1- Nueva vida

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Había pasado dos años de aquella huida cuando pude visualizar de lejos a la persona que me había arruinado mi vida y dejándola solo en tristes recuerdos, esa persona era Marcus. Empecé a temblar y corrí hacia mi casa, cerré todas las puertas y ventanas con miedo, no quería volver a ir allí, desde entonces no he vuelto a dormir tranquila sabiendo que él sigue estando ahí.

Él venía hacia mí lo podía notar, retrocedí inconscientemente pero fue en vano. Me acorraló contra la mugrienta pared de aquel callejón y puso un afilado y oxidado cuchillo en mi vientre, intenté parecer más tranquila y rígida, pero no pude evitar temblar ante su presencia.

- Te pillé –dijo con voz ronca y divertida - ¿creías que no te encontraría? – rió malvadamente.

- ¿Qué quieres? – pregunté en un hilo de voz.

- Tu ya lo sabes –sonrió mostrando sus dientes amarillos y desgastados por el tabaco y el alcohol.

Pensé tranquilamente mi respuesta cerrando mis ojos – No –respondí seria y nuevamente mirándole a los ojos desafiante – Jamás.

- ¿Estás segura? –asentí y me clavo el cuchillo – Dímelo – dijo con ira en los ojos.

- N...no – musité mordiendo aguantando las lágrimas y cerrando los ojos.

Hundió el cuchillo aún más – He dicho que me lo digas zorra –gritó y negué con la cabeza, entonces ocurrió lo que debía ocurrir, me dejé caer a la nada y dejarme llevar por ella.

Abrí los ojos, me encontraba en mi cama sudada, me senté y eché mi pelo hacia atrás entonces me di cuenta de que solo fue una pesadilla.

- Tranquila Lucía –susurré para mí misma, aunque mi nuevo nombre fuera Laura siempre sería la misma Lucía.

Fui al baño y me eché agua en la cara, necesitaba despejarme un poco. Me vestí con algo cómodo, unos jeans y una sudadera junto a mis deportivas turquesas. Salí a la calle y caminé sin rumbo hasta que llegué a la playa, me senté en la suave arena, cerré los ojos y sin darme apenas cuenta me encontraba cantando Desaparecer de Malú la verdad es que amaba a esa cantante.

- Cantas bien – dejé de cantar, abrí los ojos asustada y le miré –lo siento, te asusté –sonrió - ¿puedo? –preguntó señalando a mi lado y asentí - ¿No hablas?

- Lo siento – sonreí tímidamente –soy Laura –le tendí la mano y este la estrechó gustosamente.

- Yo Lucas – sonrió mostrando sus dientes blancos como la nieve – encantado.

- Igualmente – le imité y soltamos nuestras manos.

- Y ¿Qué hace una chica tan guapa sola en la playa? –le miré interrogante y me reí -¿qué?

- ¿Intentas coquetear conmigo?

Rió- puede que sí, puede que no- reí con él- me gusta tu risa.

- Y a mí la tuya –sonreí y me sonrojé levemente.

- Uh se ha puesto como un tomatito – reímos los dos a la vez.

- Idiota – le pegué juguetonamente en el hombro e hizo como si le doliera. – Uh ¿te he hecho pupita? – reí y el se hizo el indignado para después reír conmigo.

Estuvimos hablando de cosas al azar y sin sentido durante ¿horas?, ¿minutos?, ¿segundos? La verdad no lo sé con él tengo la sensación de que el tiempo se para, seremos buenos amigos pero solo eso no estaba preparada para una relación, no aún.

- Bueno Laura yo me tengo que ir, tengo que estudiar para unos exámenes –sonrió e intercambiamos los números.

- Adiós, Lucas ha sido un placer – sonreí y besó mi mejilla dejando una cálida sensación en esta y se fue caminando por las calles, las cuales ahora iluminaban las farolas.

Me levanté de la arena y sacudí mis pantalones quitando algo de arena de estos, comencé a andar en dirección a mi casa y oí mi barriga rugir.

- Espero no incendiar la cocina- susurré para mi misma y reí al instante.

Al llegar, me dispuse a hacer una pizza, primeramente hice la masa y después le añadí los ingredientes correspondientes y como siempre el doble de queso, se me olvidó decirlo AMO el queso. Pre-calenté el horno a 200º y cuando terminé metí la pizza en este, para pasar el rato me puse a ver Castle que también lo amo. Un rato después el timbre del reloj me hizo acordarme de que la pizza termino de hacerse, me levanté de un salto y la saqué, la corté y la serví en un plato, después todo fue cosa de mi estómago. Lavé el plato y los utensilios y me dispuse a tomar una ducha relajante, seguidamente me sequé y me puse mi calentito pijama de cerditos, decidí irme a dormir y al instante pude sentir como todo mi cuerpo se relajaba dejándose caer en un profundo sueño.

Ready to RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora