piensas tonto—le doy un golpe en el hombro— es Manu, el amigo que te conté, el del hospital.

Abre los ojos y la boca a más no poder, mientras apunta en la dirección en la que estaba con Manu, yo solo asiento.

—Pero amiga, tú y yo sabemos muy bien que lo que pienso, lo estás pensando también, además es entendible, tu "amigo"—dice haciendo comillas en esto— es super lindo.

Le doy un golpe cuando me molesta por ser mi "amigo", pero no se lo niego, Manu es uno de los chicos más lindos y cariñosos que conozco. Entonces cuando entramos veo que esta Elliot con una mirada sería en su rostro. Cuando chocamos miradas, entonces esta se suaviza un poco, pero se ve muy molesto además de que se está mordiendo un poco el labio y eso siempre lo hace cuando algo le preocupa o le molesta. Nos seguimos mirando y su mirada comienza a ponerme incomoda, algo está mal. Pero no sé porque, no sé que es esto.

—¿Estás bien? —doy un pequeño salto ante la pregunta de Robin, este me mira preocupado. —Estas algo pálida.

Entonces miró instintivamente a Elliot, este me mira igual de preocupado. Robin mueve su mano frente a mi cuando lo miro, este me mira con curiosidad y mira hacia donde está Elliot.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

IntersticioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora