8| Los padres de Zoe

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Nos quedamos jugando un rato con Nico, increíblemente el enano parecía cómodo, él no era mucho de socializar, no se daba con las personas que no conocía, en ese sentido era bastante parecido a Zoe

—¿Que hora es? —preguntó Zoe

—Tipo seis y media —respondió Nacho —Se pasó re rápido che

—Si —dijo Zoe levantándose —Bueno, se está haciendo tarde, así que me voy, muchas gracias por su hospitalidad

—Bueno nena, cuídate mucho —dijo mí papá

Zoe saludo a todos, puso en su hombro su mochila y se fue. Yo fui directo a dónde estaba mí mamá, en la cocina tomando mate con mí viejo

—Anda a acompañarla a Zoe —me ordenó mí mamá —Yo no te crié para que dejes sola a mujer pendejo

Resoplé no tenía ganas, además ¿que le iba a pasar?

—Agustín, es peligroso —me dijo mí papá

—¿Vos también viejo? No le va a pasar nada, son como diez cuadras nomás —replique

—Bueno, entonces andá y acompañala, si son solo diez cuadras

Bufé indignado, no tenía ganas de salir, pero para que no me rompan las bolas preferia ir

—Esta bien, la acompaño —dije rodando lo ojos

Salí de mi casa y tuve que agudizar mi vista para buscar a Zoe, si mi vista no me fallaba, ella iba por la segunda cuadra, la pude distinguir porque era la única loca rubia que caminaba por esa vereda oscura

Que lenta que es para caminar

Corrí hasta alcanzarla, ella se sobreexalto asustada cuando me vio

—Me asustaste boludo —me pegó en el brazo

—Bueh, encima que te voy a acompañar a tu casa —me quejé

Zoe me miró mal y me sacó la lengua, seguimos caminando por la vereda. Se estaba volviendo de noche y se escuchaban algunos grillos o caracoles, que estaban escondidos

Ella recibió un mensaje, frunció el ceño y yo no entendia a que se debia esa reacción

—¿Conoces este número? —me mostró su celular, era medio imposible saber quien era porque no me se ni el numero de mi vieja

—No, para qué mi fijo su foto de perfil. —entre a su foto de perfil y me dieron ganas de estampar el celular contra el suelo

—¿Y?

—Es Alan —contesté devolviéndole el celular

—¿Y quien es ese?

—Uno de quinto, amigo de Francisco, es un pajero —contesté.

—Ah, anda medio pesado ¿Cómo consiguió mi número? —me miró entrecerrando los ojos

—A mi no me mires, me cae como el ojete ese —respondí —Por ahí lo sacó de algún grupo, que se yo

—Puede ser, pero él es de quinto, y yo no me hablo con nadie de ahí

Fruncí el ceño, tenía razón...

—¿Estas en un grupo de la escuela?

—Si, solo el que pasan la tarea, no la pasan nunca pero bueno

—Entonces alguno de ahí le paso tu número

—Ay que desubicados —chillo indignada

Ay qui disibicidis

—No chilles Zoe, me duele la cabeza —pedi mientras pasabamos la calle

—Pero me da bronca, no tienen que pasar mi número sin consultarme —se quejó

Bueno tiene razón...

—Entonces no le contestes y listo, que se mate

—No solo no le voy a contestar, lo voy a bloquear —dijo mirando su celular

La miré anonodado, solté una carcajada negando, así era Zoe

—Y vos me vas a ayudar a saber quien le dio mi número

—¿Eh? ¿Y por que yo? —cuestione

—Conoces mas gente que yo —respondió obvia

—¿No te parece medio exagerado? No le respondas y listo, no hace falta buscar a la persona que le paso tu número

Ella levantó la mirada y me miró llena de determinación, y cuando Zoe miraba así, significaba que no iba a dar brazo a torcer

—No —pero la puta madre. —Por ahí es una boludes, pero no me gusta que hagan ese tipo de cosas, mirá si hizo lo mismo con otra chica y le pide cosas raras, como nudes o no se. A parte re cualquiera que alguien que no me conoce le pase mi número a otra persona

Entendía su desconfianza, pero a la ves no

—Tenes razón —dije  

—Viste 

—Igual, no te estreses mucho bonita —solté una risa al verla inflando los cachetes y con cara de orto 

—Ya lo sé 

Seguimos caminando en silencio hasta llegar a su casa, ya estaba oscuro por completo, en una cuadra después de la casa de Zoe estaba un auto rojo bastante sospechoso

—Tené cuidado, hay un auto sospechoso a una cuadra —le susurré

—¿Que? —preguntó en un susurro

—Que tengas cuidado porque hay un auto sospechoso, sorda —repetí

Ella miró hacía el frente y se acercó más a mí

—Entra conmigo a mi casa —me dijo

—¿Que? —la miré sin entender

¿No era que ella considera su casa "sagrada" como para invitar a una persona que conoce hace un mes y medio?

—Es peligroso que vayas solo —me agarró la mano

Me reí ¿Zoe estaba preocupada por mi?

—¿Que pasa bonita? ¿Te preocupo? —me burle de ella mientras reía

—No, simplemente me daría pena que tu mamá sufra por tener un hijo tan boludo como vos, te puede pasar algo y yo me sentiría culpable —contestó

Si supiese que mis viejos me obligaron a venir

—Dale, admiti que me queres Zowita —la molesté

Ella sostuvo mi mano más fuerte y me hizo mirarla a los ojos

—¿Podemos discutir esto adentro? Me estoy cagando de frío —pidió

—Primero admití que me queres —hablé, no me di cuenta de lo cerca que estaba de ella. Podía ver el color de sus ojos gracias a la luz del poste de la cuadra, por mas que ya los haya visto de cerca, no dejaban de impresionarme, eran color miel, jamás había visto unos ojos de ese color

Zoe se quedó quieta, por unos momentos no se inmuto, no dijo ni una sola palabra y yo no lo podía creer

Estaba muda, era impactante, nunca desde que la conocí la deje muda, siempre tenía algo para decir, siempre era la de la ultima palabra. Raro

Escuché que la puerta de la casa  se abrió mostrándonos a un señor de unos cuarenta años

—¿Zoe? Entra por favor que hace frío —dijo

—Vamos —me arrastró hasta su casa —Pa, él es Agustín, se va a quedar acá hasta que un auto peligroso se vaya

El papá de Zoe la miró sin entender nada

—Un gusto, Jorge Morante —me tendió la mano

—Agustín Giay —me presenté aceptando el saludo

Lα αρυєѕтα         ━ᴀɢᴜsᴛɪɴ ɢɪᴀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora