HOUSE OF BLACK || Theodore Nott fanfic!
"Ser una Black digna de su apellido".
Madelyn siempre había tenido esos pensamientos, especialmente al recordar que su padre, Sirius Black, traicionó el legado familiar al irse a los Potter.
Detrás del árbol...
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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO «Juramento Inquebrantable»
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—¡Cissy! —la llamó Bellatrix, su voz rasposa y urgente—. No puedes ir, ese hombre no es de fiar.
—El Señor Tenebroso confía en él, Bellatrix. —respondió Narcissa con una calma tensa, sin detener su paso firme a pesar del implacable aguacero que empapaba sus ropas.
—El Señor Tenebroso se equivoca, Narcissa. Gravemente. —insistió Bellatrix, su tono cargado de una oscura convicción mientras forcejeaba por alcanzar a su hermana bajo la lluvia torrencial.
Narcissa ignoró la advertencia, llegando a la puerta mugrienta antes de que Bellatrix pudiera alcanzarla, refunfuñando maldiciones apenas audibles bajo el ruido de la lluvia. Esperaron juntas, la tensión palpable entre ellas mientras respiraban el aire pesado y nauseabundo que emanaba del sucio río que serpenteaba cerca.
Pasaron varios segundos cargados de incertidumbre antes de que un leve movimiento se percibiera tras la puerta. Ésta se entreabrió con un chirrido lúgubre, revelando un rostro estrecho y astuto. Un hombre las escrutó con ojos pequeños y vivaces, su nariz puntiaguda destacando bajo la escasa luz del portal. Una sonrisa viscosa se dibujó en sus labios, y con su mano izquierda acarició repetidamente la derecha, cubierta por un guante de plata que brillaba extrañamente en la penumbra.
La rubia se echó hacia atrás la capucha empapada, revelando un cutis tan pálido que bajo la luz mortecina del exterior, su rostro parecía irradiar un tenue brillo espectral.
—¡Narcissa! —exclamó Colagusano con una voz aguda y temblorosa, sus ojos saltando entre las dos hermanas—. ¡Y Bellatrix! ¡Qué... agradable sorpresa!
Retrocedió torpemente, abriendo la puerta lo suficiente para permitirles entrar en la oscura y desordenada casa. Las guio a través de un pasillo estrecho y maloliente hasta una sala donde Severus Snape estaba sentado en un sofá raído, absorto en la lectura del periódico El Profeta.