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Al cumplir los 16 años, Jungkook fue dado al general Kang Chaerok, para ser tomado como esposo.

Era muy joven cuando dejo el pueblo donde fue criado, dejando atrás la vida que alguna vez conoció, a sus padres, a sus hermanos, amigos, todo lo que lo hacía feliz, para cumplir con un nuevo puesto, junto a un hombre mucho mayor, con 20 años de diferencia.

Soldado del ejército real, a cargo de miles de soldados que combatían en la guerra vigente, por reclamos de territorio fértiles.

Paso de vivir en una pequeña casa de madera, con habitaciones compartidas, a una mansión de varias habitaciones, personal de servicio de limpieza y cocina, porque a parte de ser soldado, Kang Chaerok era el hijo del Conde.

-Está será tu nuevo hogar, ahora me gustaría que… te quites la ropa.

4 años después.

Las trompetas y banda sonaban en la calle principal de la ciudad, llamando a todos los habitantes a ver la llegada del ejército después de una batalla que duró más de 5 meses, las familias de los soldados corrían a buscar a sus hijos, esposos, hermanos o amigos, los heridos, siendo transportados en carrozas.

Teniendo al rey como su anfitrión al recibirlos personalmente en la plaza central, dándoles su merecido reconocimiento, y unas palabras por aquellos que no lograron volver con sus familias, y entre todo el revuelo del regreso de los soldados.

En la casa del general, un azabache de finos rasgos, rociaba las flores del jardín con un spray de agua, observando los altos muros que no le permitían ver más allá de estos, solo por el ruido de todo el alboroto en la plaza, tomo en su mano una rosa roja a punto de florecer, viendo el rocío que acababa de darle.

-Joven Jungkook, el general ha vuelto – toda su tranquilidad se esfumó con esas seis palabras, con su cuerpo tenso dio vuelta para ver a su acompañante, o como todos en esa casa la llamaban, su niñera, Seolha.

-Ya.. volvió.

Después de la guerra que no duró más de 7 meses, tiempo que el general estuvo lejos de casa, habían sido meses llenos de tranquilidad para el doncel, pero ahora que había regresado, vivo de tal batalla, no estaba tan animado como debería, era su esposo después de todo.

Pero al cruzar la puerta del patio, no se espero ver a más personas presentes, en su mayoría soldados aun vistiendo sus uniformes, con grandes mochilas, todos ellos hablando entre si, el personal moviéndose rápido para dar un buen servicio.

Y de entre todos ellos, vio la figura del general, quien dejando de hablar con su mayordomo, planto los ojos en el azabache, emprendiendo camino hacia él, Jungkook trató de fingir no verlo, desviando el paso a las gradas, dónde todo era más visible, no tenía intenciones de estar a solas con el hombre, no por el momento.

-Mi cielo – apretó los labios al oír el adjetivo, obligándose a sonreír cuando volteó, no se inmuto al ver su brazo sostenido por una venda colgando del cuello, la verdad, no le importaba si algún día llegarán mensajeros y le dijeran que murió en acción, más bien, sería un alivio.
-Señor, está aquí – hizo una pequeña reverencia, retrocediendo un paso cuando él se aproximó.

-Cariño ¿Que pasa?

-E-estoy sucio, estaba en el jardín – musitó apretando la mano en su camisa cerca del pecho, sabía que no podía hacerle nada a vista de todos los presentes, y aunque estaba siendo algo descarado al evitar su acercamiento, quería postergarlo un poco más.

-Eso no es problema para mí, pero si te sientes incómodo, ve a limpiarte y baja, quiere presentarte a algunos compañeros.

La fiesta que se dio en la casa, culminó muy tarde, el mayordomo despidió a todos los que celebraron con el general, y Jungkook, temblaba al final de las gradas observando al hombre de sus pesadillas hablar con Seolha, cuando por fin sus miradas se conectaron, supo que la noche aún no acababa para él.

Caged birdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora