Prólogo

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China ladeaba la cabeza de un costado a otro intentando ganarle al sueño que se ocasiona por no dormir, obviamente, y también en parte por lo aburridas que le parecían las reuniones. No era que las odiara, sólo que tener una cada lunes y tener que aguantar charlas de tres horas sobre problemas de los demás que no le interesaban.

Miró la hora en su reloj por quinta vez y por fin vió un avance en el tiempo. Ya casi era hora de irse y para su suerte no debería aguantar más las charlas de EEUU contra otros países.

-Ash.... Se levantó y evitó a toda la multitud que se despedía cortésmente de otros con un apretón de manos. Esta vez no tenía ganas de fingir una sonrisa hipócrita y saludar a todos, sólo quería irse a su casa y echarse directamente en su cama para dormir un rato antes de tener que ir a su trabajo de oficina.

Salió de la sala de reuniones y a paso rápido fue hasta la puerta de entrada/ salida. Pasó primero que todos para no tener que quedarse apretado contra los otros. Ya le habia pasado un par de veces, y en esos momentos estuvo a punto de insultar hasta la ONU y manchar su reputación de buen país responsable y educado.

Al salir del lugar se paró justo en frente de su auto e inhaló el aire fresco, un poco contaminado por las fábricas, pero aire es aire.

Sacó sus llaves y abrió la puerta, se sentó en el asiento de conductor y se abrochó el cinturón. Antes de arrancar escucho una voz y no tuvo de otra que esperar.

Bajó un poco el vidrio y miró con cansancio al sur coreano en frente de él.

-¡Sr. China! Lo anduve buscando por horas, ¿Por qué ah... Se quedó sin aire de tanto correr e Inconcientemente bajó sus manos hasta sus rodillas y tomó una gran bocanada de aire para continuar.-¡¿Por qué no estaba junto a los otros asiáticos?! Perdón por gritar.- Se disculpó al finalizar ya que se había dado cuenta de que un francés lo miraba raro por los gritos. Sus mejillas se tiñieron de un color rojizo y para empeorar la situación le deseo buenas tardes a Francia que ingresó a su coche luego de mandarle una sonrisa nerviosa al coreano. -Tenía que pedirle algo MUY PERSONAL- Subió su tono, remarcando que probablemente era algo muy vergonzoso para hablarlo en público.

China soltó un suspiro pesado y no tuvo de otra que abrir las puertas de atrás y dejar pasar al coreano a su auto.

-¿Y qué me tenías que decir? Dilo rápido, por favor. Tengo que dormir y luego irme a mi trabajo.

-De eso quería hablarle. Esto sonará un poco alocado y estúpido, pero...¿Usted querría trabajar conmigo y con mi hermano en un supermercado?

-¿Qué?

-Son todos los días de semana, luego los fines de semana... Eh... Disculpe, no me acuerdo los horarios. ¡Espereme, por favor!- Abrió la puerta y fue corriendo hacia su auto. El chino se quedó mirando como buscaba desesperado su teléfono y volvía corriendo hacia él ya con su teléfono.

-Sur Corea, tu auto.

-¿Qué pasa?

-Lo dejaste abierto.

-Oh, ¡Espereme un rato más! Mientras tome.- Le entregó su teléfono ya prendido y desbloqueado, mostrando una imágen donde había información del trabajo junto a los horarios y otros detalles.

China observó con rapidez, desinteresado del trabajo. Ya tenía uno muy bueno. Estresante, pero ganaba mucho dinero.

-..... No, es estúpido. Definitivamente no dejaré mi trabajo por esto..... Dejó el teléfono del coreano en el asiento y se quedó observando por la ventana del automóvil como el sur coreano intentaba cerrar su auto con complicaciones. Se escuchaba la tediosa alarma y China no tenía ni la menor idea como fue capaz de activarla. Cerró la ventana y encendió la radio para escuchar noticias y tal vez alguna canción, aunque le estresaba las voces de los locutores que comenzaban a hablar sobre las mejores partes y arruinaban sus pocas ganas de vivir un día más.

Una rara sensación recorrió su cuerpo. ¿Emoción? ¿Exaltación? No sabía como describirla, ¿Adrenalina? Unos recuerdos hinundaron su mente con vergonzosas e hirientes anécdotas de su trabajo y vida en general.

Recordaba a la perfección el día en el que entregó una maldita montaña de papeles corregidos y escritos personalmente a mano. Su jefe los tiró sin piedad del país y China se guardó todo el odio que hinundó su cuerpo. Se la paso gritando maldiciones en la ducha al llegar a casa y luego se quedó despierto hasta las 5 de la mañana hasta terminar su trabajo.

Trabajar en un supermercado ya le empezó a parecer mucho más tranquilo. Quizás pelearía con un cliente, pero nada más grave podría ocurrir.

Pero era un trabajo muy.... No sería común ver a un país tan importante como él trabajando allí. Seguramente EEUU se burlaría de él, también Rusia, también....

-Al carajo. Hagamos esta mierda.- Insultó con emoción y un toque de furia al recordar y sobre pensar las cosas. Tomó el teléfono y salió de su auto hasta dirigirse al coreano. -¿Corea?- Miró al pequeño pais subido a un árbol con sus llaves tiradas en el suelo llenas de saliva.

-Había un perro.- Explicó el sur coreano temblando levemente.

-Era un maldito chihuahua.- Se acercó su hermano, Corea del Norte. Quien tomaba un batido de fresas. No había asistido a la reunión ya que no formaba parte de la ONU, pero si traía y llevaba de regreso a su hermano luego de las reuniones, y en el lapso de tiempo que este se encontraba en ellas él se la pasaba comiendo y jugando con su teléfono en las tiendas de comida que veía.

-Como sea, no me importa. Voy a ayudarlos en el trabajo. - Dijo China ya son importarle la rara situación que ocurría, incluso le importó un pomo cuando el sur coreano se cayó de la nada del árbol y se dió la jeta contra el piso.

...

-¡Ay!- Gritó Sur Corea sobándose su parte trasera. Los otros lo ignoraron y comenzaron a charlar del trabajo. Necesitaban a otro participante/ empleado.

-¿Japón?

-¿Si?, Soy Japón, ¿Quién habla?

-Soy yo, Corea del Norte. Te quería preguntar que decidiste al final sobre- La llamada fue cortada por el japonés.

Japón estaba en su escritorio trabajando en su casa. Tomó un sorbo de café e ignoró el molesto sonido del teléfono aún llamando.

Lo del Chino -Chinarg-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora