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"Un mar de ojos azules reflejaba la luna, como si un millón de esmeraldas hubiesen resplandecido de pronto. La luz danzaba en esos ojos, transformando cada uno en un mar fantástico, un mundo aún por explorar. Y en ese instante, todo lo que había visto antes parecía más liviano y atemporal."

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Algo que le aburría por completo era acompañar a su amigo de toda la vida, Greco, a sus aventuras marinas después de que se escucharon rumores de que hace dos semanas atrás, hombres pescadores fueron testigos de una cola de pescado un tanto peculiar, para ellos, era algo parecido a una sirena. Muchos creyeron que tal vez solo es un tiburón, o alguna clase de pez grande.

Greco es un biólogo marino, apasionado por el estudio y la exploración de la vida marina, incluyendo criaturas míticas como las sirenas. Ahora está interesado en encontrar aquella criatura, para buscar más popularidad.

Conway, un hombre ocupado en su oficina, muy ajeno al conocimiento marino, solamente cedió al capricho de su amigo, aprovechando su última semana de vacaciones después de haber dejado a cargo a su otro amigo, Volkov, en la comisaría.

— Así que piensas encontrar a una jodida sirena con esta caña de pescar — Dijo entre risa sarcástica, viendo hacia el cielo, en el medio del mar, en un yate. — Eres muy caprichoso.

El de barba no le dió atención hasta que avanzó hacia Conway con una red bastante grande.

— No soy tonto. Mi papá fue pescador, y luego capitán, me ha enseñado muchas cosas del mar — Dijo con el ceño fruncido, lanzando la red al mar — Estoy emocionado.

El pelinegro resopló, sentándose en una cómoda silla para tomar el sol, mientras prendía un cigarrillo.

— Las sirenas no existen, la ciudad está repleta de tontos — Escupió, negando con la cabeza y cerrando los ojos para poder relajarse — Ahí no vas a atrapar nada más que tortugas o algún tipo de pez, ya verás.

No es para nada tonto como para creer en las palabras de aquellos pescadores que habían sido reportados en un canal de noticia, diciendo que habían presenciado una cola similar a la de una sirena. Demasiado grande como para ser algún pez.

— ¿Y si es una ballena? — Preguntó Conway, recibiendo un gruñido de Greco.

— No lo es, ¿Si has leído algunas historias reales sobre las sirenas? Pueden ser ciertas.

— Gilipollas — Rodó los ojos, siguiendo fumando — Pierdes tu tiempo y de paso, me lo haces perder a mi buscando mierda.

Greco suspiró y pronunció — Apenas estás llegando a los treinta y dos, y andas más amargado.

— No sabes lo que es manejar una ciudad. Me siento viejo, no voy a negarlo — Admitió sin mirar a su amigo quien se sobresaltó al ver un peso en la red y comenzó a jalar rápidamente.

El de barba sonrió al seguir jalando hacia él, con la esperanza de conseguir lo que quería, sin embargo, se encontró con una pesada tortuga queriendo libertad.

Conway empezó a reír secamente y a negar con la cabeza, mientras el barbudo devuelve a la tortuga al mar.

— ¿Vas a seguir intentándolo? Ya está oscureciendo — Dijo, ya harto y queriendo irse a casa, para pensar que fue lo que le dió como para acompañar a esta aburrida aventura de su amigo.

Amor entre dos mundos - INTENABO🧜‍♂️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora