Cerbero

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-¿Loki implicado? - pensó para sí mismo el emperador. Era una posibilidad insospechadas y realmente amenazante. Loki había dejado en claro de lo que era capaz.

-No debería sorprendernos. Ese dios ha sido una molestia para todos - dijo el francotirador mientras revisaba su rifle - sin embargo, el problema está en cómo encontrarlo.

-Einherjars - llamó el dios mensajero- estamos cerca.

Los humanos miraron con atención hacia donde señalaba el inmortal. Frente a ellos se encontraba un imponente templo griego casi transmutado en una montaña que cubría toda la visión.

Era una imagen imponente y peligrosa.

-Este es su templo. Al bajar, permanezcan cerca de mí. El Hellhiem tiene demasiadas criaturas bajo su cuidado. Algunas sin consciencia capaz que de atacar a quien esté en su camino - advirtió - las almas son solo el comienzo.

Nikola asintió. Su curiosidad lo dominaba pero obedecería porque conocía sobre los obstáculos, peligros que conllevaba su visita. Hermes no mentía sobre las posibles amenazas.

Simo solo miraba la extensión de aquella elevación cubierta de sombras y siluetas desconocidas.

Por su parte, el emperador bajó de inmediato. Ignorando toda advertencia.

Llegó a la orilla con rapidez. El dios griego veía estupefacto el atrevimiento del humano.

-No perdamos el tiempo. Si nos ataques solo debes hacer lo mismo - dijo el emperador Qin Shin Huang mientras caminaba hacia la entrada.

Los demás imitaron su accionar. Un avez todos en tierra, el barquero regresó.

-Caronte, si tienes noticias del Valhalla envía a alguien a informarnos - comentó el dios.

-Dios Hermes - escucharon los visitantes. La gravedad de aquella voz, de aquel ser inconscientemente les produjo un escalofrío.

-¿Qué sucede, Caronte? - demandó el hijo de Maya

-Dos dioses entraron en estos dominios en ausencia de mí señor Hades.

-¿Dioses? ¿Has reconocido alguno?

-Uno de ellos, es sirviente del señor de los mares. Conocido por su habilidad profética y líder de los rebaños de Poseidón. El otro dios, es un dios extranjero. Integrante del panteón nórdico.

-Proteo y Loki... - reconoció al instante el inmortal. Los humanos comprendieron lo que esas palabras significaban - ¿Algo más que debamos saber, Caronte?

-Uno de ellos ya no está aquí. Y se ha llevado consigo un alimento del Inframundo.

Hermes palideció al instante.

Proteo o Loki habían atravesado la zona prohibida. Algunos de ellos aún estaba aquí. Sabía que Caronte no daría más detalles, sus dominios le impiden ir más allá de las aguas del Aqueronte.

-Sigue con tu deber, fiel sirviente de Hades y barquero de almas.

En ese momento, la figura empezó a desaparecer entre la bruma. Balsa y barquero se habían fundido otra vez.

-Siganme, humanos - expresó el dios mientras ingresaba - no sabemos quién aún permanece aquí. Deben estar atentos

Nikola activo su máquina. Similar a un rastreador había sido modificado para solo reconocer espíritus divinos. Con sus inventos había descubierto que parte de la divinidad reside en sus genes. Pudo extraer con éxito una muestra del señor de las moscas para comprobarlo.
Luego de calibrar el equipo, solo debía reducir su tamaño.

Simo observaba las afueras a cada paso. No le agradaba la idea de sentirse observado. Demasiados ojos y poco luchadores para hacerles frente.

A oscuras, escuchar un bramido ensordecedor.

-Algo se acerca - expresó Nikola mirando su máquina.

El francotirador lo reconoció. Era una criatura descomunal acercándose con rapidez. Prácticamente estaba frente a ellos.

-No se alejen de mí - dijo el dios Hermes - Se trata de Cerbero. Es demasiado peligro, incluso para humanos como ustedes.

-Derrotamos a los dioses. Él no nos lastimará - dijo el emperador.

Lo vieron entre las sombras. Era una criatura sumamente hermosa a pesar de sus tres cabezas y tamaño descomunal.
Después de todo, era el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas con una serpiente en lugar de cola. Sus ojos rojos brillaban en la oscuridad, como iluminados por una luz sobrenatural. De sus colmillos se desprendía un veneno negro y mortal.

-Déjenme a mí tratar con él - expresó el francotirador

-No, es arriesgado - respondió el dios

Simo avanzó hacia el animal sin obedecerlo.

Cerbero miraba sus movimientos mientras gruñía. El francotirador río internamente. Había tratado con perros toda su vida. No era lo mismo pero debía intentarlo. A unos pocos metros, la bestia comenzó a ladrar. Era ensordecedor. El humano retrocedió unos pasos.

Luego empezó a mover sus manos, daba leves aplausos que llamaban la atención del animal. Cerbero fue acercándose hasta quedar frente a él. Un golpe y estaría acabado. Cuando el animal se movió, el francotirador ya estaba listo. Corrió esquivando el golpe. En un de sus manos llevaba un rifle cargado de un potente anestésico. Debía intentar, al menos dormirlo.

Una vez en sus espaldas, saltó sobre él y disparó. No le agradaba hacerlo a poca distancia pero debían ser rápidos. Cerbero aulló de ira. Sacudió su cuerpo haciendo que el humano cayera.

Hermes intervino de inmediato. Tomó al humano y lo alejó del animal. El emperador y Nikola hicieron lo mismo. Aprovecharon la distracción para acercarse a los demás.

-Ya podemos irnos. Lo que le disparé está haciendo efecto - dijo el francotirador.

Era verdad.

Cerbero tambaleaba, sin poder mantenerse de pie. Pocos segundos después había caído en un profundo sueño.

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