1. Todo tiene un comienzo

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Creo que la mejor forma de empezar es presentándome, me llamo Gabriela, no tengo segundo nombre y nací un 4 de septiembre en el año 2003, así es, soy virgo y nací el mismo día en el que Gustavo Cerati falleció (pero diferente año obviamente) nací en Lima, en el centro, eso explicaría mucho la razón de porqué me gusta tanto ir a pasear por ahí. 

Han escuchado esa teoría que dice que si no recuerdas nada de lo vivido durante tu infancia es porque estuvo llena de recuerdos traumatizantes y sofocantes, tanto que a tu cerebro no le quedó de otra que expulsarlos todos y quedarse con los pocos que te hacen feliz, bueno, podría considerarme un ejemplo de la veracidad de esa teoría. Sinceramente no considero a mi familia como la peor del mundo, claro que no, en realidad, son mi felicidad entera pero a su vez la causa de mi psiquis dañada, y aunque ellos siempre cuentan anécdotas graciosas de esa época durante el almuerzo, yo no puedo ser capaz de recordar nada y solo me queda reír, porque como en todo cuento de hadas, los recuerdos caóticos captan más relevancia que los buenos y se quedan marcados durante más tiempo. Se dice que por estadística las personas que se criaron dentro de un hogar disfuncional son más propensas a padecer de esta enfermedad mental y por supuesto yo no podía ser una excepción.

Mi adolescencia  fue peor que mi infancia y lamentablemente esta sí la recuerdo muy bien, a pesar de todo lo que conté anteriormente siempre fui una niña muy risueña, graciosa e inteligente, no tenía inseguridades y no me importaba como salía en las fotos, lo único que se llevaba toda mi atención era buscar maneras de ganar dinero en Mundo Gaturro. Hasta que entré a secundaria y fue cuando la vida me golpeó por primera vez pero no sería la última, en primera instancia yo no entiendo el sentido del bullying, ¿Hacer basura a una persona solo porque no te gusta su físico o su forma de ser? Totalmente increíble y deshumano, bueno sí, era gorda y mi cara no es igual a la de la hermosa Anne Hathaway pero por favor, tenía como 12 años, todavía no había pegado el estirón, aún así el ser gorda no es justificación para dañar la salud mental de una persona, no existe justificación alguna. Hay personas en la vida a las que jamás vas a olvidar, existen dos tipos, las que te hacen plenamente feliz o plenamente miserable, y por ende, jamás voy a olvidar a Santiago quien fue el causante de todo esto, no voy a criticar su físico porque estaría cayendo igual de bajo que él, pero guapo no era el muchacho, era el típico mocoso del salón que no tenía personalidad propia así que basaba toda su triste existencia en hablar webadas durante clases, si hubiera pensado así en ese tiempo todo sería diferente pero tan solo era una niña que absorbió todas esas palabras hirientes como una esponja, dejando secuelas hasta el día de hoy, y fue gracias a él que empecé a odiar ir a la escuela, que era lo que más me gustaba. 

En fin, viví así durante 3 años, una situación tan dolorosa para mí que me refugiaba en juegos en línea todo el día después de clases, era mi momento más esperado del día porque me hacía escapar de la realidad por tan siquiera un momento, un mundo aparte en el que podía ser yo misma sin que nadie me estuviera jodiendo. En vacaciones, luego de terminar tercer grado de secundaria fue cuando no aguanté más y le conté a mis padres todo por lo que estaba atravesando, como era de esperarse no hicieron mucho, por no decir nada, fui yo quien tuvo que buscar excusas para que me cambiaran de escuela y así fue, me transfirieron a una escuela nacional, pero esta ya es otra historia en la que me explayaré más en otro capítulo.

Quizás mi familia inestable y el bullying fueron dos factores importantes para el desarrollo de mi TLP, pero no fueron los únicos, porque siempre hay una gota que derrama el vaso o que en este caso, quiebra a personas. 

El TLP es lo mejor que me pasó en la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora