Mirada Lee

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Cuando Felix se levantó primero, sus piernas temblaban y en toda la extensión de su cadera también. Adhirió un puchero en sus labios, quejumbroso, al enderezar su espalda, las sábanas escurridas en todo su cuerpo, lo cual se hizo extraño porque él es de patalear en la noche y arrebatarse cualquier cosa que estaba en su encima por el calor. Pero entonces se le dio la idea de que Minho haya estado atento a cubrirlo durante toda la hora nocturna.

Sonrió a duras penas y después hizo una mueca, por el constante dolor. Con un leve jadeo Felix deladeó su rostro, chocando con el tranquilo del alfa. Estaba adormilado, algunas hebras castañas sobresaliendo, sus labios de por sí rojizos también estaban entre abiertos. Los colores inundaron su rostro al recordar las tres veces que Minho enudó en él y lo envolvió en su aroma. Su celo fue un poco fuerte y había de estar cansado por ello, tal vez lo habría dejado terminar su siesta, si no hubiera sido por el incesante ardor en su cuello que ahora mismo lo aturdía, obligándolo llevar sus manos a su, al parecer, marca reciente.

Oh, espera.

¿Una marca? ¿Qué?

Felix abrió sus ojos, alarmado.

— MinMin — inmediatamente sus manos buscaron al alfa, y al encontrarlo lo sacudio — MinMin, MinMin, despiértate ya.

Dios, pero ¿cuándo pasó? ellos solo...

— Uhm — gruñó como única repuesta Minho, arrebujando más su cuerpo con las sábanas — No estoy... me fui de viaje a estados unidos.

El omega rubio bufó, cruzándose de brazos, él no estaba para juegos. Claro, Minho no era quien sostenía la dolorosa marca, y no iba a ser regañado por sus padres. Minho no será el que debia dolerle la cadera, Minho no hará nada más que solo dormir. ¡En fin, alfas!

— A veces me caes mal — murmuró luego de un silencio, enfurruñado — Alfa tonto.

Minho por alguna razón quería prestarle atención a su pequeño Omega gatito pero realmente se hallaba agotado. Había estado cuidando de Felix toda la noche antes de preferir dormir como normalmente otros lo hacían ni bien terminan su sesión calurosa. Pero no, como siempre aquel estúpido lado que insistía en mantener al omega cómodo o a salvo le ganaba.

— Cinco minutos — balbucea, sus labios abultados no permitiéndole ser claro — No, seis...

— ¡Me marcaste, MinMin! — le reprochó Felix a susurro, haciendo otro mohín al vislumbrar al alfa acomodarse más la almohada en un silencio sepulcral, ignorándolo.

— Hmm bueno, para la próxima te la marco más — se giró para por fin caer en los brazos de morfeo, sereno.

Sin embargo volteó su cuerpo asustado al escucharlo con exactitud, despertando todo su ser en el camino.

— ¿Q-qué? — tartamudeó Minho, sorprendido y pasmado — ¿Quién? ¿Yo? ¿Qué? ¿Te marqué?

Le cuestiona y el omega asiente, con los brazos cruzados y reproche en su mirada.

— Madre santa no tan santa...

— Madre santa no tan santa

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