Capítulo único

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Un par de meses después de que terminó la guerra, todos los egresados de la Academia de Oficiales del Monasterio de Garreg Mach ya podían vivir en paz. Cada quién comenzó a hacer su propia aventura; algunos comenzaron a reconstruir sus ciudades natales, otros salieron a explorar el mundo. Sin embargo, había una persona que aún tenía algo pendiente que hacer antes de comenzar su propio viaje. Dicho individuo era Félix Hugo Fraldarius. Durante los últimos meses de la guerra, él comenzó a fortalecer su amistad con una chica, esta siendo Bernadetta von Varley. Ambos se hicieron amigos, pero con el pasar de los días, ambos comenzaron a sentir que entre ellos fluía algo más que amistad, sin embargo, aún no se daban cuenta.

Félix siempre fue un hombre muy serio, al cuál solo le importaba hacerse más fuerte. Sin embargo, al ver las increíbles habilidades de Bernadetta, y al pasar el tiempo con ella, este comenzó a tener sentimientos por ella. Aún los negaba, pero muy por dentro él sabía lo que sentía por ella.

Pasó mucho tiempo negando sus sentimientos por la chica, pero al enterarse que ella ya se regresaría a su ciudad natal, este tuvo que aceptar lo que sentía. Por dentro, él sentía muchísima pena y nerviosismo, algo que él jamás había sentido antes. Sin embargo, tenía que confesarse antes de que fuera demasiado tarde.


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Era una linda mañana de un viernes. Bernadetta se encontraba en su habitación empacando sus cosas. Ella se sentía contenta, pero al mismo tiempo sentía algo de melancolía, pues probablemente ya no vería a varios de sus amigos, ni a Félix. Mientras guardaba todo en cajas, estaba ensayando en su cabeza las palabras que le diría a Félix antes de irse, pues quería despedirse de la mejor manera. A veces pensaba en confesar sus sentimientos al chico, pero cada vez que dicha idea pasaba por su cabeza, esta se avergonzaba y se repetía a si misma que sería rechazada. 

Cuando estaba apunto de terminar de empacar, escuchó que alguien tocaba la puerta. Bernadetta al instante pegó un grito del susto, y soltó las cosas que tenía en sus manos. Temerosa y nerviosa, se acercó a la puerta y la abrió. Una vez que vio a cierta persona fuera de su puerta, su cara temerosa cambió a una tierna sonrisa risueña.

— ¡F-Félix! — Exclamó, manteniendo su sonrisa. Ella no se esperaba que el chico se apareciera antes de tiempo, pero aún así estaba feliz de verlo.

— Hola, Bernadetta. Veo que estás empacando. Hoy es el día que te vas, ¿cierto? — Preguntó con un tono de voz amigable, pero sin hacer contacto visual.

— Sí, así es... — Bajó la mirada un poco. — D-Después de terminar de empacar iba a ir a buscarte para despedirme pero, me alegro de que hayas venido a verme antes. — Dijo tímidamente, pero mostrando una ligera sonrisa en su rostro.

— Te leí la mente entonces, ja. — Mostró una sonrisa, aún evitando contacto visual con la chica.

Bernadetta volteó a ver la cara del chico, y esta se alegró al ver esa sonrisa que tanto le gustaba.

— La verdad es que vengo a despedirme de ti, y... — Félix aún estaba nervioso por admitir sus sentimientos, así que alejó su mirada y giró su cara ligeramente, intentando evitar que la chica viera el color rosa que se apareció en sus mejillas.

— ...¿Y? — Curiosa, Bernadetta se acercó un poco al chico para poder ver su rostro. Al notar que Félix estaba sonrojado, su corazón comenzó a latir rápidamente, pues ella se pudo dar una idea de lo que él chico podría decir.

— Pues, uhm... — A pesar de que se preparó mentalmente para declararse, esto aún era difícil para el chico, pues no está acostumbrado a tener este tipo de sentimientos.

— P-Puedes decirme, Félix. — Mencionó Bernadetta para intentar calmar los nervios del otro. Estaba ansiosa por escuchar lo que él tenía que decir, pero al mismo tiempo tenía un poco de miedo de que se tratara de algo malo, pues ella siempre ha estado acostumbrada a pensar negativamente.

El chico tomó un suspiro, intentando relajarse. Se acercó a Bernadetta, pero ella inmediatamente dio un paso atrás por los nervios. Félix al ver que ella se estaba alejando, asumió que ella tenía dudas en su cabeza sobre lo que él hacía. Entonces, para evitar que ella se diera malas ideas, decidió seguir su corazón y tomó las manos de la chica. El rostro de Bernadetta al instante se volvió rojo como un tomate.

— Bernadetta, yo... Uhm... — Nuevamente se apareció un rubor en sus mejillas, el cual intentó ocultar.

El corazón de la chica estaba palpitando rápidamente. ¿Será que Félix si dirá lo que ella siempre quiso escuchar? ¿Será que ella por fin podría ser querida por alguien? Muchas cosas pasaban por su cabeza, pero intentó relajarse, sintiendo las manos del otro. Las manos de él estaban algo frías, pero eran suaves. 

— Te amo Bernadetta. — Confesó, para después ver fijamente la mirada de la chica, dejando así que ella viera lo avergonzado que él estaba.

Al escuchar esas dulces palabras, la chica comenzó a sonreír de oreja a oreja. Estaba tan feliz que hasta lágrimas comenzaron a salir de sus bellos ojos. No podía contenerse más, así que abrazó al chico, el cuál rápidamente regresó el abrazo.

Se quedaron callados por unos segundos, dejando que su dulce abrazo dijera todo. 

— W-Wow... Nunca pensé que... podría gustarte, Félix. — Dijo la chica con la voz entrecortada, aún algo anonadada por lo que acababa de pasar.

— En el pasado pensaba que el amor era una pérdida de tiempo, pero al hablar contigo me di cuenta de lo equivocado que estaba. — Sonrió el chico, tomando nuevamente las pequeñas pero dulces manos de ella.

Bernadetta lo miró a los ojos, observando esos relucientes ojos anaranjados que tanto le gustan. 

— Ay, Félix... Yo... también te amo. — Sonrió, aún teniendo su rostro con un tono rojizo.

Los dos individuos se vieron fijamente, dejando que sus miradas dijeran más de lo que las palabras podrían decir. Se quedaron en silencio un par de minutos, hasta que Félix decidió romper el silencio.

— Ya... ya no sé que decir, ja. — Rio ligeramente, aún teniendo un sonrojo notorio en su rostro.

— Félix... ¿Q-Qué te parece si me acompañas? — Dijo la chica sin pensar. Rápidamente se avergonzó y arrepintió de lo que dijo. — ¡O-Olvida lo que dije! Yo solo... — Fue interrumpida por Félix.

— Me encantaría acompañarte, Bernadetta. — Asintió. — Y después podemos ir a mi ciudad natal. ¿Qué te parece? —

La chica tímida nuevamente soltó lágrimas de alegría, y solamente asintió repetidas veces, sonriendo.

— Iré a empacar mis cosas entonces. No tardo. — Al decir eso soltó las manos de la chica y comenzó a caminar para salir de la habitación, pero Bernadetta lo detuvo, abrazándolo por detrás.

— F-Félix... G-Gracias. Gracias por formar parte de mi vida... — Dijo entre sollozos, aún sonriendo.

— ...Gracias a ti por cambiar mi manera de pensar. — Quitó los brazos de la chica de su cintura y la abrazó de frente con fuerza, pero evitando lastimarla. Le dio ligeras caricias en el cabello con cariño, demostrando lo tanto que la quiere.

Fue a partir de ese día que comenzó la dulce y tierna relación de Félix y Bernadetta. Se dice que a partir de ese día Félix hizo todo lo posible para proteger esa bella sonrisa, y Bernadetta alegró todos los días del hombre que amaba con todo su corazón. 



FE3H - Félix X Bernadetta || One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora