9

268 20 7
                                    

La noche anterior, habitación de Killua.

Kurápika yace cabizbajo en una silla delante de la cama de Killua, dónde el albino mira el techo con la boca abierta. Ninguno ha dicho nada, quizás para no pelear de nuevo como la noche anterior. ¿Por qué se siente como que este viaje será el fin de todo?

Aunque parece no ser así. Ya que Leorio y Gon no muestran señales de querer alejarse de ellos, sino todo lo contrario; les dan una oportunidad que rara vez se dan.

— ¿Leorio ya lo sabía?

Kurápika miró a Killua murmurar.

— ¿Por qué no nos dijo nada? — se sentó con el ceño fruncido.

Kurápika puso los ojos en blanco. No teniendo ánimo para decirle algo positivo cuando el propio Kurta no sabe realmente lo que sucedió, solo está igual o peor que el albino.

— ¿Realmente ibas a reaccionar de forma pacífica si lo hubiera preguntado?

Killua hizo una mueca, su boca se torció y el ceño en la frente de pronunció aún más.

— Olvídalo, él no nos dirá nada aunque le pregunté.

— Es bueno saber que tienes cerebro. — Killua lo miró mal.

Kurápika se levantó, listo para ir a su habitación y dormir tranquilamente. Su cuerpo y su mente dicen lo contrario, su cuerpo desea caer rendido sobre la suavidad del colchón y su cerebro pide seguir dando vueltas al asunto hasta qué, pueda encontrar una respuesta.

La mano de Killua en su muñeca lo hizo detenerse.

— ¿Te arrepientes?

La voz del chico sonaba insegura, temblorosa quizás por miedo.

¿Pero miedo de qué? Kurápika se alejó de su toque, y el otro supo que esa era su respuesta. Y aunque no lo fuera, él la seguiría tomando como una, quizás sea la inseguridad de lo que pasó ahora en la tarde. Suenan las palabras en sus oídos, como si le susurraran la verdad de una forma dolorosa.

Kurápika suspiró, llegados a este punto de inflexión y de penumbra entre ambos. Vale ser sinceros. ¿Verdad?

Es lo que queda después de cinco meses de relación.

— Sí, justo esta tarde... Cuando ví a Leorio en ese estado por mi culpa, quise ir y abrazarlo, pedirle de rodillas perdón... Pero...

Killua sonrió fríamente, sentándose a la orilla de la cama.

— Pero viste su cercanía con Kuroro y te hiciste el fuerte, fingiendo que no te importaba su cercanía. Pff, Kurápika, eres tan predecible.

El rubio lo ignoró y ahora sí agarró el pomo de la puerta entre su mano, mirando una última vez al albino que ahora le da la espalda.

— Al menos, hasta el día de ayer en la noche. Yo sí te quería de forma romántica, Killua. — abrió la puerta — Pero si me preguntas ahora... No lo sé, creo que solo acepte estar contigo para alivianar la culpa de mi corazón por haber traicionado a Leorio.

La puerta se abrió más, dejando ver el oscuro pasillo.

— Buenas noches, Killua.

La puerta se cerró y un albino soltó un suspiro.

— Yo si te quería y aun te quiero, Kurápika.

Y así se fueron a dormir, pensando que mañana le propondría estar juntos al menos dos meses más

Verdad o Reto [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora