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En Grecia, el opio estaba comenzando a aparecer, las personas comenzaban a consumirlo y a la realeza no le gustaba, no era que no le gustase que consumieran estupefacientes, era que no tenían el control de eso y a la realeza le gustaba tener el control de absolutamente todo.

— Sería mucho gasto y no creo que sea conveniente involucrarse con gente de ese tipo.

— Realmente crees que me interesa cuando dinero sea? Tenemos de sobra, además que no temo de unos cuantos irlandeses.

Mi padre estaba buscando la manera de controlar el opio que estaba entrando a Grecia, de manera en la que pudiera tener una ganancia, pues, aquí no podía existir algo en lo que la realeza no estuviera presente y ganando.

— Señor, realmente creo que. - el tipo fue interrumpido por mi padre quien se levantó y golpeó su escritorio con sus manos

— Quien te dio derecho a creer? En lo único que deberías creer es en la Realeza, o estarías dispuesto a enfrentarte a las consecuencias? - el hombre guardó silencio y negó.

Era claro que mi padre se refería a las consecuencias que supuestamente los dioses griegos impondrían en aquel que no fuera creyente y devoto

— Bien, quiero que vayan y hagan algún trato con ellos, pronto mandaré una carta avisando de su visita.

En eso entré en la habitación de imprevisto por lo que me gané la mirada de todos.

— Iré también - afirme con cierta seguridad en mi mirada y palabras mientras los ojos de todos seguían clavados en mi.

— No estoy seguro de eso - comentó mi padre sentándose nuevamente-

— Creo que sería una buena idea, que mejor que su belleza para dominar cualquier negocio, no es secreto que el líder de los peaky blinders es un hombre. - siguió mi madre quien también se encontraba en el lugar -

— Bueno, quizá hay un poco de razón en eso. - dijo mi padre -

— la descendiente de Afrodita, hará llorar a todos con su belleza.

Con una sonrisa voltee a ver a mi hermano quien recién se incorporaba con nosotros, claramente estábamos todos de acuerdo, no era algo fuera de lo común intentar de todo para convencer a alguien, aunque se tratara de hacerlo seduciendo y aunque fuera tu propia hija, había muchas cosas en Grecia que estaban normalizadas, desde orgias hasta lo más oscuro que te podrías imaginar.

— Bien, mañana a primera hora, Emma. -

— Pero no quiero que nadie me acompañe, quiero hacerlo yo sola. -

— eso sí que no, Inglaterra es muy peligroso.

— Por favor, padre.

— Lo pensaré.

Pretty Woman | Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora