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Chan se despertó con un sobresalto, rodando los ojos hacia atrás y su espalda arqueada por el placer. Su miembro palpitaba mientras llegaba al orgasmo, chorreando semen en una boca cálida y húmeda. Le tomó aproximadamente un minuto recuperar casi al completo la conciencia, lo último que recordaba era que se había ido a dormir solo y que no había nadie más en la habitación con él.

Y Felix, su lindo e inocente amigo, era la última persona que se esperaría encontrar en esa posición tan atrevida.

Un leve olor a sudor y semen inundaba la habitación. Chan sentía que su cabeza todavía daba vueltas y por un breve instante sintió como si estuviera flotando entre las nubes, se preguntó si seguía en un sueño.

Chan lo sabía, sabía exactamente cuál sería la vista que lo esperaba al abrir los ojos, pero, sintió que su ya agotado miembro vibraba de nuevo, dispuesto a tener otra ronda.

Mejillas redondeadas, brillantes ojos color marrón y unos labios carnosos y rozados, eran rasgos que él mismo conocía a la perfección. Era una vista que siempre hacía que comisuras de sus labios se curvaran hacia arriba en una sonrisa. Un rostro que emitía tanta lujuria, esas mejillas hundidas formando una deliciosa succión, labios rosados y hinchados envueltos lascivamente alrededor de su miembro, ahora flácido. Y esos ojos que lo miraban con tanta admiración y entusiasmo, eran como abismos de oro que lo invitaban a hundirse en ellos.

Ahora que tenía toda su atención Felix se separó de su miembro con un ‘pop’, pasando su lengua por sus propios labios mientras miraba con satisfacción a Chan. Felix sonrió tímidamente, mordiendo su labio inferior antes de pasar un dedo a lo largo del miembro de Chan.

Chan sintió que era su deber decir algo, pero las palabras murieron en su boca cuando el menor rozó sus labios contra su polla, haciendo que Chan se estremeciera.
Felix prosiguió a sentarse a horcajadas sobre sus muslos, sus labios apenas tocaron los de Chan. Su aliento se sentía cálido y sofocante contra él, no hizo más que animarlo a continuar con lo que estaban haciendo.

“¿Te gusta lo que ves?” Felix murmuró suavemente. Sus delicados dedos se deslizaron por los muslos desnudos de Chan, enviando escalofríos de placer por todo su cuerpo. “Puedo darte lo que quieras, lo que desees” Dijo el rubio con voz ronca. “No tienes que resistirte más.” Continuó.

“Felix” Chan se percató de como su propia voz titubeo antes de empezar a hablar, no tenía aliento, sentía que no les llegaba el aire a los pulmones. “Por favor.”

“Dime Chan-hyung, ¿qué es lo que deseas?, ¿ya sé, lo que quieres es llevarme a la cama y hacerme tuyo no?” Sonrió lascivamente antes de presionar su trasero contra la entrepierna del pelinegro. Sintiendo su miembro, de nuevo erecto, tan deliciosamente cerca.

Chan sintió la urgente necesidad de escapar de la habitación o gritarle a Felix que detuviera sus malditos juegos de una vez por todas. Al contrario de lo que muchos pensarían de Chan, él tiene una moral que debe cuidar y limites que debe respetar. Después de todo, Felix era su compañero de trabajo y amigo, casi como un hermano para él, Chan no quería parecer un hombre pervertido aprovechándose de su menor.

Pero en el fondo, el pelinegro reconocía sus propios sentimientos reprimidos, sentimientos que no se suponía que la gente normal no siente hacia sus amigos, pero así era, la realidad es que él siempre ha tenido estos pensamientos sobre Felix. No sabía si empezó desde que conoció al rubio por primera vez o si sus sentimientos fueron apareciendo con el paso de todos los años que ha convivido con el menor. Chan ciertamente no había querido encapricharse con Felix de esa manera, no cuando se suponía que eran como hermanos. Sin embargo, la personalidad suave, cariñosa y amable del rubio lo cautivó, alimentando poco a poco al deseo anhelante que Chan ha reprimido durante mucho tiempo.

A pesar de todo eso, el cuerpo de Chan sufría y suplicaba por tener más contacto con Felix, un calor abrazador floreció en su interior. Luchando contra sus deseos, el pelinegro intentó decirle algo a Felix, que parara, que lo dejara en paz, lo que fuera, pero fracasó miserablemente. El rubio parecía totalmente ignorante a la lucha interna que sufría el mayor, interpretando su falta de respuesta como una invitación a seguir adelante. La respiración de Chan se entrecortó y sintió la ardiente calidez de las manos de Felix.

Esta vez logro hablar, murmurando suplicas vacilantes para que el rubio se detuviera, sin tener éxito. La sola idea de tener que alejar al menor de su cuerpo le resultaba cada vez más indiferente a Chan. Él quería, no, el necesitaba a Felix.
 
Los ojos de Chan se abrieron con sorpresa cuando sintió a Felix lentamente inclinarse sobre él para encontrar sus labios contra los del pelinegro. Una ola de calidez y placer invadió al mayor, causando que su cuerpo se estremeciera de una manera deliciosa y no pasó mucho tiempo para que Chan se encontrara correspondiendo el beso al menor con una pasión que lo sorprendió incluso a sí mismo. Era como si todos los deseos reprimidos que contuvo durante años se liberaran en este único y anhelado instante. El toque de Felix era casi electrizante y Chan sintió que sus piernas se debilitaban bajo tanta intensidad. Podía notar la inocencia y eso le parecía curiosamente excitante. La lengua del menor exploró juguetonamente los labios del pelinegro, cautivándolo y seduciéndolo con cada roce.

Como si fuera un niño curioso, las manos de Felix exploraban delicadamente la piel expuesta de Chan. Cada toque, inocente pero inesperadamente emocionante, causando que escalofríos recorrieran la columna del pelinegro. Un grito silencioso resonó en su cabeza, rogándole que se apartara, por temor a la culpa y la vergüenza que lo esperaban si se atrevía a ceder ante las provocaciones del rubio.

Pero, con cada caricia la determinación de Chan comenzó a flaquear. Un apetito insaciable surgió dentro de él, una necesidad que no podía contener. En contra de su resistencia inicial, él deseaba lo que posiblemente sucedería esa noche, así que, ignorando por completo su juicio finalmente cayó ante los encantos de Felix.

Chan se dejó perder en el momento, explorando el cuerpo de Felix y memorizando cada centímetro de piel expuesta. Sus manos recorrían febrilmente al rubio, tocándolo y acariciándolo con un hambre desesperada que ambos habían estado conteniendo durante mucho tiempo. Sintió que el cuerpo del menor se relajaba mientras él lo masajeaba y pronto ambos estaban vibrando de placer.

No hay un adiós, ni un beso de despedida, no hay nada antes de que el sueño lo devuelva a la realidad, a la conciencia, pero Chan aun así pensaba que era brutalmente repentina la manera en la que el peso encima de él desapareció súbitamente, llevándose su calidez consigo.

Su corazón se aceleró como si acabara de correr un maratón. Solo era otro sueño, pero este, a cambio de los anteriores se había sentido tan real, tan vivido. Había estado a punto de tener sexo con Felix, su amigo. Su cuerpo temblaba, todo su ser aún se encontraba sumergido en el placer de su fantasioso sueño. Entonces sintió algo más, algo cálido y húmedo.

Bajo su mirada a sí mismo, a su entrepierna, una parte de él aún con la esperanza de encontrar a Felix entre sus piernas, tal como en el sueño, pero, por desgracia, estaba equivocado. Sus ojos se abrieron en confusión al darse cuenta de que había llegado al orgasmo mientras dormía. Había tenido el primer sueño húmedo de toda su vida gracias a Felix.

Ahora se encontraba envuelto en una profunda decepción, era un sueño incompleto, su momento intimo con Felix había terminado. Se dejo lamentar por unos instantes en su cama antes de salir de ella para tomar un baño. A pesar del intenso deseo que sentía en su corazón, tenía que afrontar la cruda realidad. Lo que pasó no fue más que otro sueño y eso nunca cambiará.


no se olviden de votar si el os fue de su agrado, los km, xoxo.

good night n goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora