Capítulo 6: El coraje de Bella

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A pesar de que las conocemos como "Princesa Disney", la empresa no es dueña de estos personajes.

Para Daniel, fue sumamente sorpresivo y extraño, el que Bella deseara colocarse una armadura y agarrar una espada de entrenamiento... de madera.
Aun así, incluso si todavía estaba tan sorprendido, aceptó entrenar a Bella en esgrima.

Aunque él, no era el único sorprendido por este cambio de actitud. Los padres de Jazmín, Ariel, Aurora y Rapunzel, quedaron incrédulos, ante la chispa que Bella acababa de encender en cada una de ellas, pues pronto, estaban todas ellas entrenándose con espadas, con cuchillos de cacería, en arco y flecha, con lanzas, con hachas de guerra, con bastones o con palos y bastones de combate.

Ante esto, todo lo que pudo decir Daniel, delante de los padres de sus amadas fue: —Cuando mis madres llegaron a la Escuela del Bien y del Mal, cambiaron todo. Mi madre: Sophie: la Decana del Mal y maestra en la Escuela para el Nuevo Mal, ella demostró que el mal podía literalmente, ser hermoso, pues ella era bella y vanidosa, mientras que a mi madre Agatha: Actual Reina de Camelot, le tomó mucho tiempo, aceptar que ella era bella y que estaba (supuestamente) enamorada de Thedros, el hijo del Rey Arturo de Camelot. Y mamá Agatha... pues... no solía ser muy agraciada, que digamos, no le gustaba cuidarse, ni vestirse bien.

— ¿Y ambas entrenaron con espadas? —Preguntó Bella, algo incrédula. ¿Existía una escuela que te enseñaba a ser princesa o bruja? ¿Porqué no asistieron ellas a eso? Sonaba muy útil, quizás así, más de la mitad de ellas, no hubiera estado casi a punto de morir (especialmente ella) ojalá y Pocahontas estuviera allí con ellas. Ella era una guerrera y también aprenderían.

—Inclusive con Mamá Agatha, enamorada de Thedros, ella creía que las mujeres deberían de protegerse a sí mismas y robó conocimientos de la Escuela de Chicos, para enseñarlo a las Chicas. —dijo Daniel con una suave sonrisa —Cuando yo nací, ambas esperaron impacientes a que yo, tuviera unos siete años y me comenzaron a entrenar, en todo tipo de armamento. Me enseñaron a cultivar, me enseñaron magias benignas y malignas al por mayor, me enseñaron a cazar, me enseñaron a guiarme por las estrellas y pusieron en mis manos, tantísimas armas como pudieron: Palos, dagas, garrotes, guadañas, hoces con cadenas, hoces con pesos, espadas de todos los rincones del mundo, arcos, ballestas, etc.,etc. no me... no me dejaron indefenso, ante lo que se me viniera encima.

Daniel enseñó a Bella a luchar con espadas y hachas, a protegerse con el escudo y a confiar en la armadura. Le enseñó hechizos de Magia Blanca, los mismos que usaban su madre Agatha y varios hechizos de Magia Oscura, que llegaron a usar las Brujas de la Escuela del Mal y que su madre Sophie insistió en que él, jamás debía de olvidar.

—Dani... Daniel, ¿no crees... que es... demasiado? —Preguntó Ariel un día, mientras caía desfallecida, al igual que Cenicienta y Blancanieves.

— ¿Es duro entrenar tu cuerpo, para mantenerte siempre en forma? Sí. —dijo Daniel — ¿Es duro para tus piernas sostenerte, luego de seis horas de entrenamiento? Lo es: Pero prefiero escuchar sus jaleos, respiraciones pesada y ver sus miembros temblorosos, sabiendo que las estoy entrenando, que él día de mañana, ustedes podrían ser secuestradas y se defenderían... en lugar de quedarse cómodamente sentadas a esperar a que yo las vaya a rescatar. —Rapunzel lo miró por un instante, mientras se quitaba el cabello dorado de la cara, que se le pegaba a las mejillas y a la frente, impidiéndole ver, a causa del sudor. —Prefiero saber, que las encerraron en una maldita torre, estarán buscando medios para huir y no sólo sentarse a que yo las vaya a rescatar. —Rapunzel ya estaba de pie, mientras se tomaba muy en serio las palabras de su novio, pero Bella avanzó de frente, con la espada abajo y el escudo en la otra mano y lanzó un corte ascendente, que Daniel solo retrocedió. — ¡Muy bien, Bella! —Atacó de nuevo con uno descendente, que, nuevamente, su novio retrocedió.

El príncipe que nos AmóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora