00.- Cambio perceptible

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No pudo evitar notarlo, era imposible no darse cuenta de esa pequeña característica que creció en el cuerpo de su amante, pero tampoco lo mencionó a Shōto ni se quejó de ello.
Claramente podría decir que Shōto siempre era alguien de apariencia peculiar por su heterocromía y con gran adictivo visual que no te permitía apartar la vista. Era genial, un hermoso Omega con belleza hipnotizante. Además, su cuerpo más grande al promedio y la musculatura que lo acompañaba nunca fueron un problema para Bakugou, así que este cambio solo le traía una emocionante curiosidad.

Si bien, ahora que lo distinguía con más detalle, dormido y flácido en su nido junto a sus dos cachorros con pocas semanas de nacidos, Shōto había pasado por muchos cambios: sus mejillas estaban ligeramente más regordetas, su cuerpo marcado y fuerte ahora parecía más suave y la piel firme era más elástica, el abdomen que se veía a través de la tela de su camisa gris ya no estaba marcado, ahora era plano y con una pequeña barriga junto a una cicatriz ya cerrada que no era desagradable, quizás porqué las marcas significaban el nacimiento de sus hijos lo hacían tan especial.

Se acercó a paso lento, cuidadoso de no despertar al Omega durmiente ni a sus pequeños acompañantes, se inclinó de cuclillas —ya que Shōto prefería construir su nido en su futón antes que una cama normal— y acarició con sus nudillos la mejilla pálida del mitad albino, Shōto dormía cómo un tronco, por lo cual despertarlos no sería uno de sus problemas.

Sigiloso se percató que aún con un  hilo de saliva en la boca, despeinado y marcas oscuras en sus ojos por las ojeras, Shōto seguía siendo guapo ante sus ojos carmesí. Una sonrisa se coló en su rostro, fue buena idea llegar temprano a casa, sabía lo torpe que llegaba a ser su Omega al cuidar a sus cachorros, no desconfiaba de él, pero era peligroso dejarlo mucho tiempo tan solo y descuidado.

Pasó un minuto, retardado, memorizando las características de aquel rostro masculino con facciones delicadas y al deslizar su mirada escarlata por la curva del cuello, la agraciada nuez de Adán y las clavículas, hasta finalmente dedicar atención a esa zona que subía y bajaba por la tranquila respiración de su durmiente favorito: el pecho de Shōto.

Shōto nunca fue alguien demasiado pechugón, aunque antes había tenido los pectorales ligeramente abultados por el ejercicio de su cuerpo, Katsuki siempre había sido señalado como el más agraciado en ese notable detalle, sin embargo, ahora las cosas eran diferentes. El pecho de Shōto había crecido con el embarazo, no era una cosa grandiosa, era normal para los Omega producir leche para alimentar a sus hijos, pero para Bakugou Katsuki era una gran atracción, la octava maravilla del mundo. En el último trimestre del embarazo del mitad albino, Shōto escondió tercamente su pecho y él que nunca pudo tocar y sentir entre sus dedos esa zona hinchada y carnosa. Entonces, no podía negar que estaba ansioso ahora que los tenía al frente de él.

Shōto estaba dormido.

Y Katsuki sabía que las oportunidades no debían de ser desaprovechadas. Solamente un verdadero idiota dejaría pasar ésto.

La verdad, los pechos no eran gigantes e incluso podrían ser medidos con el tamaño de un durazno, pero al presionar su dedo en esa zona algo impresionante sucedió ante los ojos del Alfa cenizo, el pezón se puso erecto y un rastro húmedo salió cuando lo pellizco.

—Katsuki, ¿Qué haces?

Los ojos dispares, adormilados casi entrecerrados por el sueño, miraron fijamente a Bakugou, quién dió otro apretón con un rostro serio.

—Traje la cena, levántate y lávate el rostro, yo voy calentar la comida —dice Bakugou, dando una última palmadita en esa zona y separándose como si no hubiera ocurrido nada— . Vamos, seguramente tendrás hambre, bella durmiente.

Shōto se removió, parpadeando desconcertado y ligeramente aturdido recién despertar, pero igualmente asintió en modo automático mientras soltaba un bostezo. Entonces, Bakugou salió de la habitación y rápidamente se perdió en una esquina del pasadizo, huyendo antes que el cerebro de Shōto se conectará y se diera cuenta de los rastros de su travesura.

Shōto estuvo toda la tarde con una manchita oscura en su pecho izquierdo que afortunadamente no lo notó.

pechos [BKTD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora