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Trabajar en este prostíbulo, es saber un par de reglas esenciales, olvida siempre los rostros de los clientes, eres ciego ante los negocios y amistoso para incentivarlos a beber, limitarte a lo que ellos pidan o te matarán si los ofendes.
ㅤHace tiempo que el dueño encontró el mejor negocio con los Yakuza, brindando un lugar de descanso, reunión y entretenimiento. Fue gracias a mi condición que conseguí trabajar aquí, tener un techo y comida, mi ceguera me convierte en el mejor prostituto o era eso lo que él creía. Uno podría pensar que sería el más solicitado por la impunidad que brindan unos ojos dañados, pero la realidad era que pocos me escogían. Conocía de memoria el lugar y mis sentidos me permitían moverme en él, cumpliendo con otros trabajos pequeños. Pero la dueña, cada vez más parecía arrepentirse de traerme, sentía que sería mi última temporada trabajando allí, hasta que llegó él.
ㅤHabían muchos rumores, mis compañeros y compañeras le temían por historias oscuras que describían los más sádicos actos, quienes tuvieron la oportunidad de experimentar con él decían que habían encontrado el placer, el dolor y grandes sumas de dinero que compensaban las agresiones sobre sus cuerpos, son ser suficiente para repetir la experiencia. Poseía los peores ojos, una mirada que te llevaba al borde de la locura y volvía eterna la noche, acompañados de un temperamento impaciente e insaciable. Eso es lo que ellos decían. Cuando me escogió todos lo lamentaron, me abrazaban con pesar y de consuelo. Era una mafioso, un criminal más que no se diferenciaba a otro que tuviera las manos llenas de sangre ¿Por qué la condescendencia? No lo comprendía y sigo sin hacerlo.

"Desnúdate."

No me sorprendía la orden, si que fuera lo primero en decirme al quedar solos. Las telas del yukata se deslizaron por mi cuerpo hasta acabar en el suelo.

"No puedes ver y luces menos asustado que el resto de tus compañeros."

'Dependo mucho de mi audición y de confiar en la persona más próxima a mí, señor...'

La realidad es que siempre me mantenía inquieto, era difícil adivinar en que parte de la habitación se encontraba, parecía un fantasma.

"Me fascinan tus ojos rotos ¿Es verdad que tú corazón vive contento? No puedo ver nada en ellos ¿No tienes ningún secreto?"

ㅤSiempre era enigmático, siempre se quedaba con la última palabra. Luego de eso, con su ayuda volví a vestirme y me pidió que sirviera el té. El tiempo pasaba en silencio, mientras se mantenía cerca acariciando mi espalda, me llevó mucho tiempo darme cuenta que esa noche estaba llorando a mi lado y al dormir, solo buscó acurrucarse contra mi delgado cuerpo.
ㅤDesde esa noche, me convertí en un sobreviviente para mis compañeros y un protegido, las cosas cambiaron, nadie más podía reclamarme, me trataban mejor e incluso los días que no trabajaba recibía dinero como pago, solo por acompañar a un hombre anónimo que necesitaba llorar. Por un momento había creído que algo estaba mal en mi, que no le había gustado, siempre que alguien me escogía era para usarme, pero eso cambió en el segundo encuentro.
ㅤParecía hambriento, mi pequeño cuerpo no daba abasto para contener el suyo que me doblaba de tamaño. Esa noche, no me resistí y fue la primera vez que mi cuerpo lo deseó. Su lujuria, sus ansias, las posesiva marcas sobre mi piel, quería que todo entrase en mí y cuando lo hizo, conocí el placer, acompañado de algo que es incompatible e impensable en este rubro, recibí cariño, lo que nos hacen sentir que no merecemos, lo que no es parte de nuestra labor, acabé encontrando un beso cariñoso en ese cliente, uno con el que sueño todas las noches.
ㅤLos encuentros eran frecuentes, había aprendido a leer su humor por su tono de voz, sabía cuando pasaría la tarde leyendo para mí y yo debía servir el té, cuando debía ser un consuelo o simplemente mantenerme en silencio cuando sus pasos eran furiosos, también cuando su tono era dulce significaba que mi yukata debía estar flojo, accesible.
ㅤNo debo involucrar mis sentimientos, nunca acabará bien con un criminal ¿Cómo podía calmar a mi corazón? Ya no servía que lo repitiera, comencé añorarlo esperando a que volviera, inevitablemente sentí dolor ante su repentina ausencia que se prolongaba cada vez más. Un día me dijeron que vendría un nuevo cliente, mi pecho se oprimió ¿Por qué alguien nuevo? Por primera vez sentí miedo mientras esperaba en la habitación, me había abandonado.

"¿Ahora sientes miedo?¿Luego de tantas noches en que entregaste tu cuerpo?"

ㅤUnas manos conocidas cubrieron mis ojos y la voz ronca chocó contra mi oído. Salte entusiasmado, no podía contenerme, lo abracé, lo abracé muy fuerte, a pesar que no correspondió de la misma manera. Conocí un nuevo lado de él, uno lejano y frío, sentía que nada lo contentaba. Mi corazón deprimido, se llenó de angustia antes de hacerlo de felicidad.

'¿Señor, hay algo mal conmigo?'

"Por supuesto, tus ojos ¿Por qué lo dices?"

' Señor, no puedo responderme eso cuando llevo días con el corazón en mano... con el recuerdo de su cuerpo abrigando el mío... simplemente desapareció y ahora siento que está lejos al otro lado de la habitación ¿Ya no le gusto? '

ㅤQue sofocante es cuando no recibes una respuesta inmediata, en cambio comenzó a desnudarme y lo ayudé.

"No pierdas el tiempo con esas ideas, lo decidí y ya no queda mucho tiempo."

ㅤMi estómago se contrajo, sabía lo que quería decir, en ese momento decidí ser necio y lanzarme a sus labios. Nuestros cuerpos volvieron arder una noche más, pude sentir amor en cada uno de sus besos y no me importa que me llamen loco, sé lo que sentí aquella vez y aún me quema el recuerdo. Lo disfruté tanto... Ojalá poder aguantar más.

"Esta es la última vez..."

ㅤMe pareció tan injusto que hablase cuando más débil me encontraba, tan vulnerable y temblando bajo su cuerpo.

"Y este es mi último regalo, que nadie se entere, que nadie pueda darse cuenta que vuelves a disfrutar de las flores, una vez encuentres consuelo en la luz de luna, sal de éste lugar..."

ㅤEra como un sueño, estoy seguro que mientras yo sonreía, él me devolvía una mirada triste.

"Promete recordarme en cada una de tus plegarias, promételo."

ㅤLo prometí con un beso. Cuando abrí los ojos, la luz del día era muy molesta, la habitación era más grande de lo que siempre creí y el color lavanda del yukata desecho resaltaba mi piel. Abrí los ojos y redescubrí el mundo del que fui privado, un milagro, ese fue su último regalo. En mi inmensa felicidad había un sabor amargo ¡Podría ver los cerezos florecer y perecer pero jamás su rostro ni sus ojos tristes! Soy incapaz de inventarle un rostro, me resulta imposible, solo pude inventarle un nombre que llegó a mi en un susurro del viento y así lo mantengo vivo en mis plegarias. Ya no vivo en el prostíbulo y el dinero que ganó lo uso para aprovechar la oportunidad de disfrutar de cada flor que encuentro en mi viaje, en mi búsqueda de encontrarlo bajo la luz de la luna en algún lugar.

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𝐂𝐀𝐏𝐑𝐈𝐂𝐇𝐎 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora