Jeon Jungkook estaba emocionado.
Era casi la hora. El estadio ya se estaba llenando con miles de espectadores, y con la multitud ya empezando a animar, tuvo problemas para mantenerse en calma. Este no era un partido amistoso. Este era el primer partido oficial de la temporada. Esta era la Premier League de Barclays, la mejor liga de fútbol del mundo, y él iba a estrenarla como delantero izquierdo, en lugar de Taehyung. Finalmente.
Mientras se dirigían hacia el túnel, Jungkook miró a su hermano adoptivo. Apestaba que tuviera que mantener las apariencias y no pudiera sonreír ante la incomodidad de Taehyung. Él quería sonreír y regodearse, pero por supuesto que no podía: había cámaras por todas partes. Las apariencias eran importantes. Él era el chico bueno y Taehyung era el malo de la película - o al menos esa era la opinión pública. Los chicos buenos no se regodeaban.
Algunos probablemente podrían considerar lo que él había hecho cruel, pero a Jungkook no le importaba. En lo que a él concernía, no era nada que Taehyung no se mereciera. Ese pedazo de mierda siempre le había caído mal. Desde el primer momento en que sus padres adoptivos trajeron a Taehyung a la familia, a Jungkook le había desagradado enormemente. Él no había pedido por un hermano. No quería un hermano. Pero por supuesto, nadie se había preocupado por lo que él pensaba. Los Kim estuvieron demasiado enamorados del pequeño muchacho de aspecto extraño como para preocuparse por la opinión de su primer hijo. Y eso fue lo que Jungkook había sido: él era el primero. Sus padres eran sus primeros, y él no quería compartir sus juguetes con ese enano escuálido que ni siquiera hablaba inglés o francés. Le desagradó Taehyung a primera vista y el desagrado era bastante recíproco, y, como se vio después, de larga duración. Habían pasado casi quince años, sus padres adoptivos llevaban mucho tiempo muertos, pero la antipatía entre ellos sólo había crecido con cada año que pasó. Ahora que ellos competían por cosas más importantes que juguetes, el deseo de Jungkook por limpiar el piso con Tae era más fuerte que nunca.
Por eso no pudo evitar sentirse un poco decepcionado ahora. Él esperaba que fuera más difícil robar la posición favorita de Taehyung en la cancha, pero todo había ido sorprendentemente bien. Había sido demasiado fácil. Él había pensado que Taehyung sería más que un desafío, pero esa pequeña mierda ni siquiera puso demasiada resistencia. Los extraños arrebatos en el temperamento de Taehyung durante el último par de meses, en realidad lo habían hecho demasiado fácil para él. A la luz del comportamiento de Taehyung, convencer a los medios de comunicación y al entrenador de que merecía jugar en la posición favorita de Taehyung fue un juego de niños. Desagradablemente fácil.
"Espero que no estés enojado conmigo, Tae," dijo Jungkook, incapaz de resistir la oportunidad de refregárselo.
Taehyung no dijo nada, así que Jungkook le lanzó otra mirada. El idiota se veía como la mierda. Estaba aún más pálido de lo normal, y los oscuros círculos bajo sus ojos lo hacían verse más viejo. Y esos extraños ojos verdes... había algo desconcertante en ellos.
"Oye, ¿estás bien?" preguntó Jungkook, empujándolo con la mano. Taehyung no respondió.
"¿Tae?"
"Fantástico," Taehyung dijo sin mirarlo. "Nunca he estado mejor."
"Pero te ves-"
"Guárdate tu falsa preocupación," Taehyung dijo inexpresivamente. "No estoy de humor para tu mierda."
Esa era otra cosa molesta. En lugar de estar irritado por el hecho de que Jungkook había conseguido su posición favorita, parecía que a Taehyung no le importaba. Aunque Taehyung había estado viéndose como la mierda durante el último par de semanas, Jungkook sabía que no era por su culpa.
"Es hora de salir, muchachos," el entrenador dijo, y ellos caminaron por el túnel hacia la cancha.
Jungkook mantuvo un ojo en la cara tensa de Taehyung. Cuando se dio cuenta de que algo cambio en la expresión de Taehyung, Jungkook siguió su mirada hasta el médico del equipo sentado en el área técnica. Sus ojos se detuvieron en el Dr.Jung. Como siempre, Jungkook no pudo evitar quedarse mirando.