CAPITULO 1

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Esto es lo que me pasa por no cumplir con las leyes de mi padre, es más de media noche y yo ya debería estar durmiendo desde hace rato.

Pero no, prefiero estar sobre la mesa de este burdel balanceándome como las chicas rudas que no se asustan con nada.

Por lo menos me sale bien fingir que soy toda una experta en estos bailes exóticos. Aunque claro está que estos hombres se complacerían hasta con una piedra moviéndose frente a sus narices, definitivamente mi padre ha consentido demasiado a la gente de su reino, pero debo agregar que es una de las cosas que admiro de él, aunque nuestra relación no sea la mejor.

En fin, por mi propio bienestar, espero que mi padre no se haya dado cuenta de mi escape, en ese caso no solo yo estaría en problemas, mi padre inmediatamente convocaría a Mínt, y por su futura descendencia, espero que él no diga nada.

Llevo una semana seguida bailando en este lugar y aún no he dado con el vendedor del vino domador de mi padre, es obvio que no es un tipo leal, se supone que mi padre es su único cliente, pero hasta en esta taberna venden esa flamante bebida, yo he intentando robar la del reino, pero es imposible, si algo que realmente admiro respecto a la inteligencia de mi padre, es que sus formas de asegurar algo, solo se pueden obtener si él quiere que lo obtengas, y está claro que él no quiere tener a su heredera babeando sobre las mesas del reino hecha una cuba, pero vamos, con una sola copa estaría complacida, ese licor es de lo más potente que jamás he probado en mi vida. Y no tomo la de este lugar porque ví que la hacían rendir con algo que no mencionaré por el bienestar de mi estómago.

De hecho necesito con todas las fuerzas de mi ser esa bebida, así podré afrontar lo que sea que mi padre esté tramando, he tenido a mi intensa hermana repitiendo unas mil veces que no lo haga.

¿Exactamente qué? No lo sé, no tengo ni la más mínima idea de a qué se referirá con eso, solo se que apenas mi padre me diga que es lo que tiene ofuscada a mi hermana, la tendré aún más encima con su jodida intensidad que lo único que hace, es arruinarme la existencia.

Muy bien, ya falta menos de tres horas para que salga el sol y ese mercader no apareció, me bajo de la mesa en la que estaba dando todo de mí y me encamino a la habitación de la que dispongo, apenas ingreso en esta un golpe resuena en la puerta, no presto ese tipo de servicios, o no por el momento, no tengo ánimo de liarme con nadie.

Me cubro con la capa negra que me regaló Mint para que pareciera a los soldados de mi padre, escucho como un gimoteo resuena fuera y se que han llegado por mi, el toque habitual que utiliza Mint para hacerme saber que debemos irnos suena con firmeza en la puerta, abro está inmediatamente y salimos del lugar para dirigirnos a su casa.

Mi padre siempre ha respetado mi amistad con Mint, ya que su padre era el mejor hombre que pude conocer en mi vida, así que no se pondrá furioso por no dormir en casa, claro está que es la única excepción que él hace, llegamos a su humilde hogar y sabe que no me bajare del caballo porque aunque él nunca vaya a admitirlo, soy como su hermana y soy su consentida, muevo mis pies a la espera de que él me ofrezca sus brazos para llevarme dentro.

Está por abrir la puerta de su hogar y bufa por lo bajo, mueve la cabeza en repetidas ocasiones y al final se gira para acercarse a mí y ofrecerme su ayuda, como siempre, intenta ponerme en el suelo, pero yo rodeo mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello.

—¿Cuándo vas a cargarme a mí? —su pecho vibra debido a su risa y jalo un poco su cabello.

—Ahora estás enorme para mí, no te quejes, te aprovechaste de mí hasta los quince, así que ahora me aguantas.

—Tu eras la que insistía en cargarme.

—Porque me gustabas.

—Aun te gusto.

DESTRUCCIÓN DE REYES Y REINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora