Cuando me encuentro sumergida en la nostalgia, oculta bajo la sombra de las páginas del opúsculo, contemplando el reflejo de la pasión y sentimientos plasmados en el papel, letras muertas para el mundo pero vivas en mí ser.
Solo te miro inesperadamente y sin poderlo controlar, la dulce magia de tus ojos me envuelve sin cesar, aquella fuerza poderosa penetra hasta mi subconsciente y me hace suspirar lenta y sublimemente.
Tu presencia penetra todo el espacio que existe entre mi alma y mi cuerpo, puedo sentir como tu sutil lujuria acaricia mi piel, y lentamente te apoderas de mis pensamientos, siendo tú el peor de los enigmas en mi universo.
La magnificencia de tus palabras me seduce y me sumerge en un extenso mar de sentimientos profundos y apasionados, ocasionando en mí un colapso inminente.
En ese momento no soy más que un invidente espectro del cosmos, poseído por fuerzas mágicas sobrenaturales que sugestionan mi mente hasta llevarme hacía un estado de candidez maquinal. Con el sosegado lirismo de tus manos, rozando dócilmente mi piel, entonando sinfónicas y sublimes melodías al son de los violines, cada vez más dulce y armónicas. Súbitamente mi alma adormecida escucha una grotesca voz, naciente de un recóndito lugar, la cual bramando penetrantemente a mis ojos, suplicando sin cesar, me hace descifrar que el amor es un demonio que te posee sin piedad, y te destruye lenta y sutilmente. Me envuelve y me susurra al oído con firme veracidad, que a los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad. Escucho las envolventes voces sinfónicas que provienen de los espíritus celestes, que entonando un coro me recitan una impasible melodía, y me dicen que el amor es el más hermoso de los Demonios.
